Pasarán años, tal vez décadas, para erradicar el plástico que inunda los océanos. En formas de botellas, bolsas, envases que atestan los mares y los depósitos de basura. También se cuelan imperceptibles en nuestros cuerpos, a manera de minipartículas. Por suerte, investigadores franceses desarrollan un proceso electrolítico capaz de filtrar microplásticos en aguas residuales. Y degradarlos sin la adición de productos químicos.
Una revelación que sorprende. Javier Hernández Borges, director del equipo de Química Analítica Aplicada de la Universidad de La Laguna, en consonancia con un estudio de WWF (World Wildlife Fund), manifestó que las personas consumimos el equivalente a una tarjeta de crédito plástica por semana. Otro estudio, de la Universidad de Newcastle, Australia, sugiere que las personas consumen aproximadamente 2.000 piezas de microplásticos, o 5 gramos de plástico a la semana. Igualmente no nos damos cuenta.
Pero los microplásticos entran organismo a través del agua que bebemos, los alimentos que comemos y el aire que respiramos. Incluso, las aguas residuales pueden transportar altas concentraciones de microplásticos al medioambiente. Estamos hablando de unas partículas de menos de 5 mm que pueden proceder de nuestra ropa, normalmente en forma de microfibras.
En avance proceso electrolítico para filtrar microplásticos
Científicos de L’Institut National de la Recherche Scientifique (INRS), dirigidos por Patrick Drogui, desarrollan un proceso electrolítico de las aguas residuales que degrada los microplásticos en su origen. La técnica de oxidación electrolítica no requiere la adición de productos químicos.
«Mediante el uso de electrodos, generamos radicales hidroxilos (-OH) para atacar los microplásticos. Este proceso es respetuoso con el medio ambiente porque los descompone en moléculas de CO2 y agua, que no son tóxicas para el ecosistema», explica el investigador.
Los electrodos utilizados en este proceso son más caros que los de hierro o acero. Se degradan con el tiempo, pero pueden reutilizarse durante varios años.
Señala Drogui que actualmente no existen métodos de degradación establecidos para manejar este contaminante en el tratamiento de aguas residuales. Y las que existen, a menudo implican la separación física como medio para filtrar los contaminantes. Estas tecnologías no las degradan, lo que requiere un trabajo adicional para gestionar las partículas separadas.
A mayor escala y en las lavanderías
El profesor Patrick Drogui está considerando utilizar este proceso electrolítico en microplásticos en la salida de aguas residuales de las lavanderías comerciales. Una fuente de liberaciones de microplásticos al medio ambiente. “Cuando el agua de las lavanderías comerciales llega a la planta de tratamiento de aguas residuales, se mezclan entre sí, lo que diluye los contaminantes y dificulta su descomposición. Por el contrario, al actuar en la fuente, es decir, en el lavadero, la concentración de microplásticos es mayor por litro de agua. Y por tanto, más accesible para la degradación por medios electrolíticos”, advierte.
En el laboratorio, durante las pruebas realizadas en agua contaminada artificialmente con poliestireno, la eficiencia de degradación fue del 89%. El equipo planea pasar pronto a experimentos con agua real.
«El agua real contiene otros materiales que pueden interferir con el proceso de degradación, como carbonatos y fosfatos que pueden atrapar radicales. Y al mismo tiempo, reducir el rendimiento del proceso de oxidación», dijo Drogui, director científico del Laboratorio de electrotecnologías ambientales y procesos oxidativos (LEEPO ) .
Si la tecnología demuestra su efectividad en agua real de lavanderías comerciales, el grupo de investigación calculará el costo del tratamiento. A su vez, la adaptación de la tecnología para tratar mayores cantidades de aguas residuales. En unos años, la tecnología podría implementarse.
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