Por Juan Emilio Ballesteros | Fotografía: José Ángel Molina / Comillas ICAI-ICAI
15/05/2018
La explosión en el volumen de datos disponibles y la aceleración en el volumen de datos procesados indica que estamos viviendo el momento del big data y la transformación digital de la economía y de los negocios. Las empresas reconocen la importancia de nuevos perfiles profesionales, de personas capacitadas para el análisis empresarial y el diseño de nuevos modelos de negocio basados en la analítica de datos masivos.
La Universidad Pontificia Comillas ICAI-ICADE es pionera en la implantación de los dobles grados y acaba de presentar el doble grado en Administración y Dirección de Empresas + Análisis de Negocios/Business Analytics (E-2+Analytics). Se trata del primer centro universitario en España en ofrecer estos estudios ante el reto de la transformación digital de los negocios y la necesidad de aprovechar el análisis de los datos a la toma de decisiones empresariales.
El reto académico es responder a la demanda de formación de nuevos perfiles profesionales, que se caracterizan por tener habilidad en el uso del análisis de datos para gestionar de manera más eficaz las empresas y para diseñar de nuevos modelos de negocio.
El programa novedoso y pionero de ADE y Análisis de Negocios proporciona la adquisición de las competencias propias de los títulos de Administración de Empresas y les añade las herramientas analíticas imprescindibles para la identificación de oportunidades de negocio y la toma de decisiones empresariales en un mundo global, dinámico y exigente. Hablamos con Mariano Ventosa, director de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería (Comillas-ICAI).
El objetivo en la actualidad no es la dotación de equipos tecnológicos o infraestructuras digitales, sino la innovación del modelo de enseñanza. ¿Cómo debe cambiar?
Lo que más diferencia a unos centros educativos de otros no son las instalaciones o, en general, lo que se puede comprar con dinero, sino los aspectos intangibles, como el compañerismo entre estudiantes, la cultura del esfuerzo o la motivación de los profesores. Sin duda, el modelo de enseñanza-aprendizaje forma parte de estos elementos intangibles, que son los que marcan las diferencias más significativas entre distintas instituciones educativas.
En un mundo tan cambiante, en el que surgen profesiones nuevas para las que no existe formación adecuada, es crucial que el modelo de aprendizaje se centre en lo realmente relevante para un futuro tan incierto. Lo relevante es identificar cómo cambian las tres dimensiones del talento –conocimientos, habilidades y actitud– para desarrollarlas convenientemente en los colegios y universidades.
La tecnología es el centro de la innovación y todas las organizaciones deberían tener conocimientos tecnológicos para disponer de una ventaja competitiva. ¿Existe una brecha digital en España?
Sin duda existe una brecha digital en España que es mayor que en otros países de nuestro entorno, según diferentes estudios publicados. Esta brecha digital también es una brecha generacional, ya que los más jóvenes pueden ser considerados como “nativos digitales” mientras que las generaciones de más edad somos “inmigrantes digitales”. Esta brecha también existe en las empresas: hay empresas jóvenes cuya lengua materna es la digitalización, y también hay otras empresas que hablan con acento este nuevo idioma de los negocios.
Hay dos retos para reducir el gap digital. Por un lado, tenemos que formar a más ingenieros especializados en las tecnologías que están impulsando la denominada 4ª Revolución Industrial, puesto que serán los profesionales que lideren esta ola de cambios. Y, por otro lado, también es preciso que en todos los niveles educativos, desde el colegio hasta la universidad, se incluya formación en tecnología y en capacidades analíticas, ya que todos los profesionales del futuro necesitarán entender cómo la digitalización está transformando la economía y la sociedad.
Aunque el 90% de los futuros empleos ya requieren cierto nivel de alfabetización digital, el 44 % de los europeos carecen de las capacidades digitales básicas. ¿Se está tomando en serio la Unión Europea este reto?
