Los pueblos originarios de la provincia de Jujuy, en el norte de Argentina, son apacibles y laboriosos. Dedicados a la intensa actividad de las salinas, sembrando quinua, criando camélidos como las llamas. Más recientemente viviendo de sus pequeños negocios turísticos y artesanales. Un dato, ya confirmado, podría cambiar el destino de las 33 comunidades indígenas que habitan en esa región norteña de Argentina: el gigantesco potencial de litio que yace en sus profundidades.
En la lucha por la independencia, el pueblo jujeño, a instancias de Belgrano, protagonizó una de las gestas más valerosas de la historia argentina. Cuyo sacrificio se vio coronado por las victorias decisivas de Tucumán y Salta. Hoy, sus pobladores, están a las puertas de protagonizar otra lucha por sus territorios, por el medio ambiente, por su salud y, por la preservación de su vida laboriosa y apacible de siglos.
Salinas Grandes-Laguna de Guayatayoc es una región ubicada en la provincia de Jujuy. Con decenas de comunidades que habitan la zona y pertenecen al pueblo indígena Kolla y Lickan Antay (Atacama). Estos territorios son lagos de sal y minerales de gran altura que forman una cuenca cerrada. A menudo rodeada de volcanes y montañas, que las comunidades consideran protectores sagrados.
El pueblo Kolla y Lickan Antay (Atacama) ha estado viviendo en la extensa localidad desde tiempos inmemoriales de la sal, la quinua, y de las llamas. También subsisten de la cerámica, la plata, tejidos, cueros y cestería gastronomía y ricos espectáculos culturales.
Sin embargo, Salinas Grandes posee vastas reservas de litio y otros minerales y su eventual explotación, la hace notoria, noticiosa y en alerta. Al igual que en otra localidad del norte de Argentina, en Tres Quebradas.
Potencial de litio en comunidades indígenas de Argentina
El litio es un componente esencial de las baterías que alimentan nuestras computadoras portátiles, celulares y, cada vez más, nuestros autos eléctricos e híbridos. Y en las comunidades indígenas, especialmente de Argentina abunda el litio. Alrededor del 60% de las reservas mundiales se encuentran en un área que se extiende más allá de las fronteras de Argentina, Bolivia y Chile. La industria minera ha denominado a esta área, de manera bastante extraña, «La Arabia Saudita del litio». reseña el portal Truthout. O también se le conoce como el “triángulo del Litio del Cono Sur”.
A medida que las reservas mundiales de petróleo y gas natural se acercan a la finitud y los efectos del cambio climático se vuelven más palpables, la demanda de baterías de iones de litio crece exponencialmente.
En otras palabras, la “solución” al calentamiento global se reduce a electrificar la economía y cambiando los vehículos de gas por autos eléctricos. La solución propuesta de desprendernos de los combustibles fósiles corre el riesgo de repetir e intensificar las viejas dinámicas coloniales de extracción. Y despojo que han definido las economías latinoamericanas desde 1492 en adelante.
Una de las características más llamativas de los testimonios de los pobladores de esas comunidades es que consideran al salar —o como lo llaman, el “salar”— un ser vivo. Para Verónica Chávez, miembro de la comunidad del Santuario de Tres Pozos, el salar no es solo una masa amorfa de agua, sal y minerales. Es un miembro de su propia familia. Por eso, cuando las empresas mineras comenzaron a perforar la costra de sal, y ella vio toda la suciedad y las “venas de agua rotas”, sintió dolor en su cuerpo, recogió Luis Martín-Cabrera para Truthout.
Violación de acuerdos y leyes
La extracción de litio en esas comunidades indígenas de Argentina requiere miles de galones de agua para separar el litio del magnesio y otros minerales a través de la evaporación. La pregunta que gravita es si las fuentes de agua se agotaran y las salinas se secaran. Las perspectivas de tal catástrofe ecológica eran, sin excepción, insondables para los miembros de estas comunidades. Clemente Flores, un líder de El Moreno, destacó que sería difícil para él entender eso. Y luego agregó que sería el equivalente a “perder una extremidad o la cabeza”.
Como es evidente en estas citas, el pueblo kolla no se ve a sí mismo por encima del salar, sino en pie de igualdad con él. De hecho, ven su territorio como un tejido en el que son solo un hilo junto con los animales, las plantas, las salinas, las montañas y los volcanes.
