Resulta usual que las grandes potencias exporten toneladas de sus residuos plásticos a los países más pobres, particularmente del sudeste asiático. Indonesia, noveno mayor importador de estos restos, saca provecho económico con la reutilización de los despojos para fines industriales, pese a las implicaciones adversas para la salud y el ambiente. Pero algunas naciones, como China, rebosaron las capacidades de Indonesia como receptor de desechos plásticos. Sus autoridades, al límite de estas inmundicias, endurecieron las regulaciones.
Los sectores industriales de cualquier parte del mundo necesitan materiales en grandes cantidades para mantenerse funcionando y procuran encontrarlos a bajo costo para equilibrar tanto los costos como las ganancias. Todo el sistema de residuos de importación y exportación era legal. El Reglamento del Ministerio de Comercio de Indonesia de 2016 permitía la importación y exportación de desechos plásticos siempre que no fuesen peligrosos ni tóxicos. Y señalaba los elementos o compuestos explosivos, inflamables, reactivos, infecciosos, corrosivos y venenosos.
Sin embargo, en Indonesia hubo varios casos en los que los desechos supuestamente no peligrosos que se importaron contenían microplásticos, algo contrario a la regulación. Project Planet reseño que en febrero de 2019 encontraron microplásticos en los desechos de papel que abastecen a 12 fábricas de papel. Desde entonces se detectaron casos ilegales y aparecieron en las noticias locales. Los ciudadanos criticaron al gobierno por no aplicar estrictamente la Ley de Comercio de Residuos.
Alto a los desechos plásticos en Indonesia
En 2019, en una reunión en Ginebra, Suiza, los delegados de 187 países aprobaron las primeras reglas globales sobre envíos transfronterizos de desechos plásticos. Los países ya no podrían exportar plásticos contaminados, mixtos o no reciclables sin el consentimiento informado del país receptor. Fue un paso histórico. Reduciría la avalancha de chatarra de las naciones ricas que inundaba las regiones más pobres desde que China cerró sus puertas a tales importaciones.
Había muchas esperanzas de que el acuerdo ayudaría a controlar los abusos en el comercio de plástico desechado. Restos que a menudo terminaba esparcido en campos, obstruyendo ríos o quemados en montones a cielo abierto. Las enmiendas establecen reglas para las naciones desarrolladas no envíen desechos peligrosos a las menos desarrolladas. Sin embargo, en los dos años y medio transcurridos desde que las enmiendas entraron en vigor, la realidad no ha estado a la altura de esa ambición.
Yale Environment 360, de la Escuela de Medio Ambiente de la Universidad de Yale, publicó que algunos países en el extremo receptor de las exportaciones de desechos del mundo desarrollado están actuando. Indonesia, Tailandia y Malasia tuvieron un maremoto de desechos plásticos después de que China –principal destino del plástico desechado en las naciones ricas- dejó de aceptarlo. Entonces. los exportadores en EE UU, Europa, Australia, Japón y Corea del Sur se apresuraron a deshacerse de montañas de desechos que se acumulaban.
Regulaciones, límites y supervisión
Presionada por la indignación en el país y en el extranjero por las imágenes de desechos plásticos apilados en las aldeas y arremolinándose en las vías fluviales, Indonesia tomó medidas enérgicas contra las importaciones sucias y sin clasificar. Endureció sus regulaciones y su aplicación. Pero su experiencia ilustra las complejidades de tratar de detener una marea global de residuos que crece cada año.
El plástico que se ha enviado durante mucho tiempo aparentemente está destinado al reciclaje. Una parte de ese material se convierte en nuevos bienes. Pero después del cierre de China se evidenció que gran parte de lo que se metía en contenedores en EE UU, Europa y el resto del mundo desarrollado estaba gravemente contaminado con basura, como pañales usados y altos porcentajes basura no reciclable.
En la actualidad, Indonesia solo permite la importación de chatarra bien clasificada y lotes de barras cuyas impurezas no excedan el 2% del volumen total. Cada contenedor que se dirige a su destino debe ser inspeccionado antes del envío. Los exportadores deben registrarse en la embajada de Indonesia en su país. Son medidas para introducir transparencia en un comercio plagado de operadores fugaces. «Los frecuentes cambios de nombre dificultan identificar al responsable de los envíos contaminados, dijo Yuyun Ismawati, cofundador de la Fundación Nexus3, un grupo de investigación y defensa con sede en Yakarta.
Ambientalistas y expertos indican que el endurecimiento reduce significativamente el volumen de desechos contaminados que llegan a Indonesia. El plástico importado ha sido reemplazado por basura doméstica. Los activistas que monitorean esos sitios dicen que la mejora es innegable.
¿Atrapados con salida?
Las industrias indonesias quieren plásticos fáciles de reciclar, en particular PET o tereftalato de polietileno, comúnmente utilizados en botellas de bebidas. «El PET no es un desecho, es materia prima”, comentó Novrizal Tahar, director de gestión de desechos sólidos del Ministerio de Medio Ambiente y Silvicultura. Los fabricantes de botellas nuevas o bienes de consumo como cubos y cajas, dependen de las importaciones. La falta de sistemas formales de clasificación de la basura en Indonesia impiden los suministros nacionales sean los adecuados.
Reciclar plásticos, incluso los más fáciles de procesar, es problemático. Pueden concentrar sustancias químicas peligrosas como el benceno y las dioxinas bromadas en niveles altos. El reciclaje también libera microplásticos en el aire y el agua, y en los países pobres que no pueden hacer cumplir estrictamente las protecciones laborales y ambientales, los trabajadores quedan expuestos a toxinas peligrosas. Subcontratar esos riesgos a naciones como Indonesia, en opinión de Ismawati, “es un nuevo tipo de colonialismo”.