Sí, pero creo que todo lo que hagamos va a ser menos de lo necesario, sobre todo si nos comparamos con las economías emergentes, por ejemplo China, India o Corea, en las que la proporción de estudiantes de carreras STEM –Science, Technology, Engineering and Mathematics– es muy superior a la europea.
No hay transformación digital sin transformación cultural. ¿Estamos ante un cambio de paradigma? ¿Cómo se investigará y se transmitirá el conocimiento?
Los cambios de paradigma se caracterizan por la dificultad que suponen para imaginar el futuro, por lo que es muy difícil responder esta pregunta. Lo único que podemos hacer es mirar las tendencias. Por ejemplo, en los últimos años hemos visto cómo la creación y transmisión de conocimiento procede de fuentes cada vez más distribuidas y no necesariamente próximas a la persona que las recibe.
Wikipedia, Youtube o los MOOCs –Massive Online Open Courses– son tres buenos ejemplos de nuevas formas de aprendizaje. Todos buscamos información en Wikipedia, o hemos aprendido a hacer algo usando un video-tutorial de Youtube. Gracias a los MOOCs millones de personas han podido acceder a cursos diseñados e impartidos por los mejores profesores de las más prestigiosas universidades del mundo.
Volviendo a la pregunta sobre transformación cultural, esta nueva formación procedente de fuentes distribuidas ha condicionado la forma de ser de la generación Z que resulta irreverente al cuestionar el conocimiento y la experiencia de sus mayores, ya que no está acostumbrada a recibir toda la formación desde las generaciones con más edad y experiencia. Este aparente defecto debemos convertirlo en virtud, ya que una generación que se cuestiona todo será más capaz de ofrecer respuestas y soluciones innovadoras a los problemas cada vez más complejos a los que nos enfrentamos.
¿Está cambiando la universidad de la clase magistral, conceptual, cognitiva a una universidad basada en competencias?
Creo que en España se ha avanzado mucho en los últimos diez años, pasando de una formación orientada tradicionalmente a la adquisición de conocimientos a una formación que incluye el desarrollo de competencias y habilidades. Este cambio ha sido facilitado por la armonización de nuestro sistema universitario con el europeo, en lo que se ha denominado como el Proceso de Bolonia.
Por mi experiencia personal, puedo hablar con más conocimiento de causa de la formación en Ingeniería y en particular de la formación en ICAI. En nuestra Escuela, y en general en las escuelas de ingeniería españolas de las que salen ingenieros muy bien valorados también fuera de nuestras fronteras, la formación se basa en el principio “aprender haciendo”, y por ello se desarrollan más las habilidades y las destrezas prácticas que los conocimientos teóricos.
En cualquier caso, debido al fuerte ritmo de cambios impulsados por la digitalización, cobran especial importancia habilidades como la capacidad para seguir aprendiendo de forma autónoma o el sentido crítico para discernir qué es relevante entre tanta información.
Tenemos tecnología, robótica, computación cuántica, big data, inteligencia artificial, internet de las cosas… Todo ello implica una disrupción a una velocidad vertiginosa. Hay que pasar del mercado tradicional al mercado digital. ¿Es una cuestión de supervivencia?
En cada negocio y en cada sector el ritmo de los cambios es distinto y, por tanto, el momento en el que la transformación digital se convierte en una cuestión de supervivencia no es el mismo. Las empresas tienen que entender primero qué significa la digitalización en su actividad y después podrán decidir qué hacer y cuándo.
A pesar de que no existe una receta digital única para todas las empresas y sectores, sí que hay consenso en la necesidad de conectar los datos con el negocio para, por ejemplo, entender mejor al cliente o reducir los costes de producción. O, dicho de otra forma, la información extraída de los datos y no las intuiciones de sus directivos, debe guiar las decisiones de las empresas.
En esta nueva realidad, que algunos llaman “líquida” ante la incertidumbre que genera, ¿cómo encontrar certezas? ¿Y valores?
