Enzo Maiorca se encontraba buceando cerca de la costa de la isla de Siracusa, y mientras hablaba con su hija Rossanna –quién se encontraba arriba del barco–, sintió que algo lo golpeaba suavemente en su espalda. Al girarse para ver de qué se trataba, vio que era un delfín. Al observarlo con cuidado, Maiorca se dio cuenta que el delfín no quería jugar, sino que intentaba comunicarle algo. Maiorca decidió seguir al delfín cuando éste se sumergió, descubriendo que a unos 12 metros de profundidad había otro delfín que estaba enredado en una red abandonada. Maiorca rápidamente subió a la superficie. Le pidió a su hija que se pusiera el equipo de buceo, se lanzara al agua y se sumergiera con él.
En pocos minutos él y su hija logran liberar al delfín atrapado. El cual, al límite de sus fuerzas logra emerger, emitiendo un “grito casi humano”, como lo describió el propio Maiorca. Los delfines sólo pueden resistir poco más de 10 minutos bajo el agua. Si en ese tiempo no a la superficie a respirar se ahogan y mueren. El delfín liberado –aún algo aturdido–, fue atendido por Enzo y su hija Rossanna. Y ahí se produjo la gran sorpresa: se trataba de un delfín hembra que poco después dio a luz a su bebé delfín.
El delfín macho se puso a girar en torno a todos ellos en una actitud de atenta observación y cuidado. Posteriormente se detuvo frente a Enzo y le tocó suavemente la mejilla –como si fuera un beso– en un gesto de gratitud. Luego se alejó en compañía de su pareja y del delfín recién nacido. Enzo Maiorca terminó su relato señalando lo siguiente: “Hasta que el hombre no aprenda a respetar y a dialogar con el mundo animal, nunca podrá conocer su verdadero papel en la Tierra”.
Esta historia verdaderamente inspiradora es una de las tantas que Enzo Maiorca contó mientras estuvo con vida. El buceador italiano fue el más famoso de su tiempo por consagrarse como campeón mundial de apnea. Este deporte extremo consiste en suspender la respiración en forma voluntaria con el fin de descender a grandes profundidades en el mar. Su último gran récord personal lo obtuvo en el año 1988 a los 57 años, cuando logró sumergirse a una profundidad de 101 metros sin respirar.
Apodado también el “señor de las profundidades”, lo que distinguió a este hombre de otros numerosos atletas famosos fue su cariño y respeto por el mar. Así como también por los seres marinos que allí habitan, destacando por supuesto a los delfines.
El cariño y la lealtad de los animales
Los animales, así como las personas, son muy conscientes del gran amor que le muestran algunos seres humanos. Lo corresponden demostrando como pueden su cariño, pero también con una inmensa lealtad. No son muchas las personas quienes logran comprender del todo el gran afecto que los animales nos entregan a cambio de lo poco que nosotros les damos a ellos. Los animales, así como el delfín de la historia de Maiorca, piden ayuda, dan amor y expresan su gratitud a pesar del maltrato que reciben por parte de los seres humanos.
Como seres humanos tenemos la obligación de aprender a cuidar y respetar la vida de nuestras mascotas y de todos los animales que nos rodean. Y es que a menudo estos animalitos nos demuestran su cariño y amor, ofreciéndonos lealtad de por vida. Es poco lo que podemos hacer por ellos: darles una familia, cuidarlos, alimentarlos o protegerlos, pero es importante para salvarlos.
La especial relación entre animales y humanos
Existen otros relatos extraordinarios como el de Enzo Maiorca que nos dejan sin palabras. Uno de ellos es la historia del buceador francés Jacques Mayol, quién, ya a los siete años descubrió por primera vez a los delfines. Convirtiéndose estos mamíferos marinos en una verdadera pasión para él. Luego pasando los años comenzó a pasar gran parte de su vida en los distintos mares del mundo, aprendiendo a bucear, a practicar la apnea y a relacionarse con diversos animales marinos.
De adulto trabajó en un Seaquarium como cuidador de los animales. Allí conoció a Clown, un delfín hembra muy inteligente, con la cual estableció de inmediato una relación especial e intensa. Según relató Mayol, Clown le enseñó cómo trabajar la respiración bajo el agua sin esfuerzo, algo que se convirtió en una obsesión para él, que lo condujo a sumergirse en profundidades del océano a pulmón abierto hasta alcanzar récords jamás pensados, ya que en el año 1985 llegó a una profundidad récord de 105 metros. Tanta fue la conexión que tuvo con Clown, que a Mayol lo apodaron “el hombre delfín”. Él creía que el ser humano, de alguna manera, estaba relacionado con los mamíferos marinos diciendo que “hay un delfín dormido en cada uno de nosotros”.
Desde los albores de la humanidad el hombre se ha relacionado con los animales de su entorno y es a través de la domesticación que ambos han establecido una convivencia que en algunos casos es mutuamente beneficiosa e incluso afectiva. Por algo el perro es llamado «el mejor amigo del hombre».
El estrecho vínculo que pueden llegar a formar los humanos con los animales puede incluso convertirse en una especie de terapia o sanación mutua. En algunos casos, los médicos recomiendan a sus pacientes psíquicos apoyarse en la relación afectiva con su animal de compañía para equilibrar su situación anímica. Varios estudios señalan los beneficios de tener una mascota, llegando a estar relacionado con el desarrollo cognitivo de los humanos, además de mejorar la atención veterinaria de las mascotas.