Por Ores Lario
05/03/2017
Cuando las creaciones de bisutería más excesivas hacían furor, Helena Rohner empezaba con sus pequeñas y delicadas joyas. Hoy sigue fiel a sus inicios con creaciones honestas en las que la sutileza y la sobriedad de las formas resalta el trabajo artesanal y la nobleza de los materiales. En los diseños de Helena Rohner (Las Palmas de Gran Canaria, 1968) se combinan metales como el oro y la plata con porcelana, madera y piedras preciosas.
La creadora acaba de celebrar 20 años desde la apertura de su primera tienda en Madrid. Hoy cuenta con otra en Barcelona y mantiene acuerdos con museos como la Tate Modern y el Victoria Albert en Londres, la Miró en Barcelona, el Guggenheim en Bilbao o el Thyssen-Bornemisza en Madrid.
Su trabajo ha sido reconocido con numerosos premios, como la Medalla de Oro al Mérito de las Bellas Artes en 2014 y el Red Dot of Design por un pen drive de porcelana hecho a mano para la empresa danesa Káhler. Ha diseñado para los grandes: el primero, Barneys, en Nueva York. Mantiene una relación laboral desde hace dos décadas con Paul Smith y ha colaborado con David Delfín, Juanjo Oliva, Pedro del Hierro… Es un ejemplo del diseño made in Spain y las creaciones que salen de su pequeño estudio taller tienda en Madrid han trascendido el mundo de las joyas. Con el sello Rohner hay vajillas, lámparas, jarrones y piezas de menaje para compañías tan prestigiosas como Bodum o George Jensen. “Trabajar para la compañía danesa fue un reto enorme. Ellos vieron mi tetera de cerámica y yo les convencí para que me dejaran mezclar otro material con el acero. Al principio no vendía mucho, pero me dijeron que era un long runner. Lleva 10 años produciéndose y en George Jensen lo consideran una de las piezas emblemáticas”, dice Rohner, que aplica el movimiento slow al diseño. La tetera resume su ideal: hacer cosas duraderas y que funcionen bien.
Sus creaciones se han calificado como democráticas. “Me gusta comprármelas yo, que lleguen a mucha gente, que cuesten entre 100 y 200 euros y que las puedas usar sin miedo a perderlas o estropearlas. Me gusta que no simbolicen ni poder ni fuerza”, cuenta. Al hablar, juega con su anillo de oro, la joya que lleva además de unos pendientes de aro.
“Yo diseño cosas desde dentro y no hago cosas para epatar, sino para que se usen y se disfruten. Soy bastante constante e intento mantener una línea simple”. La coherencia define a Helena Rohner, con una lista de clientes infinita. Sus creaciones pueden adquirirse en establecimientos como Tomorrowland en Tokio, Les Precieuses en Bruselas o Lala en Berlín.
¿La clave de su éxito? “Mirando mi libreta de apuntes de los últimos 20 años compruebo que he sido muy tenaz, una cabezota. Más que éxito, ha sido el resultado de mucho trabajo y la pequeña rebeldía de mantenerme coherente a mí misma”, afirma esta artista que se atrevió a fusionar la dureza del metal con la delicadeza de la porcelana. “Desde que empecé quería hacer joyas mezcladas con el arte, con distintos materiales. Convencí a la ceramista de que se podía hacer. La primera colección de porcelana salió con el nacimiento de mi hijo”, recuerda.
Lucas, el primer hijo de Helena, nació con acondroplasia. Hace unos meses, la diseñadora de joyas abrió una petición de micromecenazgo con la intención de recaudar 8.000 euros para rodar un documental basado en la experiencia de Lucas y contribuir a normalizar su situación. “Él es genial y diferente. De él he aprendido una gran lección: vivir el momento”, asegura.
El libro
La editorial Turner ha ampliado su catálogo con un volumen dedicado a los 20 años de diseño de Helena Rohner. Con una introducción de Montse Domínguez y a través de una selección de piezas, el libro, de 80 páginas, “no está organizado por años sino por materiales. En mi trabajo hay amor al cuero, a la madera… al trabajo artesano”, asegura la diseñadora.