Para la industria farmacéutica en la Unión Europea hay ciudadanos de primera, de segunda y de tercera clase. Una investigación de 8 meses adelantada por un grupo de medios evidencia las turbias negociaciones plagadas de secretismos y métodos extorsivos que terminan beneficiando a los países más ricos de la UE y perjudicando a los pacientes de los más pobres.
En el intrincado mundo de la salud, los pacientes con enfermedades graves como el cáncer a menudo desconocen que su tratamiento puede estar influenciado por negociaciones secretas entre gobiernos y gigantes farmacéuticos. Un investigador europeo, bajo el manto del anonimato, describe un proceso de negociación secreta en la que los acuerdos se sellan lejos de cualquier registro electrónico para evitar filtraciones.
Los estados miembros de la Unión Europea, en su búsqueda de economía en la adquisición de fármacos pagan precios exorbitantes por medicamentos esenciales sin tener conocimiento de los costos reales que otros países están manejando. Esta situación, revelada por Investigate Europe, pone de manifiesto una práctica que podría estar costando a los sistemas de salud mucho más de lo que se ahorran.
Antecedentes
La historia de la industria farmacéutica está marcada por episodios que han sacudido la confianza pública. La industria ha enfrentado crisis que han redefinido sus prácticas y la percepción pública. Desde el desastre de las sulfanilamidas en 1937. Resultó en la trágica pérdida de vidas y llevó a la creación de la Ley Federal de Alimentos, Medicamentos y Cosméticos en Estados Unidos. Al escándalo de la talidomida en los años 50 y 60. Cuando miles de bebés nacieron con malformaciones congénitas.
Sin olvidar los ensayos clínicos ilegales de Pfizer en Nigeria que pusieron de manifiesto la falta de ética en la experimentación con seres humanos. Más recientemente el caso de AstraZeneca acusada de «esconder» más de 29 millones de dosis de su vacuna contra el Covid-19 en su planta industrial de Italia. Incumplía el acuerdo de distribución establecido con la Unión Europea.
También ha enfrentado acusaciones de corrupción y el soborno. Como los expuestos en los informes de Transparency International que muestran cómo la avaricia puede prevalecer sobre la salud pública. A lo que se suma la promoción de medicamentos costosos, a menudo sin mejoras significativas sobre alternativas más económicas. Lo que ha llevado a cuestionar la influencia de la industria en las prescripciones médicas. El escándalo más recientes e impactantes el de Purdue Pharma y OxyContin. Como los grandes impulsores de la epidemia de adicción a opioides en Estados Unidos. Un ejemplo devastador de las consecuencias de prácticas irresponsables.
Los escándalos han tenido un impacto duradero. Pero sirvieron para impulsar cambios regulatorios para presionar a que la ética y la responsabilidad sean pilares fundamentales en el desarrollo y distribución de medicamentos. La industria farmacéutica continúa bajo la lupa. Cada nuevo escándalo sirve como recordatorio de la importancia de la vigilancia y la integridad en la búsqueda de la salud y el bienestar global.
Priva la rentabilidad
En la Unión Europea la distribución de medicamentos no siempre se rige por la necesidad médica, sino, según Investigate Europe, por la rentabilidad del mercado. Lo que crea un acceso desigual a tratamientos vitales dentro de Europa. Clemens Auer, exdirector del Ministerio de Sanidad de Austria, denuncia esta realidad como un “escándalo”. «Tenemos ciudadanos europeos de primera, segunda y tercera clase en lo que respecta al acceso”.
Las compañías farmacéuticas se benefician de lo que algunos expertos denominan “préstamos sin intereses”. Gracias a estos acuerdos opacos con los estados. Joerg Indermitte, de la Oficina Federal de Salud Pública de Suiza, señala la tendencia al alza en los precios de los medicamentos. Incluso después de aplicar descuentos. El caso más reciente el de un nuevo medicamento oncológico cuyo coste alcanzan los 50.000 francos (51.800 euros) mensuales para un número reducido de pacientes.
El sistema de fijación de precios es calificado por muchos funcionarios como “absurdo”. Se ven obligados a negociar a ciegas. Wim van Harten es un oncólogo holandés que busca desentrañar los verdaderos costos de las terapias contra el cáncer en Europa. «El secreto de los precios se considera un valor esencial de la industria», afirma.
