El hambre de conocimientos no es la única que se siente en los campus de Estados Unidos. Millones de estudiantes universitarios en Estados Unidos luchan contra la inseguridad alimentaria. En la última década la situación se ha convertido en una prioridad de salud pública. Estudios han demostrado que se asocia con un menor rendimiento académico, comportamientos adversos para la salud y problemas mentales, lo que reduce las posibilidades de graduación.
La realidad es que el precio de la educación superior se ha disparado y la mayoría de los estudiantes, especialmente de postgrados, tienen perfiles no tradicionales: mayores, que trabajan o con familiares a cargo. Muchos deben asumir el precio de unos estudios mientras enfrentan más desafíos financieros que nunca. A menudo, esto los obliga a sopesar a cada momento entre comprar libros de texto o alimentos. Incluso los becados o inscritos en un plan de comidas enfrentan la posibilidad inminente de inseguridad alimentaria.
Katharine Broton, profesora asistente de política educativa y estudios de liderazgo en la Universidad de Iowa, insiste en la visión errónea que se tiene del estudiante de ahora. Alrededor del 40% de los estudiantes de hoy trabajan, además de ir a la universidad, y casi 1 de cada 4 son padres. La Universidad de Harvard publicó en febrero una encuesta que arrojó que el 17% de los 1.287 estudiantes graduados y el 13% de los 458 de postgrados habían experimentado inseguridad alimentaria, cifras que estaban a la par o superaban las de la población general de Estados Unidos (13%).
Sin comida
El estudio lo mandó a hacer la oficina de decanos de la Escuela de Salud Pública de esa casas de estudios. Los encuestados dijeron, entre otras cosas, que tenían que saltarse comidas, reducir sus porciones y usar alimentos con poco valor nutricional. Algunos expresaron sentirse ansiosos por la posibilidad de no tener suficiente para comer. La inseguridad alimentaria fue relacionada también con lo dicho por un grupo representativo en cuanto a que su vivienda estaba en riesgo debido a dificultades con los pagos de alquiler o hipoteca.
El promedio de edad de los encuestados fue de 29 años. 61,5% de los encuestados se identificó como mujeres y 36,5% como hombres. Un total de 694 encuestados (39,8%) dijeron ser asiáticos, 625 (35,8%) blancos y 426 (24,4%) de otra raza o etnia. Específicamente 280 (16,0%) experimentaron una seguridad alimentaria marginal, 177 (10,1%) una baja seguridad alimentaria y 105 (6%) una seguridad alimentaria muy baja.
La inseguridad alimentaria fue mayor entre estudiantes que se identificaron como de otra raza o etnia (26%), de primera generación (23,7%), que estan en programas nutricionales (31,9%) o reciben ayuda financiera (26%), estudiantes con inestabilidad de vivienda (55,9%) y sin automóvil (19,5%). Entre los 458 de postdoctorados, 58 (12,7%) tenían inseguridad alimentaria. La inseguridad alimentaria fue mayor entre los estudiantes varones (16,7%), los que recibieron beneficios (62,5%), con inestabilidad de la vivienda (39,3%), y quienes que no tenían automóvil (16,3%).
Más de 34 millones de personas en Estados Unidos padecen inseguridad alimentaria, según el Departamento de Agricultura, lo que significa que carecen de acceso constante a alimentos suficientes para que todos los miembros de la familia estén saludables.
Problema generalizado
El problema con la comida no solo ocurre en Harvard. La inseguridad alimentaria está muy extendida y afecta a estudiantes universitarios en Estados Unidos y en otros países desarrollados como Reino Unido. Un estudio informa que el 42% de los estudiantes de pregrado en promedio no pueden alimentarse a sí mismos con lo que necesitan para mantenerse saludables. La situación en Reino Unido es similar. Aunque falta investigación sobre los problemas de acceso a los alimentos, un estudio de 161 universidades encontró que la inseguridad alimentaria estaba “fuera de la balanza” y afecta al 57% de los estudiantes de primer año de pregrado, dice la psicóloga del desarrollo Greta Defeyter, quién dirigió el trabajo.
Las instituciones educativas en Colorado observaron el año pasado un mayor número de estudiantes con dificultades para obtener suficiente comida. En Fort Lewis College, una escuela de artes liberales en Durango, una encuesta encontró que 49% de los estudiantes dicen que enfrentaron inseguridad alimentaria en los últimos 12 meses, dijo Stella Zhu, coordinadora de necesidades básicas del colegio. Además, la cantidad de estudiantes que enfrentan inseguridad alimentaria muy baja está aumentando, de 28% en 2019 pasó a 33% en 2023.
En la Universidad del Norte de Colorado, en Greeley, 49,7% dijeron que enfrentaron cierto nivel de inseguridad alimentaria en los últimos 12 meses. Un aumento de más de 5% en comparación con el 44,2% en 2021. Hannah Wilks, directora de servicios y necesidades básicas para el aprendizaje en la Universidad de Colorado en Boulder, indicó que existe una idea equivocada de que si puedes pagar por tus estudios universitarios o recibir becas, también tienes para la comida u otras necesidades básicas. Y eso “no es verdad para muchos de los estudiantes”.
Salidas
A partir de 2018, más de 650 universidades informaron tener una despensa de alimentos en el campus en respuesta a las necesidades de los estudiantes. Si bien representan una ayuda inmediata, no son la solución definitiva para el hambre en el campus. Factores como la falta de conciencia, el estigma social y los horarios fijos pueden impedir que los estudiantes usen la despensa del campus.
Safyer McKenzie-Sampson dice que, cuando era estudiante de doctorado, tener acceso al mercado fue útil después de gastar la mitad del salario en alquiler. Pero el viaje al mercado de alimentos tomaba una hora desde el campus de Mission Bay, donde vivió y trabajó. “Hay un grupo de nosotros con nuestras grandes bolsas verdes colectivamente haciendo el paseo de la vergüenza al autobús de enlace”, expresa. Comentar el problema repetidamente con su mentor resultó en la apertura del mercado de alimentos en Mission Bay. No obstante, tuvo que buscar comida gratis proporcionada en reuniones del campus para subsistir. “No sé si has oído hablar del ejemplo de ‘haber dormido para cenar’. Bueno, definitivamente hubo muchas noches en las que dormí para cenar».
También se han puesto en marcha programas de transferencia, becas para comidas, de recuperación de alimentos y el Programa de Asistencia Nutricional Suplementaria. Muchos estudiantes no saben que pueden calificar para los beneficios de SNAP. Menos de la mitad de quienes eran potencialmente elegibles para beneficios de alimentos los solicitó. Para calificar para la ayuda, los estudiantes universitarios deben tener a la mano los requisitos de ingresos y ciudadanía, estar matriculado medio tiempo en una institución de educación y trabajar al menos 20 horas por semana.