Por Jaume Esteve
07/01/2017
Eclipsada por el éxito de The Walking Dead, Halt & Catch Fire se ha convertido, con el paso de los años, en una joya a reivindicar dentro del catálogo de AMC, cuya filial española estrenó la tercera temporada en diciembre. No toda la informática de los ochenta se reducía a Silicon Valley o, por lo menos, eso proponían las dos primeras tandas de episodios. Situadas en Texas, los primeros 20 capítulos mezclaban elementos reales (referencias a IBM, Apple, Nintendo y otros grandes nombres de la informática y el videojuego) con otros ficticios, encarnados por los protagonistas y sus creaciones.
Que esos personajes sean ficticios no implica que sus personalidades no estén fuertemente arraigadas a grandes nombres de la informática de los años 70 y 80. El ejecutivo experto en marketing y con nociones justas de informática, el ingeniero capaz de clonar un ordenador de IBM (claros guiños a Steve Jobs y Steve Wozniak) o la programadora punk con ganas de comerse el mundo son los tres polos que hacen avanzar la trama. La historia de los primeros capítulos de Halt & Catch Fire narró el ascenso de Cardiff Electric (compañía ficticia basada en Compaq) y su éxito después de ser capaz de manufacturar un ordenador clónico a un precio irrisorio para los estándares de la época mojándole, de paso, la oreja a IBM.
Uno de los logros de la serie, incluso en su segunda temporada, fue reforzar la idea de que Silicon Valley no fue el único polo de innovación en cuestiones informáticas en Estados Unidos.
Al estilo de lo propuesto en Mr. Robot, la trama de Halt & Catch Fire no es una carrera hacia el éxito sino que parece resuelta en su primera temporada: los nerds capaces de cambiar el mundo se embolsan una indecente cantidad de dinero y parecen tener la vida resuelta. Pero la serie creada por Christopher Cantwell y Christopher C. Rogers toma ese punto de partida para comenzar a jugar con la psique de los protagonistas y llevarlos por diferentes derroteros: así, se dan los primeros pasos en áreas hoy consolidadas como los videojuegos online, el comercio electrónico o la seguridad informática.
Ese último punto es uno de los ejes sobre los que va a girar la tercera temporada que arranca en AMC. Trasladados, ahora sí, a San Francisco, los protagonistas se encuentran en un nuevo hábitat, plagado de depredadores y en el que a veces vende más una idea vacía (de nuevo las referencias a Jobs) que un producto real que pueda cambiar el paradigma de la informática.
El gran acierto de Halt & Catch Fire, como también sucede en Mr. Robot y en otras ficciones ambientadas en el mundo tecnológico, no reside sólo en la representación fidedigna de un mundillo que ha sido despreciado, en repetidas ocasiones, por Hollywood. Su fuerza se asienta en el uso que se hace de ese entorno para desarrollar la verdadera trama: los recovecos oscuros de que afloran en la personalidad humana cada vez que el poder, el éxito o el dinero se entrometen en una relación.
Por ello, los personajes de esta ficción están abocados a una constante lucha de egos, a discusiones por la propiedad de patentes, a robarse ideas unos a otros o a arruinarse entre ellos por pura cabezonería. La historia de la informática, y del videojuego, está plagada de numerosos pioneros que cambiaron las reglas del juego cada pocos días aunque la fama y los titulares se los llevaran unos pocos grandes nombres. Halt & Catch Fire, título que hace referencia a un comando informático para que un ordenador se autodestruya, es la viva representación de ese entorno tóxico en el que nacieron las grandes compañías que hoy dominan la economía de Silicon Valley con puño de hierro.