Los incendios en Los Ángeles evidencian las vulnerabilidades estructurales y la ausencia de preparación ante desastres impulsados por el cambio climático
Los incendios forestales que han azotado Los Ángeles en los últimos años han dejado una estela de destrucción sin precedentes. Con miles de hogares carbonizados y un saldo trágico de 24 vidas perdidas, la ciudad se enfrenta a una crisis que ha puesto de manifiesto su vulnerabilidad ante el calentamiento global. A pesar de ser una región acostumbrada a lidiar con incendios, la magnitud y la rapidez con la que estos se han propagado genera preocupación.
Históricamente, el ecosistema de chaparral de California ha estado diseñado para resistir incendios. Sin embargo, el aumento en la frecuencia e intensidad de estos eventos ha cambiado las reglas del juego. En esta ocasión, las llamas no se limitaron a las áreas forestales sino que se extendieron a las zonas residenciales para arrasar con décadas de historia y dejar a miles de familias sin hogar.
Aunque California invirtió miles de millones en medidas preventivas, como la creación de zonas cortafuego y la mejora de la infraestructura contra incendios, estos esfuerzos fueron insuficientes. La combinación de sequías prolongadas, temperaturas récord y condiciones climáticas extremas ha creado una combinación perfecta para incendios devastadores. La falta de preparación en ciertas áreas clave llevó a respuestas inadecuadas ante la emergencia.
A medida que el fuego convertía en cenizas y humo las propiedades, la incertidumbre se apoderó de comunidades enteras que habían vivido con la ilusión de que estaban protegidas. La tragedia ha servido como un llamado a la acción para repensar las políticas de prevención en áreas propensas a desastres naturales y de la necesidad de un cambio de consciencia en la relación del hombre civilizado con la naturaleza.
Factores clave
La vulnerabilidad de Los Ángeles ante los incendios forestales es el resultado de una combinación compleja de factores interrelacionados. Uno de los principales problemas es la expansión urbana descontrolada. A medida que la población crece, los espacios residenciales se han expandido a zonas silvestres que históricamente se incendian.
Comunidades como Altadena y Pacific Palisades las construyeron sin tener en cuenta su ubicación en terrenos propensos a incendios. Atractivas por su belleza natural y vistas panorámicas, su desarrollo urbanístico creó una trampa mortal. Además, representa un riesgo significativo no solo para los residentes actuales, sino también para futuras generaciones.
Con más del 70% del área quemada por el fuego y clasificada como zona de alto riesgo por Cal Fire, queda claro que muchas viviendas están situadas en lugares peligrosos, un problema que tienen muchas ciudades en el mundo porque crecen sin considerar los riesgos ambientales.
En Los Ángeles una gran cantidad de comunidades afectadas se construyeron sin considerar su proximidad a áreas forestales. Un simple detalle como las calles estrechas y sinuosas dificultan tanto el acceso para los equipos de emergencia como la evacuación segura y rápida de los residentes. Un problema crítico cuando los incendios avanzan y las rutas de escape están bloqueadas o son intransitables.
Conciencia climática
Uno de los problemas más críticos en Los Ángeles es la falta generalizada de conciencia sobre el impacto del cambio climático. A pesar del creciente cantidad de desastres naturales relacionados con el clima, muchos residentes ni las empresas urbanizadora tienen conciencia plena de la magnitud del riesgo al que están expuestos. Una desconexión que puede llevar a decisiones perjudiciales sobre cómo proteger sus propiedades y cómo actuar ante las emergencias climáticas.
Las regulaciones sobre limpieza y mantenimiento son claras. Los propietarios deben crear zonas de defensa alrededor de sus casas eliminando vegetación densa y material combustible. Sin embargo, muchos prefieren ignorar estas normas debido al costo o al esfuerzo que requieren. Una resistencia que puede ser particularmente fuerte en áreas donde los residentes valoran su privacidad y la estética por encima del riesgo potencial.
William Ramseyer, líder del Meadows Fire Safe Council, tiene experiencia al respecto. Sus esfuerzos por educar a los vecinos sobre prácticas seguras han sido recibidos con indiferencia o incluso hostilidad. A pesar del trabajo comunitario realizado para limpiar áreas propensas a incendiarse, muchos vecinos prefieren mantener sus jardines llenos de maleza e ignoran las advertencias sobre el peligro inminente.
La falta de acción colectiva refleja una mentalidad que subestima el impacto del calentamiento global en la vida cotidiana. No se protegen, y socavan las medidas preventivas que otros sí tomaron.
El agua, un recurso escaso
El sistema hídrico de Los Ángeles ha demostrado ser inadecuado para enfrentar incendios forestales. Cuando múltiples fuegos estallaron simultáneamente, la demanda superó rápidamente lo que podía ofrecer el sistema existente. Michael McNutt, portavoz del Distrito Municipal de Aguas Las Vírgenes, afirmó «que no existe un sistema urbano diseñado para combatir incendios forestales». El resultado es que incluso si hubiese suficiente agua disponible no sería accesible cuando más se necesita.
