Por Andrés Tovar
08/03/2018
La primera huelga feminista en España ha sumado para este jueves a decenas de colectivos. Las actividades comenzaron en la noche de este miércoles y la convocatoria está registrada por los sindicatos en la Delegación de Trabajo. Por ende cumple con todos los requisitos legales. Trabajadores y trabajadoras podrán acogerse al paro parcial de dos horas o total. Importante resaltar que la huelga cubre a los trabajadores sólo en el régimen general. En el resto de casos, hacer o no la huelga dependerá de su situación.
Las reivindicaciones que motivan la huelga feminista son nobles. ¿Quién no quiere la igualdad económica para todos?. En el país, la plataforma Comisión8M, ha reunido motivos completamente loables. La brecha salarial del 25%, el 14,9% menos de media que cobran por hora bruta y el llamado ‘techo de cristal’ que dificulta su acceso a puestos de poder. Asimismo, la violencia machista que causó la muerte de 48 mujeres y de ocho menores. No menos importante el reconocimiento al trabajo no remunerado que recae en su mayoría en ellas. Todos estas motivaciones avaladas por el INE.
Pero la huelga feminista en España va más allá del trabajo asalariado. Su manifiesto convoca a “quebrantar los privilegios de una sociedad patriarcal y capitalista, racista y heteronormativa”. Ésto, con la paralización de la actividad y la movilización callejera. Tal pronunciamiento ha despertado el debate en las últimas semanas, debido a los tintes ideológicos tras la convocatoria. Un hecho que, además de anular la diversidad ideológica en pro de la «igualdad de la mujer», diluye los loables objetivos de la convocatoria al motorizar una trinchera partidista donde algunos quieren abrogarse la legitimidad de hablar en nombre de las mujeres.
Las brechas de la huelga feminista
El agregado ideológico antes mencionado no es la única de las brechas de la huelga feminista de este jueves. Los organizadores están modelando este paro de una de las huelgas de mujeres más conocidas y exitosas, el Día de la Mujer de 1975 en Islandia. El 90% de la población femenina participó y se negó a realizar ningún trabajo remunerado o no remunerado. Se atribuye a esa huelga un papel importante en hacer de Islandia el «país más feminista del mundo«.
Pero en la práctica, la mayoría de las mujeres no pueden darse el lujo de librarse del trabajo remunerado o no remunerado. Este hecho, junto con los pronunciamientos ideológicos partidistas de la huelga, es preocupante. En términos de mensajes y estrategia, el lema «sin nosotras se para el mundo» se siente más como una acción gremial-partidista que como una acción coordinada.
Por otra parte, el objetivo de la huelga feminista -como el de toda acción de este tipo- es hacer visible no sólo los reclamos, sino a la masa afectada. Como cualquier buen organizador sindical sabe, hay fuerza en los números. Sin este tipo de poder colectivo, un gran número de mujeres de la clase trabajadora pueden abstenerse de la huelga porque los riesgos de sobresalir parecen superar los beneficios.
Para todas… ¿todas?
Las organizadoras también reconocen que muchas mujeres no podrán negarse a trabajar. Como lo refirieron días antes en Onda Cero. “Somos conscientes de la trascendencia de la convocatoria y de las situaciones concretas. Por ejemplo, las trabajadoras del hogar, donde la legislación no contempla el derecho a huelga. O las situaciones de precariedad que lo hacen imposible. Lo que les decimos es que hay mil formas de participar. Las empleadas del hogar, por ejemplo, considera muy importante que colguemos delantales de los balcones y de las ventanas como forma de hacerlas visibles y que estén presentes aunque no puedan hacer huelga».
Tal argumento hace parecer que la protesta es de algunas y no de todas. Así como los pronunciamientos ideológicos niegan a otras mujeres, millones de ellas, que demuestran ejercitar plena igualdad o, por lo menos, luchan para que sea así, y otras millones que defienden la dignidad de ser el sostén básico de las familias, más allá de las ideologías e incluso sin utilizar el «feminismo linguístico».
Mirando hacia atrás para seguir adelante
Entonces, ¿cómo podría haberse abordado la huelga feminista de manera diferente? Para empezar, las organizadoras harían bien en aprender de los éxitos y las limitaciones de sus referentes. Por ejemplo, la Marcha de Mujeres por la Igualdad de marzo de 1970 -organizada en EEUU por la Organización Nacional de Mujeres de América- se realizó en espacios no laborales con el fin de ser más inclusiva. Asimismo, en la famosa huelga de Islandia del 1975, el 90% de las mujeres islandesas se negaron a trabajar, cocinar o cuidar niños. El número de participantes fue alucinante. Pero no solucionó los problemas de género de la nación de la noche a la mañana. Apenas hace dos años (2016), el país más igualitario del mundo también estaba protestando por la brecha salarial. Lo que quiere decir que todavía tiene trabajo por hacer.
A pesar de la fuerza implícita que tienen las huelgas, tienden a ser más efectivas cuando se centran en lograr un objetivo de política particular. Polonia es uno de los mejores ejemplos modernos de cómo las mujeres han utilizado las huelgas para apuntar a políticas específicas. El 3 de octubre de 2016, decenas de miles de mujeres en toda Polonia se declararon en huelga para protestar contra una prohibición restrictiva del aborto propuesta en el parlamento. Unos días más tarde, la prohibición fue rechazada.
Políticas concretas
En España, de 46.549.045 españoles –datos de 2017–, el 50,94% son mujeres y el 49,06% de hombres. Ésto nos habla de una sociedad compleja. Por ende, lo que requiere son medidas concretas. Roles compartidos. Que la maternidad no penalice a la mujer. Y que se generen políticas efectivas para reducir la brecha salarial.
La visibilidad siempre será importante para el movimiento por los derechos de las mujeres. Pero la visibilidad por sí sola no es suficiente. Cuando se habla de desigualdad sistémica e institucional, se necesitan pasos concretos en forma de cambios de política. Es cierto que esto es un desafío para las mujeres, minoritariamente representadas en los puestos de gobierno. Hasta que se logre la paridad -otra reivindicación a la que apostar- involucrar a los hombres -y que nosotros tomemos conciencia, como lo dijo nuestro director Gorka Landaburu- también forma parte de la solución.