Imágenes de satélites estadounidenses destinadas a espiar a los soviéticos durante la Guerra Fría, como parte del proyecto Corona, tienen ahora un nuevo uso. Cincuenta años después encuentran una segunda vida en la investigación ecológica.
Más de 800.000 imágenes de satélite tomadas no fueron desechadas. Permanecieron cautivas en el tiempo una vez superado el conflicto. Un grupo de científicos ecologistas las están empleando para rastrear la biodiversidad y el declive de las especies.
Un programa de espionaje estadounidense de la década de los cincuenta —el Proyecto Corona— lanzó satélites clasificados en año sesenta y setenta para escudriñar los secretos del Ejército Rojo. En total reunieron unas 850.000 imágenes que ahora aportan informaciones más globales y de interés masivo sobre el medioambiente, la destrucción de bosques, la contaminación de ríos y lagos, además de la desertificación.
Junto con programas de computación y nuevas aplicaciones, las instantáneas captadas desde el espacio han ayudado a los arqueólogos a identificar sitios antiguos. También a analizar la evolución de diversos procesos naturales, como la remodelación de la cubierta arbórea de Europa del Este en la Segunda Guerra Mundial.
Las fotos panorámicas contienen huellas perceptibles: colonias de pingüinos en la Antártida, montículos de termitas en África. Y senderos de pastoreo de ganado en Asia Central que revelan la vida dinámica de los habitantes.
Imágenes del Proyecto Corona, una dimensión ecológica y global
Los resultados de esta segunda vida que se da a las imágenes satelitales del Proyecto Corona en la investigación ecológica son sorprendentes. «Es Google Earth en blanco y negro», dijo Catalina Munteanu, biogeógrafa de la Universidad Humboldt de Berlín.
«Estamos hablando de fotografías tomadas por cohetes en el espacio en rollos de película. Que luego fueron lanzadas en paracaídas al suelo y capturadas en el aire por aviones militares. Antes de que pudieran aterrizar y ser capturadas por la inteligencia soviética», dijo Munteanu.
En su investigación comparó estas fotos históricas de satélite con las imágenes actuales de Google Earth para rastrear cómo la población de marmotas en el norte de Kazajstán cambió con el tiempo. Munteanu descubrió que el número de madrigueras disminuyó en un 14%, un cambio que atribuye a las campañas agrícolas de la era soviética cuando grandes áreas de estepas de pastizales se convirtieron en campos de cultivo.
Los sistemas modernos como los satélites Terra, Aqua, Copernicus y Landsat brindan a los científicos ambientales imágenes actualizadas regularmente de la superficie del planeta. Pero con los satélites espías, los investigadores pueden extender la línea de tiempo de un paisaje, incluso antes del siglo XX. Esto, paradójicamente, ayuda a predecir lo que vendrá después.
“Cuando se duplica o triplica la edad de ese registro puede mejorar sustancialmente su capacidad de modelado en el futuro”, dijo Chengquan Huang, geógrafo de la Universidad de Maryland.
Imágenes de guerra al servicio de los cambios ambientales
En 1995 las imágenes de archivo del proyecto Corona de fueron desclasificadas, algunas aparecieron en la portada de The Times. Los funcionarios del gobierno se sintieron motivados a publicar las imágenes, en parte, debido a su valor anticipado para los científicos ambientales.
“Este tipo de fotografías”, dijo Al Gore, entonces vicepresidente de Estados Unidos, “son las que hacen que el evento de hoy sea tan emocionante para quienes estudian el proceso de cambio en nuestra Tierra”.
A partir de esa fecha, el programa ha permanecido relativamente desconocido para el público. “Es el mejor éxito militar financiado por los contribuyentes que nadie conoce”, dijo Jason Ur, arqueólogo de la Universidad de Harvard que utiliza las imágenes de Corona para su investigación.
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