La investigación también destapa una disparidad preocupante en el precio que los países ricos y los de Europa Central y Oriental pagan por ciertos medicamentos. Con una evidente una brecha en el acceso a tratamientos innovadores. Mientras tanto, las farmacéuticas acumulan ganancias a expensas de la salud pública. El precio de lista de un medicamento, fácilmente accesible en línea o en el empaque, es a menudo un espejismo. Los precios inflados sirven a la industria para establecer altos márgenes de beneficio. Muchos países basan sus precios en lo que otros declaran pagar. Es un sistema paralelo de precios, oculto al escrutinio público.
Secretismo
En el complejo escenario de la salud europea, la Agencia Europea de Medicamentos desempeña un papel crucial al aprobar categorías de fármacos para su uso en todo el continente. Sin embargo, la decisión de comercializar un medicamento en un país específico recae en las empresas farmacéuticas. Es aquí donde comienza un juego de sombras. Cada nación establece su precio oficial. Pero es en las negociaciones individuales y secretas donde se acuerdan los descuentos reales.
Negociaciones encubiertas que han resultado en lo que se conoce como “préstamos sin intereses”. Con farmacéuticas recibiendo pagos iniciales basados en precios oficiales inflados. Solo para devolver discretamente la diferencia más adelante. En 2023, Bélgica vio devoluciones que ascendieron a 1.500 millones de euros. Una cifra que se dispara en mercados más grandes.
Ellen ‘t Hoen, abogada y defensora de la salud pública, critica la opacidad de estas negociaciones. Declaró a Investigate Europe que el secretismo otorga a la industria un poder desmesurado para dividir y conquistar. Los países, en su intento por contener los costos, terminan pactando en la oscuridad. Mientras los precios de los medicamentos innovadores continúan escalando. En los Países Bajos, por ejemplo, el gasto hospitalario en estos fármacos ha aumentado del 0.6% al 10% en quince años.
Noruega ha tenido que actualizar sus bases de datos para acomodar los precios astronómicos de tratamientos como Zolgensma de Novartis. Etiquetado en 2,3 millones de euros, un precio que Anja Schiel de la Agencia Noruega de Productos Médicos califica de “absolutamente poco ético”.
Tratamientos impagables
Investigate Europe ha destapado una disparidad alarmante en lo que los países europeos pagan por tratamientos contra la fibrosis quística. Vertex Pharmaceuticals, con el monopolio del tratamiento, ha sido acusado de cobrar más de 200.000 euros por paciente al año por Kaftrio/Kalydeco. Supera en más de 40 veces el costo de producción estimado. La empresa defiende sus precios, argumenta que reflejan la inversión y el riesgo asumidos. Así como el valor para la comunidad.
A pesar de los elogios por su eficacia, Vertex, con ventas cercanas a los 10.000 millones de dólares en 2023, parece cobrar más a los países con menos recursos que a algunos vecinos más ricos. Un análisis de registros empresariales y datos presupuestarios y sanitarios nacionales revela por primera vez la disparidad en los precios pagados por estos medicamentos vitales. Por ejemplo, en Europa occidental, el costo promedio sin IVA por paciente fue de aproximadamente 71.000 euros en Francia, 81.000 euros en Italia, 87.000 euros en España y 88.000 euros en los Países Bajos.
En contraste, los países de Europa Central y Oriental sus precios son mucho más altos. En la República Checa, en 2022 el coste anual estimado fue de 140.000 euros. Lituania, tras años de negociaciones, expresó su disposición a pagar hasta 8,4 millones de euros para tratar a un máximo de 48 pacientes con Kaftrio/Kalydeco, lo que podría traducirse en 175.000 euros por persona.
En el laberinto de la política farmacéutica, la relación entre el número de pacientes y el costo de los medicamentos es un reflejo de las diferencias en el poder de negociación. “Los esfuerzos para alcanzar precios netos son evidentes, pero solo las compañías farmacéuticas y las autoridades nacionales pueden confirmar estos números”, señala Valérie Paris, economista de la OCDE con experiencia en la fijación de precios de medicamentos.
Rostro del drama
La historia de Monika Luty, una joven polaca de 27 años, ilustra la cruda realidad. En 2020, se vio forzada a dejar su país natal debido a la falta de cobertura para su medicamento, Kaftrio. Su lucha se hizo pública cuando subió un video a Internet suplicando a Vertex por acceso al tratamiento. “Me sentí profundamente decepcionada. Como ciudadana de la UE, me discriminaron por no ser alemana o de otra nacionalidad donde el tratamiento estaba disponible. No debería existir tal discriminación en la UE”.
Con la ayuda de amigos y la venta del coche de su padre, reunió más de 200.000 euros para adquirir el medicamento en Alemania. Tras verificar su efectividad, decidió mudarse permanentemente. “No pagué nada, así que lloré de alivio. En Alemania, solo necesitaba seguro, empleo y residencia para obtener el tratamiento”, recuerda.
