«La hipótesis del reservorio especial» es una explicación científica, que apunta a que los rasgos fisiológicos o ecológicos de murciélagos y roedores los hacen más propensos a albergar virus zoonóticos, patógenos responsables del 70% de la incidencia de enfermedades infecciosas en los humanos. Un ejemplo de virus zoonótico es el SARS-CoV-2, patógeno responsable de la actual pandemia.
La hipótesis explica que el orden de los roedores alberga distintas especies que han sido domesticadas, por lo que la interacción con los humanos facilita el intercambio de patógenos. Mientras, los murciélagos son capaces de generar un ambiente inmunológico, que favorece la aparición de enfermedades infecciosas en las personas.
Desmontando la «hipótesis del reservorio especial»
Un estudio que se ocupa de la caza de virus entre diferentes especies de mamíferos y aves desmonta la «hipótesis del reservorio especial». Apunta hacia el hecho de que los murciélagos y los roedores no son tan únicos a la hora de albergar virus que amenazan la salud humana.
Los científicos del Centro para la Investigación de Virus de la Universidad de Glasgow, Escocia recopilaron datos sobre 415 virus de animales, que saltaron a las personas. Luego, compararon los virus en 11 órdenes de especies animales distintas, que incluían murciélagos, roedores y pájaros cantores.
El análisis estadístico de la investigación reveló que los grupos de animales con más especies son los que tienden a albergar más virus. De allí a que una mayor cantidad de virus pueda saltar a la especie humana. Por ejemplo, el orden de los roedores fue el grupo de mamíferos con mayor cantidad de especies y el que mayor cantidad de virus transmitió a los humanos dentro del estudio. No siendo así para los murciélagos.
Biología de los virus
Entre otros hallazgos el análisis estadístico, muestra que la biología del virus tiene un papel fundamental en la propagación de los patógenos entre humanos. La manera cómo se replica o transmite un virus es un factor de expansión aún más determinante que los rasgos fisiológicos o ecológicos de las especies que lo albergan.
Los hallazgos del estudio desmontan la «hipótesis del reservorio especial», porque demuestran cuantitativamente que para predecir el potencial infeccioso de un virus, la búsqueda debe centrarse en la biología del virus y en el número de especies que tiene el orden de mamíferos, donde el virus se hospeda. La clave de la búsqueda no estaría en las características fisiológicas y ecológicas de los huéspedes animales como «la hipótesis del reservorio especial» sostiene.
De la vida silvestre y los patógenos
Finalmente, la investigación apunta a que otros factores deben considerarse a la hora de predecir de dónde podría venir la próxima epidemia. Dice Daniel G. Streicker, uno de los autores del estudio, que se deben considerar el comercio de la vida silvestre y el cambio en el hábitat natural de las especies, factores humanos que propician el contacto de más animales con las personas.
Una de las hipótesis sobre el origen de la COVID-19 es que el virus SARS-CoV- 2 tiene su fuente primigenia en los murciélagos. De allí saltó al pangolín, un mamífero placentario víctima del tráfico ilegal de vida silvestre, y del pangolín saltó a los humanos.
La carne del pangolín es muy apreciada entre los hombres de negocio de China. Consumir su carne es sinónimo de solvencia y buen estatus social. También las escamas del animalito se comercian en los establecimientos de medicina tradicional china.
Más allá de murciélagos y roedores
Los hallazgos de la riqueza viral de acuerdo al número de especies en un orden de mamíferos son evidencia suficiente y convincente para ampliar la vigilancia epidemiológica más allá de murciélagos y roedores. Sin embargo, el estudio no coloca un punto y final al debate alrededor de la «hipótesis del reservorio especial».
La sugerencia de los expertos es ampliar la vigilancia epidemiológica más allá de murciélagos y roedores sin perderlos de vista. La clave se encuentra en las características genómicas de los virus y los lugares donde las personas y los animales interactúan, lugares como los mercados húmedos de Wuhan.
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