Para las personas mayores, el viaje por la tecnología ha sido voraz pero fascinante. De un mundo analógico, más lento, de cartas y correos, de tarjetas de Navidad y documentos escritos a mano, a un mundo digital. Más inmediato, dinámico, interactivo, dependiente e incluso planificador de la cotidianidad. Los científicos están analizando a la par, la influencia de estos equipos y sus herramientas en el día a día y la función cerebral. Algunos advierten que los dispositivos digitales pueden deteriorar la memoria. ¿Es eso cierto o más bien la agudiza?
Las formas de trabajo y estudio, los tipos de entretenimiento, las comunicaciones, la manera en que nos movemos se vieron y se siguen viendo influenciados por la tecnología. Pero el protagonista del cambio más sustancial es, quizá, el cerebro humano.
Los teléfonos, direcciones y fechas importantes, por ejemplo, se guardaban en los aceitados y entrenados discos duros: nuestras mentes. Ahora, se cuenta con móviles inteligentes que recuerdan números, calles y cumpleaños con un solo clic. Además, la precisión de datos o información resultan más fáciles, están prácticamente a nuestro alcance con los motores de búsqueda en internet. Eficiencia y prontitud.
Apelar a la subcontratación de memorias o recordatorios, por ejemplo, a papel y lápiz, no es nada nuevo. Pero se ha vuelto más fácil que nunca hacerlo usando dispositivos externos, lo que hace que algunos se pregunten si nuestras memorias están sufriendo como resultado.
Lo que ocurre en nuestras mentes tiene muchas lecturas. Una de ellas la ofrece el psicólogo de Harvard Daniel L. Schacter. Señaló que los temores de que la tecnología esté aplastando la capacidad de recordar son exagerados. Aunque admitió que parece tener un impacto negativo en los «efectos específicos de la tarea».
Incidencia de los dispositivos digitales en la memoria
Daniel L. Schacter se refirió a la relación entre los dispositivos digitales avanzados y la memoria. En esta categoría se incluyen móviles, tabletas, ordenadores, cámaras inalámbricas, robot aspirador de limpieza, enchufes en hogar inteligente, GPS y, entre otros, localizador de llaves.
Citó experimentos en los que las personas a las que se les pidió que navegaran por una ruta simulada usando GPS. Estas personas tenían un peor recuerdo de la ruta más tarde que los sujetos que no usaron el sistema de navegación basado en satélites para seguir la misma ruta.
Pero, dijo, hay «poca evidencia» que sugiera que el uso de GPS afecta negativamente la capacidad de retener recuerdos espaciales en general. Y actualmente «no hay evidencia» que sugiera que el GPS afecta otros tipos de memoria, como la memoria de hechos o de la vida cotidiana.
Otra investigación, la de científicos de la University College de Londres (UCL), en el Reino Unido, arroja otras luces sobre ese vínculo.
Señalaron que el uso de dispositivos digitales, como los teléfonos móviles, podría ayudar a mejorar las habilidades de memoria en lugar de hacer que las personas se vuelvan perezosas u olvidadizas.
El estudio determinó que estos equipos ayudan a las personas a almacenar y recordar información muy importante. Lo que a su vez libera la memoria para recordar cosas adicionales menos importantes.
Asimismo, observaron que el uso de esa herramienta digital como memoria externa no solo ayuda a las personas a recordar la información guardada allí, sino que también les ayuda a recordar la información no guardada. Esta posición contrasta con la de otros neurocientíficos que, en estudios anteriores, habían expresado su preocupación porque el uso excesivo de las tecnologías pudiera provocar el colapso de las capacidades cognitivas y causar «demencia digital».
Memoria para lo que está y no está guardado
Para alcanzar esos resultados, los investigadores desarrollaron una tarea de memoria para jugar en una tableta o computadora digital con pantalla táctil. Una prueba que fue realizada por 158 voluntarios de entre 18 y 71 años, según indica la UCL en su página web. Y también lo publica Journal of Experimental Psychology.
En esta prueba, a los participantes se les mostraron hasta 12 círculos numerados en la pantalla, que tenían que recordar para arrastrar algunos de ellos hacia la izquierda y otros hacia la derecha. Tras realizar esta tarea 16 veces, los participantes tuvieron que usar su propia memoria para recordar la mitad de las pruebas, permitiéndoles establecer recordatorios en el dispositivo digital para la otra mitad.
«Queríamos explorar cómo el almacenamiento de información en dispositivos digitales podría influir en las capacidades de memoria», comentó el Dr. Sam Gilbert, del Instituto de Neurociencia Cognitiva de la UCL, autor principal de la investigación.
«Los resultados muestran que las herramientas de memoria externa funcionan. Lejos de causar ‘demencia digital’, usar un dispositivo de memoria externa puede incluso mejorar nuestra memoria para información que nunca guardamos. Pero debemos tener cuidado de hacer una copia de seguridad de la información más importante. De lo contrario, si falla una herramienta de memoria, podríamos quedarnos con nada más que información de menor importancia en nuestra propia memoria», resaltó.
Otro estudio arroja una visión diferente sobre los dispositivos digitales, las redes sociales y la memoria. La investigación, a cargo de Diana Tamir, directora del Social Neuroscience Lab, de la Universidad de Princeton se centró en el mundo de fotos que se cuelgan y comparten.
Todo se registra con un smartphone y corre a través de las redes, desde fiestas multitudinarias a momentos íntimos y eso facilita los contactos y las relaciones sociales. Pero este aumento de la comunicación podría estar generando un impacto y un deterioro de nuestra memoria.
El impacto de las redes sociales
Los resultados de esa investigación se publicaron en la revista Journal of Experimental Social Psycholog. Y demostraron que tomar fotos y hacer videos de una experiencia, así como difundirlos en las redes sociales, afecta la capacidad de las personas para tener recuerdos precisos de los eventos. Tamir explicó que a tres grupos de participantes del experimento se les pidió que vieran charlas TED en una PC y que realizaran un tour turístico, autoguiado, a una iglesia histórica.
Cada grupo siguió una consigna diferente. Algunos debían completar la tarea sin interrupciones y otros debían tomar imágenes y compartirlas en redes sociales durante la actividad. Luego se les hicieron diferentes tests que medían en detalle lo que cada uno recordaba de las experiencias. Según Tamir, “encontramos evidencias de que el uso de las redes sociales perjudica la memoria. Compartir fotos dañaba la formación del recuerdo, tanto en la experiencia del video como en los paseos en el mundo real”.
Adicionó que los hallazgos indicaron que “crear una memoria externa –tomando fotos y compartiéndolas– tiene consecuencias reales y objetivas sobre el recuerdo que se forma en nuestra mente”.
A manera de conclusión, precisó que las redes sociales afectan las experiencias personales, tanto en el momento como en su recuerdo. “Estos efectos pueden ser tanto sustanciales como sostenidos. La tecnología nos distrae de nuestras experiencias, limitando nuestra capacidad de recordar los momentos a los que deseamos aferrarnos. La presencia casi omnipresente de las redes sociales en la sociedad subraya la importancia de comprender sus efectos en nuestras vidas”.