Posteriormente, Polonia negoció un acuerdo de reembolso con Vertex. Según Investigate Europe, el precio por paciente en 2023 era de 109.000 euros sin IVA, más económico que el precio de lista de Vertex, pero aún superior al resto de Europa. Vertex defiende sus precios basándose en la innovación y el valor que sus medicamentos aportan a la comunidad de fibrosis quística (FQ), cuidadores y sistemas de salud. “Los precios reembolsados mencionados son inexactos”, afirma un portavoz de Vertex. Resalta que más del 70% de su presupuesto operativo en la última década se destinó a investigación y desarrollo.
Pese a sus elevados ingresos, Vertex no es miembro de Efpia, (Federación Europea de Industrias y Asociaciones Farmacéuticas) la principal asociación europea. “Debe haber un consenso en que los precios reflejen la capacidad de pago de un país. Efpia y sus miembros abogan por un sistema en Europa donde los países con menos recursos paguen menos por los medicamentos”, sostiene Nathalie Moll, directora general del organismo.
Presiones y amenazas
En el tablero de ajedrez de la política farmacéutica, las amenazas de boicot y la presión para mantener los precios en secreto son movimientos comunes. Francis Arickx, del Instituto Nacional Belga de Seguros de Enfermedad e Invalidez, es un veterano de estas negociaciones y confirma que la táctica de intimidación es una constante global. “La amenaza de no negociar es una carta jugada con frecuencia”, revela.
El KCE de Bélgica, financiado por el estado, intentó en 2016 arrojar luz sobre los acuerdos secretos de descuentos, pero se encontró con la resistencia de la Asociación Farmacéutica Belga. La presión ejercida resultó en la publicación de un suavizado informe que excluyó cualquier análisis profundo de los acuerdos. Aunque dejó al descubierto las tácticas de intimidación de la asociación.
La estrategia de presión no es exclusiva de Bélgica. Clemens Auer, testigo de las negociaciones en Austria, narra cómo una gran farmacéutica suiza utilizó sus inversiones en el país como moneda de cambio para obtener precios más altos. “Es un juego repetitivo y rudimentario”, comenta con desdén.
Dinamarca y Alemania, dos países que otorgan a las empresas la libertad de establecer precios oficiales, suelen ser los primeros en lanzar medicamentos en Europa. Dinamarca impone límites “voluntarios” a los precios. Mientras que Alemania evalúa los medicamentos un año después de su lanzamiento y puede solicitar ajustes de precios. Pero, los precios iniciales altos se convierten en referencia para otros países.
En Dinamarca, los hospitales adquieren medicamentos costosos bajo descuentos confidenciales que no se reflejan en Euripid (la base de datos europea de precios). Alemania es aún más hermética. Se opuso a una resolución de la OMS sobre transparencia de precios y se mantiene al margen de Euripid. “Las empresas nunca revelan el precio real en Alemania”, dice un negociador europeo.
Marginados
La desigualdad en el acceso a medicamentos esenciales entre los países de la UE es una realidad palpable. Un farmacéutico húngaro lo resume crudamente: para gigantes como Novartis o Pfizer, mercados como el húngaro apenas son una nota al pie en sus balances financieros. Investigate Europe encontró que Hungría, junto con otros países de la UE, enfrenta barreras significativas para acceder a medicamentos críticos. Son 32 fármacos con beneficios “significativos” o “considerables” sobre las terapias existentes, incluyendo tratamientos para el cáncer de mama, la leucemia y la fibrosis quística, identificados por el instituto de investigación alemán IQWiG.
La investigación revela que, en seis países de la UE, uno de cada cuatro de estos medicamentos vitales no está disponible. Sin acuerdos de compra entre países y empresas, los sistemas de salud deben recurrir a métodos alternativos costosos o prescindir completamente del acceso.
La situación en Hungría es particularmente grave, 25 de los 32 medicamentos habitualmente no se reembolsan. Mientras que tampoco están disponibles en Malta 19 medicamentos y en Chipre 15. Los pacientes en estos países cuando solicitan acceso individual a los tratamientos a menudo enfrentan costos prohibitivos para el estado. En los países bálticos y Rumanía, la disponibilidad de medicamentos importantes también es limitada.
Incluso cuando los medicamentos están disponibles en estados más pequeños, los precios pueden ser desorbitados. Giorgos Pamboridis, exministro de salud de Chipre, ha encontrado precios “dos, tres o incluso cinco veces más altos que los que otros países pagan”. Critica la pasividad de la UE ante estas prácticas, que permiten a la industria farmacéutica ejercer su dominio sin contrapeso.