Muchos hidrantes quedaron vacíos al desatarse los incendios debido a la insuficiente presión en el sistema hídrico, además un embalse clave estaba fuera de servicio. Un hecho alarmante durante la crisis. El gobernador Gavin Newsom ordenó una investigación cuando se enteró de la pérdida significativa de presión en varios hidrantes.
La infraestructura hídrica necesita ser revisada y modernizada urgentemente para que el sistema tenga capacidad para responder a emergencias del cambio climático como los incendios. Requiere inversiones significativas en almacenamiento adicional y mejoras tecnológicas para que haya suficiente agua disponible en situaciones críticas.
Además, es esencial implementar estrategias para gestionar de manera eficiente los recursos hídricos antes y durante eventos extremos. No basta con campañas educativas para conservación del agua, se requieren tecnologías avanzadas que permitan un uso consciente del agua.
Urge preparación
La reciente serie de desastres naturales -incendios, terremotos y danas ha puesto de manifiesto la urgencia asegurar y proteger mejor las ciudades frente al cambio climático. El informe Pulso Urbano, publicado por la Escuela Yale, destaca cómo menos del 50% de las ciudades encuestadas tienen planes claros para enfrentar amenazas climáticas relacionadas con la salud pública y otros factores críticos.
Los líderes urbanos deben reconocer que el cambio climático no es solo un problema ambiental; es también un desafío social y económico que afecta directamente a sus comunidades. Esto implica desarrollar políticas integrales basadas en datos concretos sobre riesgos específicos para cada área geográfica.
Las recomendaciones incluyen identificar choques climáticos únicos que representen amenazas significativas para poblaciones vulnerables e implementar programas comunitarios centrados en datos para abordar estos desafíos. Invertir en infraestructura resistente debe ser una prioridad absoluta si se desea mitigar futuros riesgos asociados con desastres naturales.
Además, fomentar colaboraciones entre diferentes sectores —gobierno local, organizaciones comunitarias y sector privado— puede ayudar a crear soluciones innovadoras adaptadas a las necesidades específicas de cada comunidad.
Es importante construir conciencia pública sobre estos temas e involucrar activamente a los ciudadanos en iniciativas proactivas destinadas a mejorar su respuesta ante desastres naturales futuros. Sin esta participación activa, cualquier esfuerzo por crear comunidades más seguras será insuficiente.
Impacto en la salud pública
Los incendios forestales no solo destruyen propiedades, también tienen efectos devastadores sobre la salud pública. La contaminación del aire generada por el humo puede causar problemas respiratorios agudos, así como agravar condiciones preexistentes como el asma y enfermedades cardíacas. Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, incluso las personas sanas pueden experimentar efectos adversos tras una exposición prolongada al humo.
Es fundamental que las autoridades implementen medidas inmediatas para proteger la salud respiratoria de los residentes. Esto incluye proporcionar información clara sobre cómo minimizar la exposición al aire contaminado por el humo del fuego y distribuir mascarillas N95 a las poblaciones vulnerables. Además, se deben habilitar refugios temporales con sistemas de filtración de aire para aquellos que necesiten evacuarse debido a condiciones peligrosas.
El seguimiento continuo de la calidad del aire es vital durante y después de un incendio. Las aplicaciones móviles y las plataformas web que informan sobre los niveles de contaminación pueden ayudar a los ciudadanos a tomar decisiones informadas sobre cuándo salir o permanecer en interiores. Las campañas educativas también deben centrarse en cómo reconocer los síntomas relacionados con la exposición al humo y cuándo buscar atención médica.
Por último, es importante considerar el impacto psicológico que estos desastres pueden tener en las comunidades afectadas. El estrés postraumático, la ansiedad y otros problemas de salud mental pueden surgir tras experiencias traumáticas como evacuaciones forzadas o pérdidas significativas. Los servicios comunitarios deben estar preparados para ofrecer apoyo psicológico a quienes lo necesiten.
Recuperación ambiental
La rehabilitación ecológica es un aspecto crítico que a menudo se pasa por alto tras un incendio forestal. La destrucción del hábitat natural tiene consecuencias duraderas, no solo para la fauna local, sino también para el equilibrio ecológico general. Las áreas quemadas pueden tardar décadas en recuperarse completamente, lo que subraya la necesidad urgente de implementar programas efectivos de restauración ecológica.
Una estrategia es la reforestación, que no solo ayuda a restaurar el hábitat perdido, sino que también contribuye a mejorar la calidad del aire al absorber dióxido de carbono. Las iniciativas deben centrarse en plantar especies nativas que sean resistentes al fuego y que puedan prosperar en las condiciones ambientales cambiantes.
Además, se deben llevar a cabo estudios sobre el impacto del fuego en el suelo para entender mejor cómo se ve afectada su capacidad para retener agua y nutrientes. Esto puede ayudar a desarrollar técnicas agrícolas sostenibles que eviten la erosión y promuevan una recuperación más rápida del ecosistema.
