La producción de leche y sus derivados, siempre incluidos en las dietas por su alto valor proteico, atraviesa un bajón inducido por la pandemia de coronavirus.
A la industria le falta de mano de obra y afronta el cierre de fronteras y la merma del comercio, además de precios deprimidos que la empujan a replantear sus estrategias en la cadena de suministros.
La tendencia observada en factorías y mercados de China, Francia y la India, por citar algunas, es alcanzar una línea de flotación segura en los próximos meses sin dejar de asegurar el producto a los consumidores.
La disminución en los precios de la leche a escala global se presenta tres meses después del brote de COVID-19 y el cierre de China, el mayor importador de productos lácteos del mundo, que se ha alejado masivamente de este tipo de productos en su dieta. Hace poco el Gobierno ordenó la devolución de los contenedores a los exportadores de otros continentes. Numerosos barcos proveniente de Europa y cargados de leche en polvo no pudieron ser desembarcados por el confinamiento en China.
El cierre del mercado chino impacta otros países. En la India están botando la leche en las zanjas, pese al llamado de alerta de la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación (FAO) y otras entidades internacionales sobre el riesgo de una crisis alimentaria.
En la FAO estamos tomando medidas urgentes para mantener en funcionamiento la cadena de suministro de alimentos, proteger las operaciones de ayuda humanitaria y salvaguardar vidas y medios de vida.
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Las autoridades indias, por ejemplo, prohibieron transportar leche de un estado a otro y ahora no llega a las fábricas. La falta de mano de obra es otro componente fundamental.
La India es el mayor productor mundial de leche, con el 21% del total, seguido por Estados Unidos, China, Pakistán y Brasil. En 2019 la producción de leche india aumentó de 137 millones de toneladas a 187 millones de toneladas y supera a la de todos los países de la Unión Europea juntos.
En Kenya es otro el escenario. Los precios pagados a los productores aumentó, pero porque cerraron la frontera a la leche procedente de Uganda.
El índice de precios de los productos lácteos de la FAO cayó un 3,0%, arrastrado por la disminución de las cotizaciones y de la demanda mundial de importación de leche desnatada y entera en polvo por las medidas destinadas a controlar el coronavirus.
En Francia cambian incentivos
La federación láctea de Francia, que reúne a los productores y a la industria, propone a los agricultores, rebajar la producción entre un 2% y 5% a cambio de una indemnización de 32 centavos por litro producido.
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La particular propuesta, que debe ser analizada por la Comisión Europea, no es fácil de ejecutar. En primavera es el momento pico de producción, pues las vacas pueden finalmente pastar. La ingesta de alimentos tendrá que reducirse y pasar de dos ordeños a uno por día.
La intención es frenar la caída de los precios de la leche que la industria no logra absorber. Pese a todos los contratiempos, la industria tiene que adaptarse. En regiones como este francés la mano de obra ha disminuido entre 20% y 30% y el excedente de leche debe ser transformado en leche en polvo y las torres de secado funcionan a pleno. Todos estos factores aceleran la caída de los precios.
En NY reducen el consumo
En Nueva York, como un hecho puntual y motivados por la expansión vertiginosa del COVID-19 los supermercados limitan las ventas de leche, huevos y mantequilla. Piden al consumidor adquirir uno o dos litros de leche por persona para que en medio de las compras nerviosas todos logren llevar esos productos a casa.
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