Antes decía que el talento tiene tres dimensiones principales: conocimientos, habilidades y actitud. Para tratar de responder a esta pregunta creo que hay que centrarse en la actitud.
La actitud no se enseña como los conocimientos ni se entrena como las habilidades. La actitud, al igual que los valores, se contagia, y por ello es crucial disponer de un cuerpo de profesores cualificado pero, sobre todo, motivado y entusiasta, ya que son ellos los encargados de inspirar a nuestros jóvenes.
Respondiendo a la pregunta, creo que encontraremos certezas si las nuevas generaciones aprenden que no hay que temer al fracaso, que la curiosidad es una virtud, y que los problemas son en realidad retos con los que disfrutar mientras nos esforzamos en superarlos.
Emprender es una actitud y, como tal, nunca se acaba. ¿Cómo ha cambiado el concepto de éxito y fracaso en la revolución 4.0?
Un efecto secundario pero positivo de la crisis ha sido que en España ha cambiado la percepción social sobre el emprendedor. Hay muchos ejemplos de emprendedores que son modelos de éxito y eso es muy importante, ya que para aprovechar las oportunidades de la revolución 4.0 necesitamos que todos, jóvenes que se incorporan al mercado laboral y profesionales con experiencia, sientan que ofrecer nuevos productos y servicios es una magnífica forma de ganarse la vida y de mejorar el mundo en el que vivimos.
Habrá que prestar atención al talento. ¿Cómo incentivarlo y retenerlo?
La atracción y retención del talento ha cambiado, ya que las nuevas generaciones no se conforman con un trabajo “bueno” en el sentido tradicional de la palabra “bueno”, es decir, estable y bien remunerado. Los millennials con talento prefieren empleos en los que se sienten más dueños de su futuro y de su carrera profesional y, por ello, también valoran estructuras organizativas menos jerárquicas.
Los millennials representarán más del 50% de la fuerza laboral y redefinirán la cultura corporativa en torno a modelos flexibles y abiertos a la colaboración y a los datos. ¿Cómo será el trabajo en la próxima década?
Esta es otra pregunta de respuesta concreta imposible. Las tendencias indican que el trabajo será más colaborativo y menos jerárquico. También parece que estará más centrado en habilidades creativas, debido a que las tareas más repetitivas serán realizadas por robots físicos o lógicos, como los denominados bots. Las habilidades analíticas también van a ser esenciales, por lo que se podría decir que tener capacidad para extraer información relevante a partir de datos masivos va a ser algo tan natural como hoy es usar Excel.
¿Cómo se enfoca la formación en las nuevas competencias? ¿Qué habilidades y aptitudes se demandarán en el mercado laboral?
Más o menos ya han ido saliendo en las respuestas anteriores: conocimientos y habilidades relacionadas con la tecnología y la extracción de información, capacidad para seguir aprendiendo, sentido crítico o creatividad. Además van a seguir siendo muy importantes las habilidades transversales, como la comunicación o el trabajo colaborativo.
¿La digitalización destruirá el empleo o simplemente lo transformará?
Como ya ha ocurrido en las anteriores revoluciones, los avances tecnológicos harán desaparecer labores ingratas, liberando tiempo de los trabajadores para realizar otras tareas más interesantes que contribuirán a alcanzar mayores niveles de autorrealización. Así, los robots van a realizar cada vez más labores, sobre todo las más repetitivas, como en el caso de los bots que automatizarán tareas manuales, o los robots colaborativos que interactuarán con nosotros en los centros de producción y que también realizarán las tareas más peligrosas. Los robots de servicios también son una realidad y los podemos ver, por ejemplo, en aeropuertos y hoteles informando a los viajeros y clientes. La llegada de estos nuevos compañeros no humanos tendrá implicaciones positivas a largo plazo, ya que los robots asumirán las tareas más repetitivas y peligrosas, eliminando profesiones poco cualificadas y mal retribuidas. Sin embargo, a corto plazo, se producirán importantes desajustes entre la oferta y la demanda en el mercado de trabajo. Por ejemplo, en un estudio desarrollado para la administración Obama se decía que desaparecerán más del 80% de los puestos de trabajo cuya remuneración es inferior a 20 dólares a la hora. Sin embargo, esta cifra se reduce a menos del 10% en el caso de los puestos de trabajo que se pagan a más de 40 dólares a la hora. Estas asimetrías retarán a nuestro estado del bienestar y crearán sin duda tensiones sociales.
