Como parte de un nuevo impulso para reducir las emisiones de carbono de los vuelos, la Unión Europea junto al Gobierno de Turquía abrieron un laboratorio para cultivar algas y destinarlas a realizar combustible de aviones. El proyecto costó unos seis millones de euros, se espera que produzca suficientes plantas simples a base de agua en estanques al aire libre y tubos interiores como para obtener el biocombustible necesario para que Turkish Airlines realice su primer vuelo antes de finalizar 2022.
Tanto el ministro turco de energía y recursos naturales, Mustafa Varank, como la UE apuestan toda su esperanza y recursos en el proyecto. Sin embargo, son varios los expertos que han expresado su temor a que este biocombustible a base de algas pudiera producirse a una escala tan grande que buscara romper la dependencia de la aviación de los combustibles fósiles, alegando que esto sería imposible.
Escépticos temen que sea peor que los combustibles fósiles
Dan Rutherford, director de aviación del Consejo Internacional de Transporte Limpio, dijo que el combustible para aviones a base de algas «es como una discoteca», vuelve cada década más o menos, pero en una forma peor.
Por otra parte, Andrew Murphy, director de aviación del grupo de expertos sobre Transporte y Medio Ambiente con sede en Bruselas, señaló que la inversión de la UE en el desarrollo de combustible de aviación sostenible (SAF) en Turquía es una buena estrategia para llevar ese mercado de la aviación al alcance de sus propias medidas SAF, como ReFuelEU». Sin embargo, las algas tienen algunas preocupaciones debido a la escalabilidad, por lo que tanto la UE como el Gobierno turco necesitan financiar materias primas que puedan expandirse más fácilmente. Como ejemplo propuso combustibles derivados del hidrógeno como el queroseno.
Para Haznedaroglu los combustibles derivados del hidrógeno son «una parte de la caja de herramientas». Argumenta que la mayor parte del hidrógeno todavía se fabrica a partir de combustibles fósiles y «el camino de la investigación del hidrógeno todavía está un poco por detrás de las algas».
La instalación de algas en Estambul es un proyecto de demostración basado en la Universidad de Boğaziçi. Su objetivo es probar el concepto, no convertirse en un proveedor a gran escala, según el Gobierno turco. También esperan producir algas para complementos alimenticios, alimentos para animales y fertilizantes.
United Airlines pionera en volar aviones con combustible de algas
Rutherford también dijo que el Gobierno de los Estados Unidos «se ha estado metiendo en esto durante al menos 30 años y nunca se ha dado cuenta». En 2011, un avión de United Airlines voló de Houston a Chicago propulsado por un 40% de combustible a base de algas y un 60% de petróleo. La iniciativa fue de Solazyme, una empresa fundada por Jonathan Wolfson con sede en San Francisco que desarrolló por primera vez el combustible, pero se declaró en bancarrota en 2017.
Solazyme produjo combustibles, pero también aceites para la industria de los alimentos y cremas antienvejecimiento, todos ellos a base de algas. Desde 2003 su fundador buscó demostrar que las algas podrían ser una alternativa viable al petróleo. Aunque por un par de años la empresa fue líder en la carrera de combustibles de algas, hoy en día ni siquiera existe.
Cuando United Airlines se convirtió en la primera aerolínea en volar un avión con ese combustible de algas, acordó con Solazyme la compra de 20 millones de galones al año. Ese mismo año, la Marina de los EE UU compró un cargamento de diesel a base de algas para alimentar uno de sus destructores. De acuerdo con la Marina, el combustible de algas producía una cantidad mucho menor de gases de desecho que las mezclas convencionales.
Cómo se obtiene el combustible a base de algas
Cuando la empresa Solazyme comenzó hace una década, tenían la idea de producir algas en grandes estanques que absorbían la luz solar. Pero fue a través de la experimentación que los fundadores se dieron cuenta que una mejor manera era hacer crecer las algas en la oscuridad. En grandes tinas en las que se alimentan de carbohidratos como el azúcar.
Con los ensayos, la empresa que hoy está en quiebra descubrió que también podían imitar a muchos tipos de aceites comunes, de manteca de cacao y aceite de palma hasta aceite de oliva o incluso manteca de cerdo. En su momento, Wolfson aprovechó esta «tecnología disruptiva» para crear y distribuir otro tipo de productos.
Los problemas de este biocombustible
Pero los costos de la producción de algas eran demasiado altos. Solazyme no podía darse el lujo de seguir produciendo a gran escala ya que no podía venderla y obtener una buena ganancia. Sobre todo mientras escalaba la producción. Cabe acotar que la producción de este biocombustible cuesta aproximadamente el doble que el convencional. Y ese es su mayor desafío.
La empresa buscó otras alternativas para mantenerse como recaudar fondos para proyectos de algas no relacionados con combustibles. “Nos dimos cuenta pronto de que necesitábamos un modelo de negocio que nos permitiera usar el poder de nuestra tecnología para producir cualquier tipo de microalgas y entrar en los mercados de mayor valor”, dijo Wolfson.
Pronto Solazyme se concentró en elaborar una serie de aceites especializados para una variedad de grandes socios. Gracias a ello obtuvo márgenes de ganancia mucho mejores que a los que podía aspirar por la venta de combustibles para el transporte.
Otro problema que tuvo la compañía fundada en 2008 y que está presente en todo el proceso de creación de combustible a base de algas es que no dependen de luz solar gratuita. En su lugar, dependen de biomasa, como tallos de maíz y otros hidratos de carbono para hacer crecer las algas en la oscuridad.
El clima es otro factor limitante. Un estudio del departamento de energía de los EE UU encontró que las tasas de producción de algas “varían drásticamente de verano a invierno». Incluso en lugares como Florida. Recordemos que Estambul tiene una temperatura máxima diaria promedio del aire en enero de 9 °C.
Un biocombustible a 25 años de su viabilidad comercial
Al igual que el combustible fósil, el combustible de algas libera CO2 cuando se quema. Pero a diferencia del combustible fósil, el combustible de algas y otros biocombustibles solo liberan CO2 recientemente extraído de la atmósfera a través de la fotosíntesis a medida que las algas o plantas crecen. La crisis energética y la crisis alimentaria mundial han despertado el interés en el cultivo de algas (algacultura) para producir biodiesel y otros biocombustibles.
Varias compañías y agencias gubernamentales continúan financiando esfuerzos para reducir los costos operativos y de capital. Además de hacer que la producción de combustible de algas sea comercialmente viable. Algunas de ellas son Volkswagen y Honda junto a la petrolera Eneos, quienes apuestan por proyectos multimillonarios de biocombustible a base de algas.
El jefe de la Organización de biomasa algal declaró en 2010 que el combustible de algas podría alcanzar la paridad de precios con el petróleo en 2018. Pero solo si se le concedieran créditos fiscales a la producción. Sin embargo, en 2013, el Presidente y CEO de Exxon Mobil, Rex Tillerson, dijo que se retiraba tras haberse comprometido a gastar hasta seiscientos millones de dólares en 10 años en el desarrollo en una empresa conjunta con Synthetic Genomics.
Exxon dijo que después de cuatro años y pérdidas de unos cien millones de dólares, se dio cuenta de que el combustible de algas estaba probablemente «a unos 25 años de la viabilidad comercial o más».