En busca de mejores y saludables hábitos alimenticios y, la mayor conciencia sobre el bienestar animal y el impacto ambiental de la cría de animales, ha aumentado el consumo de alimentos de origen vegetal. Para sorpresa de la industria y los consumidores, el Parlamento Europeo manifestó su intención de censurar sus productos lácteos alternativos. De pronto, surgió la Enmienda 171, que ha generado intensos debates.
En forma gradual, pero sostenida, se han elevado las ventas de alimentos de origen vegetal. Representan una pequeña parte de los mercados cárnicos y lácteos y han crecido casi un 10% anual entre 2010 y 2020.
El mercado de alimentos está ampliamente regulado dentro de la Unión Europea a través de la Política Agrícola Común. Esta política se actualiza periódicamente desde su concepción en 1962. Pero la reforma del año pasado llamó la atención entre las empresas de alimentos de origen vegetal y los grupos ecologistas.
Concretamente, el Reglamento de la OCM establece una organización común de mercados de productos agrícolas y desde 2013 las alternativas a base de plantas no pueden usar términos como leche, queso o yogur para designar sus productos dentro de la UE. Estas palabras están restringidas a productos de origen animal. Significa que las descripciones como la leche de almendras están prohibidas. A menudo se reemplazan por bebidas o bebidas de almendras. Sin embargo, las alternativas a base de plantas todavía pueden describirse, por ejemplo, como sucedáneos de la leche o sin lácteos. Esto parecía a punto de cambiar el año pasado con la aprobación por el Parlamento Europeo de la Enmienda 171.
En lucha por los alimentos de origen vegetal
La Enmienda 171 buscaba imponer más restricciones a los alimentos de origen vegetal. Al prohibir “cualquier uso comercial directo o indirecto” de las designaciones de productos lácteos mencionadas anteriormente.
También prohibió cualquier «imitación o evocación» de estos productos por alternativas veganas. La enmienda, en la práctica, restringió el uso de adjetivos como cremoso y mantecoso, limitó el suministro de información importante sobre alérgenos, como «sin lactosa». E impidió cualquier comparación entre los productos lácteos convencionales y sus alternativas. Por ejemplo, que los productos veganos comparen sus huellas de carbono más bajas con las de los productos lácteos convencionales.
Además, dado que la enmienda estaba redactada de manera tan vaga, también podría interpretarse en el sentido de que prohibía el uso de imágenes de bebidas blancas a base de plantas. O, de ciertos envases como cartones, dado que evocaría la imagen de la leche. En última instancia, esto obligaría a las empresas de alimentos de origen vegetal a cambiar la comercialización de sus productos y dificultar la comunicación con los consumidores, reseña Medium.
Todos estos puntos y más se abordaron en una carta abierta a la presidencia portuguesa del Consejo de la UE firmada por veintiuna organizaciones no gubernamentales. Se encontraban el Good Food Institute (GFI), el World Wildlife Fund (WWF) y ProVeg International.
Este último también encabezó una petición pública contra la enmienda, junto con las empresas Upfield y Oatly, que reunieron el apoyo de otras 96 organizaciones y más de 400.000 firmas. Después de todo, la pelea aún no estaba perdida. La enmienda 171 aún debía aprobarse oficialmente en 2021 en las negociaciones del diálogo tripartito entre el Parlamento de la UE, la Comisión y el Consejo.
Una victoria en puertas
La pronta aprobación de la enmienda sobre alimentos de origen vegetal fue sorprendentemente contradictoria. El mismo día se rechazó una propuesta similar, que tenía como objetivo censurar los sucedáneos de la carne a base de plantas. En este caso, las restricciones apuntaron a términos como hamburguesa y salchicha. Según sus defensores, ambas enmiendas supuestamente tenían como objetivo evitar que los consumidores se sintieran confundidos o engañados por los sustitutos a base de plantas.
Sin embargo, las empresas detrás de estos productos no estuvieron de acuerdo. «¿Dónde está la leche?» La campaña simulada de Oatly fue uno de los aspectos más destacados de la lucha contra la Enmienda 171. En un video similar a un anuncio, mostraron con qué facilidad los grupos focales podían distinguir entre la leche y su bebida a base de avena.
Otro fuerte argumento que se opuso a la enmienda era que iba en contra de la postura proambiental de la UE expresada en la estrategia “De la granja a la Mesa” del Pacto Verde Europeo.
Se desconoce el motivo del enfoque de doble rasero con respecto a los sucedáneos de la carne y los lácteos. Sin embargo, los vínculos entre los miembros del Parlamento y la industria agrícola podrían (hipotéticamente) explicar su apoyo a la enmienda 171.
Entre los 48 eurodiputados pertenecientes a la Comisión de Agricultura y Desarrollo Rural que votaron la enmienda, el 56% tiene alguna conexión con la industria agrícola, según The Lens Press. Los fuertes vínculos con la industria comprenden la mayoría de estas conexiones e incluyen, ser agricultor y haber recibido beneficios de pagos de la PAC.
Todos a favor de una dieta saludable
La reacción violenta contra la Enmienda 171, a menudo conocida como la Prohibición Vegana, llevó al Parlamento Europeo a reconsiderar su postura. Y el 25 de mayo de 2021, la enmienda fue retirada de las negociaciones del diálogo tripartito.
La decisión representa una victoria para la industria de alimentos de origen vegetal y el movimiento vegano. Pero también muestra que el sector no puede bajar la guardia. En última instancia, en una batalla entre grupos de presión, las empresas de alimentos de origen vegetal, respaldadas por organizaciones ambientales, de consumidores y de bienestar animal, le ganaron a la industria láctea.
La decisión refleja el consenso científico, que ha sido respaldada por el IPCC, la FAO, la OMS y la Comisión EAT-Lancet. Sus recomendaciones son unánimes sobre la urgente necesidad de avanzar hacia dietas vegetales.
“Esta es una victoria de sentido común. Los ciudadanos, la industria y los expertos han hablado y la UE ha escuchado. Sería absurdo censurar los productos de origen vegetal al mismo tiempo que se les dice a los consumidores que hagan el cabio hacia una dieta basada en plantas. Imagínese censurar los coches eléctricos o el papel reciclado. Aplaudimos a la UE por su clarividencia bajo la inmensa presión de intereses ambientalmente imprudentes”, dijo la vicepresidenta de ProVeg International, Jasmijn de Boo.
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