Aunque son menudos, su solo sobrevuelo y zumbido avisor, logran exasperar a cualquiera. Los mosquitos prefieren las horas de la madrugada o los climas cálidos para acechar a sus víctimas y, según estudios recientes, estos insectos además, se sienten atraídos por ciertos olores de las personas. Sin dudas, que su plan de vuelo y posterior pinchazo, resulta más penoso si se trata de un mosquito transmisor de la malaria.
Los mosquitos siempre parecen cautivados por ciertas personas. De hecho, hay diversas opiniones sobre esta atracción: si es por el tipo de sangre, la dieta, el jabón, entre otras. Pero, regiones de África soportan una parte desproporcionadamente alta de la carga mundial de paludismo, entonces este comportamiento exige una respuesta.
Un nuevo estudio publicado en Current Biology podría acercarnos a una explicación, una que podría conducir a formas nuevas y efectivas de controlar la malaria. La investigación fue coordinada por Conor McMeniman, profesor asistente de microbiología molecular e inmunología en el Instituto de Investigación de Malaria Johns Hopkins.
La malaria es una enfermedad de transmisión sanguínea causada por parásitos microscópicos que se instalan en los glóbulos rojos. Cuando un mosquito pica a una persona infectada de malaria, aspira el parásito junto con la sangre. Tras desarrollarse en el estómago del mosquito, el parásito «migra a las glándulas salivales y luego es escupido de nuevo a la piel de otro huésped humano cuando el mosquito vuelve a alimentarse de sangre», explica McMeniman.
«La malaria sigue causando más de 600.000 muertes al año, sobre todo en niños menores de 5 años, y también en embarazadas», afirma el experto.
«Inflige mucho sufrimiento en todo el mundo, y parte de la motivación de este estudio es intentar comprender realmente cómo los mosquitos que transmiten la malaria encuentran a los humanos».
Olores atractivos para los mosquitos
McMeniman, junto con los investigadores Diego Giraldo y Stephanie Rankin-Turner, se centraron en el Anopheles gambiae, una especie de mosquito que se encuentra en el África subsahariana. Se asociaron con el Macha Research Trust de Zambia, dirigido por Edgar Simulundu.
«Estábamos muy motivados para desarrollar un sistema que nos permitiera estudiar el comportamiento del mosquito africano de la malaria. En un hábitat que reflejara su hábitat natural», explica McMeniman. Los investigadores también querían comparar las preferencias olfativas de los mosquitos entre distintos seres humanos. Observar la capacidad de los insectos para rastrear olores a distancias de 20 metros y estudiarlos durante sus horas más activas, entre las 10 de la noche y las 2 de la madrugada.
Para cumplir todos estos requisitos, los investigadores crearon una instalación protegida del tamaño de una pista de patinaje en Zambia, llamado jaula de vuelo. En el perímetro de la instalación había seis tiendas de campaña con mosquiteros donde dormirían los participantes en el estudio. El aire de las tiendas, que contenía el aliento y el olor corporal característicos de los participantes, se bombeaba a través de largos tubos a la instalación principal. Sobre almohadillas absorbentes, calentadas e infundidas con dióxido de carbono para imitar a un ser humano dormido.
Cientos de mosquitos de la instalación principal, de 20 por 20 metros, recibían entonces un bufé de los olores de las personas dormidas. Cámaras de infrarrojos siguieron el movimiento de los mosquitos hacia las distintas muestras. Estos insectos no estaban infectados de malaria.
Preferencia por los ácidos carboxílicos
En la jaula de vuelo se compararon hasta seis olores humanos a la vez. Eso aumenta el poder comparativo del sistema quince veces en relación con los experimentos de dos opciones en el laboratorio. Allí solo se puede hacer una comparación entre dos humanos.
Otra parte poderosa de este sistema es que se puede probar el comportamiento de los mosquitos en condiciones naturales. Anopheles gambiae, el mosquito africano de la malaria, le gusta cazar de noche cuando los humanos duermen.
La parte más interesante de este estudio es que los mosquitos constantemente, noche tras noche, elegían el mismo olor humano. Los análisis químicos del aire de las tiendas revelaron las sustancias causantes de los olores que atraían o no a los mosquitos.
Los mosquitos se sentían más atraídos por los ácidos carboxílicos del aire. Incluido el ácido butírico, un compuesto presente en quesos como el Limburger. Estos ácidos carboxílicos son producidos por bacterias de la piel humana y no suelen ser perceptibles para nosotros.
Mientras los ácidos carboxílicos atraían a los mosquitos, parecía disuadirlos otra sustancia química llamada eucaliptol, presente en las plantas. Los investigadores creen que una muestra con una concentración elevada de eucaliptol podía estar relacionada con la dieta de uno de los participantes.
Simulundu dijo que encontrar una correlación entre las sustancias químicas presentes en el olor corporal y la atracción de los mosquitos por esos olores era «muy interesante y emocionante. «Este hallazgo abre enfoques para desarrollar señuelos o repelentes que puedan utilizarse en trampas para alterar el comportamiento de búsqueda de huéspedes de los mosquitos. Controlando los vectores de la malaria en regiones donde la enfermedad es endémica».
Punto de partida para los repelentes
Leslie Vosshall, neurobióloga y directora científica del Instituto Médico Howard Hughes, que no participó en el estudio, se mostró igualmente entusiasmada. «Creo que es un estudio muy interesante», afirmó. «Es la primera vez que se hace un experimento de este tipo a esta escala fuera del laboratorio».
Vosshall investiga otra especie de mosquito que propaga el dengue, el zika y el chikungunya. En un estudio publicado el año pasado en la revista académica Cell, ella y sus colegas descubrieron que esta especie de mosquito también busca el olor de los ácidos carboxílicos producidos por las bacterias en la piel humana.
El hecho de que estas dos especies diferentes respondan a señales químicas similares es positivo, agregó, podría facilitar la creación de repelentes o trampas para mosquitos en general.
Puede que la investigación no tenga consecuencias inmediatas para evitar las picaduras de insectos en la próxima barbacoa. Vosshall señaló que ni siquiera fregar con jabón sin perfume elimina los olores naturales que atraen a los mosquitos. Sin embargo, señaló que el nuevo trabajo «nos da algunas pistas sobre lo que utilizan los mosquitos para cazarnos, y entender qué es, es esencial para que podamos dar los siguientes pasos».