La colaboración con organizaciones ambientales y universidades locales puede ser beneficiosa para implementar proyectos científicos que evalúen los efectos del fuego y guíen las estrategias de restauración. Estas asociaciones pueden aportar recursos valiosos y conocimientos técnicos necesarios para abordar desafíos complejos relacionados con la rehabilitación ecológica.
Europa sin capacidad
La Agencia Europea de Medio Ambiente publicó un nuevo informe que destaca la creciente vulnerabilidad de Europa frente a los riesgos climáticos. Bajo el nombre de «Evaluación Europea del Riesgo Climático», el documento revela que los peligros climáticos han alcanzado niveles críticos y podrían tener consecuencias catastróficas si no se implementan políticas y acciones urgentes. Este informe subraya la necesidad de identificar prioridades políticas para mejorar la adaptación al calentamiento global y proteger sectores sensibles.
Los hallazgos del informe son alarmantes. Señalan que las políticas y acciones actuales son inadecuadas para enfrentar la frecuencia y gravedad de los eventos climáticos extremos. Se identifican 36 riesgos significativos que afectan a ecosistemas, alimentos, salud, infraestructura y economía. Más de la mitad de estos riesgos requieren atención inmediata, especialmente en áreas como la conservación de ecosistemas, la protección contra inundaciones y el manejo de olas de calor.
El director ejecutivo de la agencia, Leena Ylä-Mononen, enfatiza que los riesgos están creciendo más rápido que la capacidad de respuesta social. Para garantizar la respuestas en las sociedades europeas, se tienen que implementar recortes rápidos en las emisiones y desarrollar políticas sólidas de adaptación. Esto incluye integrar la resiliencia climática en las políticas energéticas a nivel europeo y nacional.
El informe también destaca la responsabilidad de los gobiernos locales en la adaptación al cambio climático. A medida que los fenómenos meteorológicos extremos se vuelven más comunes, las autoridades locales deben adoptar medidas proactivas. El Pacto de los Alcaldes ha sido clave en este sentido, pues promueve planes de adaptación que abordan diversos impactos en ciudades y pueblos a través de toda Europa.
Empresas en crisis
Un nuevo informe de ACCA destaca la alarmante falta de preparación de muchas empresas para enfrentar desastres relacionados con el cambio climático. Con inundaciones recientes en Valencia como telón de fondo, el estudio titulado «Empeorando la tormenta: construyendo resiliencia contra las interrupciones climáticas» revela que la resiliencia empresarial no es una prioridad para la mayoría de los encuestados. Dos tercios de ellos manifestaron poco interés en la adaptación, a pesar de que el sector financiero es el llamado a impulsar transformaciones hacia una mayor resiliencia organizacional.
El informe señala que solo el 22% de las empresas tiene planes de continuidad del negocio, y menos del 10% se considera completamente preparado para enfrentar interrupciones climáticas. A nivel global, un 32% de los encuestados reportó haber sufrido cortes de energía debido a eventos climáticos, cifra que aumenta al 54% en África. Además, el 27% experimentó pérdidas financieras directas por estos eventos, lo que pone de manifiesto la urgencia de abordar esta problemática.
Para mejorar la preparación ante los desafíos, el informe sugiere que las empresas deben desarrollar planes de contingencia y crear cadenas de suministro adaptables. Sin embargo, solo el 17% realiza simulacros regulares para responder a interrupciones ambientales, lo que indica una falta generalizada de preparación. El informe enfatiza que es crucial incorporar riesgos en los planes empresariales para garantizar el éxito a largo plazo.
Políticas públicas para el cambio
La crisis climática exige una respuesta coordinada desde todos los niveles del gobierno. Es esencial que las políticas públicas se alineen con estrategias efectivas para abordar tanto los síntomas como las causas subyacentes del cambio climático. Esto incluye establecer regulaciones más estrictas sobre el uso del suelo, promover energías renovables y mejorar la infraestructura urbana para hacerla más resiliente ante desastres naturales.
Las políticas deben enfocarse en reducir las emisiones de gases de efecto invernadero mediante incentivos para empresas e individuos que adopten prácticas sostenibles. Esto podría incluir subsidios para instalaciones solares o programas que fomenten el uso del transporte público y bicicletas en lugar de vehículos particulares.
Además, hay que desarrollar planes integrales que aborden tanto la prevención como la respuesta ante desastres naturales. Estos planes deben incluir simulacros regulares, capacitación para equipos de emergencia y colaboración entre agencias para asegurar una respuesta rápida y efectiva ante situaciones críticas.
La participación ciudadana también debe ser un componente fundamental en el desarrollo e implementación de políticas públicas relacionadas con el cambio climático. Las comunidades deben ser consultadas sobre sus necesidades específicas y preocupaciones, lo cual puede ayudar a crear soluciones más efectivas y aceptadas a nivel local.
Si se quiere evitar catástrofes como los incendios en Los Ángeles, es imperativo que se fomente una cultura ambiental entre los ciudadanos mediante campañas educativas continuas sobre sostenibilidad y cambio climático. La educación es clave para ayudar a las personas a tomar decisiones responsables respecto al medio ambiente para alcanzar un futuro más sostenible.