Ya son 75 años de la peor tragedia ocurrida en Hiroshima, Japón, lugar donde cayó la primera bomba nuclear. Aquel 6 de agosto de 1945 queda marcado en la historia universal como el peor horror ocurrido.
Debido a la pandemia de la COVID-19, los actos conmemorativos fueron muy limitados y el público tuvo que conformarse con seguir la ceremonia por Internet. Solo asistieron supervivientes, descendientes de las víctimas, el primer ministro japonés Shinzo Abe y algunos representantes extranjeros.
El acto comenzós con una oración silenciosa para marcar el instante en el que la bomba atómica explotó en el cielo de Hiroshima. «Nunca debemos permitir que se repita este pasado doloroso», dijo el alcalde Kazumi Matsui. Mientras que el primer ministro se comprometió a hacer “cuanto pueda para lograr un mundo sin armas nucleares y una paz duradera».
Hiroshima devastada por la peor bomba
Aquel 6 de agosto, el presidente de Estados Unidos, Harry Truman dio la orden para que la “Little Boy” cayera sobre la ciudad portuaria de Hiroshima. La explosión ocurrió a las 8:15 y mató 140.000 personas, la mayoría civiles, incluidos niños de todas las edades. Destruyó por completo la localidad.
Muchas murieron en el acto, otras murieron en las semanas y meses siguientes como consecuencia de las heridas o de la radiación. A los tres días, el bombardero estadounidense lanzó otra bomba, la “Fat Man”, que causó más de 74.000 muertes en la ciudad de Nagasaki.
Los sobrevivientes de estos dos ataques son conocidos como “hibakusha”. Es la palabra que distingue a 136.700 personas que aún viven en Japón y quieren pasar el testigo a las nuevas generaciones. Con tal fin han creado archivos de memoria con testimonios, poemas o dibujos para que no se olvide nunca la tragedia.
EE UU sin disculpas oficiales
Hasta el momento, 75 años después del horror de la primera bomba nuclear, Hiroshima no ha recibido de Estados Unidos una disculpa oficial. El único que visitó en el 2016 la ciudad de Hiroshima fue el presidente Barack Obama, que rindió un homenaje a las víctimas.
Entretanto, el papa Francisco sigue abogando por un mundo libre de armas atómicas. El año pasado visitó Hiroshima y Nagasaki para recalcar su oposición. Critica la doctrina de la disuasión nuclear, asegura que envenena las relaciones entre los pueblos.
El secretario general de la Organización de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, lamentó que el objetivo de eliminar las armas atómicas siga siendo «en letra muerta», una meta irrealizable. «Hoy, un mundo sin armas nucleares parece cada vez más lejano», dijo.
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