En 2015, ante la amenaza de la minería de litio en su territorio, elaboraron un documento titulado “Kachi Yupi” (huellas de sal en quechua). Además de describir su relación ancestral con la sal y el salar en el documento, exigieron a las autoridades nacionales y provinciales respetar el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y el artículo 75, inciso 17 de la Constitución argentina. Estas dos leyes otorgan a las comunidades indígenas el derecho a una consulta libre, informada y previa antes de autorizar cualquier actividad, incluida la minería de litio, en su territorio.
Argentina es signataria del Convenio 169 de la OIT y, desde 2018, la nación sudamericana también es signataria del Acuerdo de Escazú. Que otorga protecciones especiales al medio ambiente y a los defensores ambientales como estas comunidades indígenas en América Latina.
A ultranza, nuevo colonialismo verde
A pesar de todas estas protecciones y de la voluntad de las comunidades de defender su territorio, la presión para autorizar la extracción de litio en el territorio de Salinas Grandes no ha cesado en la última década. En el caso de Argentina, una nación federal al menos formalmente, estas autorizaciones dependen de los gobiernos provinciales.
Gerardo Morales, gobernador de la provincia de Jujuy desde 2015, ha sido un abierto partidario de las asociaciones público-privadas para explotar litio y otros minerales en Jujuy. Según un grupo de destacados investigadores de la Universidad de Buenos Aires, estas alianzas, lejos de ser un logro para la Argentina, “serán la clara confirmación de la sobreexplotación de su naturaleza. De la externalización de utilidades mientras que un ‘ se ve pasar el excedente infértil. (Y) la condena a un intercambio desigual en el marco del colonialismo verde.”
Sin embargo, el gobernador Morales redobla este proyecto de explotación de litio en Jujuy contra la voluntad de los pueblos indígenas de esa región de Argentina. Y el consejo de al menos un sector de la comunidad científica. El 11 de octubre, el secretario general de Jujuy convocó a una consulta pública virtual (decreto 5772-P-2010) para opinar sobre una licitación abierta que cerró el 28 de noviembre. Para autorizar sociedades mineras de litio entre JEMSE (empresa pública de propiedad de la provincia de Jujuy). Y empresas mineras privadas interesadas en explotar litio en Salinas Grandes y otros territorios.
Consulta amañada
La consulta pública virtual viola claramente todas las leyes y acuerdos firmados por Argentina en la última década. Para empezar, la consulta abierta solo estuvo abierta para comentarios públicos durante 20 días (del 11 al 31 de octubre). Para colmo de males, los comentarios solo se podían hacer virtualmente y la documentación solo se podía consultar en línea, recogió Truthout. Esto no es una coincidencia.
El gobernador Morales sabe muy bien que la mayoría de las comunidades en la cuenca de Salinas Grandes no tienen conexión a Internet de alta velocidad. O ninguna conexión a Internet, para participar en las sesiones de comentarios o para consultar la documentación.
Posteriormente, las empresas deberán presentar los resultados de sus estudios de impacto ecológico ante la Unidad Provincial de Gestión Ambiental Minera (UGAMP). Esta unidad está integrada en su mayoría por autoridades estatales y provinciales con trayectoria de favorecer los intereses de las empresas mineras. Las comunidades indígenas de Argentina sólo tienen un papel limitado en el proceso en marcha de explotación del litio. Nadie fuera de los miembros autorizados de la UGAMP puede comentar o participar en el proceso de investigación. La consulta, en fin, está amañada a favor de las mineras y los planes de la élite criolla.
El 19 de noviembre, un abogado representante de las comunidades indígenas de Salinas Grandes y Laguna de Guayatayoc presentó un recurso de amparo ante el juzgado regional de Jujuy. Y el 1 de diciembre se realizó una audiencia pública en dicho juzgado.
La suerte o desgracia está echada
Acompañados de sus abogados, tres miembros de las comunidades indígenas presentaron argumentos en contra de la minería de litio en sus territorios. Sin embargo, la provincia de Jujuy ya otorgó permisos de litio a tres empresas. Los nombres de estas empresas están en un sobre cerrado que se abrirá el 12 de diciembre. Es decir, la decisión ya está tomada, y el proceso legal parece ser solo una fachada para proteger el modelo económico extractivo que alimenta la transición energética en el norte.
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