Ineficientes y desiguales
Un exfuncionario irlandés de salud señala que la negociación individual de los 27 Estados miembros es extremadamente ineficiente y perpetúa la desigualdad entre los ciudadanos europeos. La Declaración de La Valeta, firmada en 2017 por seis países, incluidos Chipre, Grecia, Italia, Malta, Portugal y España, buscaba cooperar en la adquisición de medicamentos, pero la industria mostró poco interés.
En el norte de Europa, la colaboración Beneluxa, que incluye a Austria, Bélgica, Irlanda, Luxemburgo y los Países Bajos, ha logrado negociar precios para algunos medicamentos costosos, principalmente con empresas más pequeñas. Según Paolo Pertile, profesor de economía de la Universidad de Verona, las empresas pequeñas ven la negociación como una oportunidad para acceder a más mercados. Pero las grandes farmacéuticas parecen boicotear estas iniciativas.
La transparencia en la negociación de precios de los medicamentos es un tema espinoso. La única vez que la UE negoció en bloque con la industria farmaceútica fue durante la pandemia de covid-19. Una práctica que, si bien unificó a los países en la adquisición de vacunas, dejó una vez más en la sombra los detalles financieros. Sabine Vogler, experta en farmacoeconomía, sugiere que una postura unida de la UE contra las cláusulas de confidencialidad podría haber marcado un precedente para futuras negociaciones.
Chantaje
Luca Li Bassi, exdirector de la Agencia Italiana del Medicamento, denuncia la capacidad de las farmacéuticas para “chantajear a los gobiernos”. Amenazan con retener medicamentos cuando se les demanda de transparencia. Mientras que Nathalie Moll de Efpia defiende la confidencialidad en las negociaciones. Argumentando que la participación de la industria debe ser voluntaria. Sin embargo, esta postura es cuestionada por negociadores como Francis Arickx, quien señala que los intentos de Bélgica por limitar las cláusulas confidenciales han sido infructuosos. La industria presiona para mantener el statu quo hasta que pueden entrar los genéricos o biosimilares.
La Comisaria de Sanidad de la UE, Stella Kyriakides, reconoce los problemas inherentes al sistema. Intentado introducir cambios en la legislación para abordarlos. Pero se ha encontrado con resistencia. La Estrategia Farmacéutica de Kyriakides para Europa busca una mayor transparencia en los precios. Pero la Comisión Europea admite que los precios son competencia nacional y están ligados a los presupuestos sanitarios nacionales.
La base de datos Euripid, respaldada por la Comisión, debería ser una herramienta para la transparencia. Pero su negativa a divulgar datos sobre acuerdos confidenciales plantea dudas sobre su eficacia. Además, una nueva ley de “investigación médica” en Alemania podría oscurecer aún más el panorama. Al permitir que los precios oficiales se mantengan artificialmente altos incluso cuando las autoridades exijan recortes. Josef Hecken, jefe del comité nacional para la aprobación de nuevos medicamentos, advierte que, si esta ley se aprueba, los medicamentos con grandes descuentos en Alemania podrían venderse a precios exorbitantes en otros lugares.
Deuda pendiente
Casi seis décadas después del escándalo de la talidomida, la Unión Europea se planteó una histórica reforma en su legislación farmacéutica. La propuesta, de 2023, buscaba abordar la escasez de medicamentos y mejorar la accesibilidad, seguridad y asequibilidad de los fármacos. Con un enfoque en la innovación, la reforma aspiraba a satisfacer necesidades no cubiertas. Como nuevos antibióticos contra la resistencia antimicrobiana y tratamientos para enfermedades raras.
El proyecto contemplaba medidas proactivas contra la escasez y la retirada de medicamentos, y la creación de una lista de fármacos críticos para la UE. También buscaba equilibrar la disparidad en la disponibilidad de medicamentos entre los Estados miembros. Alemania tiene acceso total, mientras Letonia solo puede acceder al 10% de los nuevos y costosos medicamentos. La legislación pretendía garantizar medicamentos adecuados y asequibles para todos los europeos.
La propuesta promovía la disponibilidad de nuevos medicamentos y genéricos en toda la UE, aumentando la competencia y reduciendo los precios. Los eurodiputados solicitaron una revisión de la legislación desde 2021. Pero la presión de la industria frenó la discusión de las propuestas. Con un nuevo parlamento recién elegido, queda por ver si la reforma farmacéutica se convertirá en una prioridad.