III CONGRESO INTERNACIONAL DE SOSTENIBILIDAD DEL MEDIO AMBIENTE
/MESA DE DEBATE I Impacto de las finanzas sostenibles
El avance de la inversión sostenible, que aúna criterios ambientales, sociales y de gobernanza y transparencia, se generaliza en el sector financiero. La regulación normativa, un auténtico tsunami legislativo, ha significado un cambio paradigmático para las empresas y la gestión financiera.
No obstante, existe un gran desconocimiento, pero hay voluntad de cambio en las organizaciones. En la campaña presidencial de Bill Clinton en 1992 se hizo popular la frase “es la economía, estúpido”. Hoy habría que actualizar su contenido: “Es el planeta, estúpido”. Es necesario ponerle un precio al carbono y también a la biodiversidad.
En las próximas tres décadas, según introdujo Francisco Benedito, vamos a asistir a la mejor oportunidad de negocio de la historia y, al mismo tiempo, vamos a salvar el planeta. Cada vez más, los inversores demandan productos sostenibles y las compañías los ofrecen.
Los cambios vertiginosos que se están produciendo en las organizaciones, con continuas exigencias normativas y regulatorias, contribuyen a un cambio sustancial en el ámbito fi nanciero que, además, vive un proceso de descentralización que surge del blockchain y se expande rápidamente.
Para Ana Barreira, la Ley 11/2018 y los estados de información no financiera ha supuesto un paso importante para afianzar los criterios de sostenibilidad en las empresas.
“Se está avanzando, pero de forma tímida, porque la información es escasa. Por ejemplo, a la hora de reportar sobre riesgos climáticos, en el caso de las emisiones de gases de efecto invernadero se circunscriben al ámbito del scope 1 (las emisiones directas de la actividad de la empresa) y scope 2 (las causadas por el consumo energético). Queda mucho por abarcar, pese a que lo exige la ley, no se está contemplando el scope 3, que se refiere a las emisiones que se generan a lo largo de toda la cadena de valor, desde la obtención de las materias primas hasta el uso de los productos o servicios por parte de los consumidores, es decir, las emisiones de las actividades, no de los edifi cios donde se realizan estas actividades, como son otorgar créditos, apoyo a las empresas, etc. Hay que medir esto y se está midiendo bastante mal”.
Según Barreira, se está avanzando, pero queda mucho por hacer. Empieza a haber hiperlegislación en materia de transparencia debido a la multiplicidad de muchos, indicadores.
“La transparencia es muy importante, pero tantas normas y requisitos a veces no reflejan exactamente qué es lo que están haciendo las empresas, qué políticas se llevan a cabo, qué grado de ambición existe. El reporte es muy bonito, pero ¿cómo se aplican las políticas medioambientales?, ¿se sigue financiando el sector del carbón? Al final, los reportes acaban en manos de abogados y técnicos financieros. Es necesario introducir muchos más perfiles como ambientalistas, biólogos, etc. Se tramitan muchos reportes, pero no se enfatiza en los daños ambientales que se están causando, los costes, las externalidades ambientales. Hay un exceso de normas, deberíamos ser más específicos”.
Joaquín Garralda puntualizó que, más que sobrerregulación, se trata del corto espacio de tiempo en el que se han producido cambios importantes. “Las empresas y los gestores financieros están sufriendo este tsunami regulatorio, pero indudablemente estamos en el buen camino. ¿Será suficiente esta velocidad para alcanzar en 2050 la neutralidad en carbono? Esa es la pregunta. El mundo financiero, que siempre es el malo de la película, está reaccionando, aunque no con la velocidad y la transparencia que serían deseables”.
Las empresas están reaccionando con mucho esfuerzo pese a la complejidad del scope 3, “que es el caballo de batalla porque afecta a proveedores y clientes”. Es importante ver cuáles son los escenarios para luego determinar los indicadores.
“Tomas por ejemplo la reducción del consumo de energía –explicó Garralda–, pero en la medida que vamos a hacer una transición energética hacia la descarbonización ese indicador ya no es válido. La asignatura pendiente de las empresas, de los analistas y gestores es asumir el reto de la descarbonización para el año 2050. La clave es establecer indicadores con objetivos a 2030 y a 2050 y que sean creíbles. Ese es el gran reto”.
Las finanzas sostenibles son la herramienta idónea para adelantar el proceso de descarbonización e impulsar la sostenibilidad. “Tenemos que poner precio al carbono –concluyó– y, para ello, hay que implementar las condiciones políticas y normativas en la Unión Europea para que este precio se pague en las fronteras. Y también poner precio a la biodiversidad. El mecanismo del mercado es efi ciente, lo que pasa es que no hay mercado sobre estas cuestiones”.
Luis Garvía Vega comenzó poniéndose en el papel del abogado que tiene que hacer el informe, que además tiene que ver con temas técnicos ingenieriles y financieros.
“En el año 2020 se promulgaron 39 reales decretos y 793 normas a nivel nacional. La pregunta es: ¿podemos cumplir con toda la legislación en general que tenemos por delante? En casi todos los casos los informes son un copia y pega del resto. Están sucediendo muchas cosas en muy poco tiempo y en demasiadas ocasiones tenemos los pies de barro. Por ejemplo, el BCE prevé añadir a los antiguos test de estrés de los bancos seis nuevos escenarios de cambio climático que harán que los gestores de riesgos financieros se pongan las pilas”.
Los cambios se están produciendo de una manera muy acelerada. “Resumiendo una historia que es larga –ilustró Garvía–, entre la imprenta y el primer billete pasaron 200 años; entre ese primer billete y Adam Smith pasaron otros 100 años, es decir, entre la imprenta y que la gente empezara a explicar qué sucedía con la imprenta pasaron 300 años. Internet transfiere el conocimiento de forma instantánea: en 1990 aparece internet, en 2008 el bitcóin y en 2025 el euro digital. El cambio que significó pasar de la sociedad feudal a la sociedad industrial, que supuso 400 años, lo estamos viviendo en 30 años. Es brutal”.
¿Qué caracterizaba el modelo industrial? La economía de escala. “Así siguen funcionando nuestras empresas del IBEX 35, con economía de escala, y Google y las multinacionales. Y la economía de escala lleva asociado un deterioro progresivo e inhumano de la naturaleza. Todo eso es del pasado y tenemos que desterrarlo de nuestra vida. El sistema financiero está funcionando en otra época y todo eso ahora no sirve. ¿Hay que cumplir con la ley o vivir?, yo creo que está clara la respuesta. La normativa al final nos obliga a meter la pata. La economía financiera es sinónimo de la economía del cuidado. La descentralización es fundamental en la nueva economía”.
La sostenibilidad, según Juan José de la Colina, está pasando de ser un elemento más a erigirse en el elemento diferenciador. “El inversor demanda cada vez más información y se preocupa más por los activos que tiene y aquí es donde entra en juego el reporte. El regulador, por su parte, apuesta por el hecho de que el reporte sea más ambicioso y exigente. La regulación ha supuesto un reto para todas las empresas”.
“Hemos llegado a un punto –insistió– en el que el desempeño financiero de las compañías está tan ligado al desempeño extrafinanciero que no pueden ir por separado. Las agencias valoran ya más los fondos sostenibles que, además, presentan un menor riesgo. Vamos en la dirección correcta y, al final, la sostenibilidad la construyen las empresas y somos las personas las que construimos las organizaciones.