¿Es cierto que nos estamos formando en la actualidad para profesiones que aún no existen?
Es cierto, y por ello hay que prestar especial atención a la formación en habilidades para que la próxima generación se pueda adaptar a un futuro laboral que hoy no podemos definir con precisión.
La Universidad Pontificia Comillas ICAI-ICADE, pionera en España en la implantación de los dobles grados en 1960, ha presentado este curso el doble grado Administración y Dirección de Empresas + Análisis de Negocios/Business Analytics (E-2+Analytics). ¿En qué consiste?
Este doble grado vuelve a dar en la diana de las necesidades que demanda el mercado laboral, ya que la capacidad analítica se añade a la tradicional competencia en gestión empresarial de un graduado de ADE. Se podría decir que los titulados de este programa serán bilingües en el idioma de la gestión empresarial y en el idioma de la digitalización de los negocios.
Este doble grado llega después de innovaciones como el Máster en Industria Conectada –el primer postgrado del mundo que gira en torno a la Industria 4.0–, el doble grado Análisis de Negocios/Business Analytics + Derecho (E-3 Analytics) o Ingeniería en Tecnologías de Telecomunicación + Análisis de Negocio/Business Analytics. ¿Cómo contribuyen a satisfacer la demanda de nuevos perfiles profesionales y al diseño de nuevos modelos de negocio?
Todos estos programas combinados tienen un elemento en común que los hace únicos en su clase: combinan formación para profesiones tradicionales, como ingeniería industrial o de telecomunicación, con profesiones emergentes, como la ciencia de datos. Esta combinación supone más que la mera adición de habilidades o conocimientos, ya que en un mundo cada vez más complejo los profesionales expertos en más de un área serán los más demandados en el futuro.
Comillas es la universidad con mayor movilidad europea. ¿Por qué cada vez hay más interés por la internacionalización?
La economía se ha globalizado, por suerte para nosotros muchas empresas españolas se han convertido en compañías multinacionales, y hoy es difícil de imaginar puestos de trabajo sin implicaciones internacionales o que no requieran de habilidades para trabajar en entornos multiculturales.
También se implementa la colaboración entre la empresa y la universidad, un factor que ha disparado la empleabilidad hasta superar el 95%. ¿Cómo funcionan estos convenios? ¿Se puede hablar de una formación dual? ¿Se podrán implicar las empresas en las universidades más allá de unas prácticas?
La alta empleabilidad tiene más que ver con el talento desarrollado a lo largo de los años que con la realización de prácticas, pero también es cierto que la realización de unas buenas prácticas es una forma magnífica de terminar los estudios universitarios, ya que completan la formación al integrarse el estudiante en un ambiente profesional. Además, suele ser el camino más rápido para obtener el primer empleo.
La formación dual requiere una vinculación muy superior al de la realización de las prácticas, aunque éstas sean obligatorias. Este tipo de programas son frecuentes en Alemania, aunque en España también hay empresas que los han puesto en marcha con éxito.
Las universidades y las empresas debemos trabajar juntos sobre todo en dos dimensiones: la relación estrecha en proyectos de I+D+i producirá resultados de interés no sólo académico, y la colaboración en el diseño y desarrollo de programas formativos también facilitará que los titulados respondan mejor a las demandas del mercado laboral.