Ramón Gurriarán
Director de Postgrado y Executive Education de EOI Escuela de Organización Industrial
Ningún profesional, en ningún sector, es ajeno al cambio exponencial que estamos viviendo como consecuencia de la adopción intensiva de las tecnologías de la información. El cambio se ha acelerado hasta límites que no habíamos vivido como profesionales.
Si hace unos años el cambio afectó a ámbitos como los medios de comunicación o la industria musical (¿quién se acuerda del CD y la compra de discos físicos?), en un breve período de tiempo, como consecuencia de la digitalización, esta transformación alcanza hoy a cualquier sector, de una u otra manera. Estos cambios y los que vendrán se basan en una sencilla afirmación que merece la pena recordar: “El software se lo come todo”.
Así, áreas a las que se pensaba que no llegaría el impacto de la digitalización —pensemos, por ejemplo, en el transporte de personas en una ciudad o la restauración—, también observan cómo nuevos actores, básicamente digitales, transforman su sector. No en la parte que se entendía la fundamental de cada uno, el transporte o la comida, sino en el acceso a estos servicios por parte de los clientes. Así, plataformas como Cabify, El tenedor o Deliveroo se convierten en actores clave al ser ellas las que disponen de los datos de los clientes.
Los datos, ese activo tan relevante en este entorno digital, de tal manera que ya se les conoce como “el petróleo” de esta nueva revolución tecnológica.
Si pensamos en nuestro entorno, en las empresas con las que nos relacionamos como clientes o usuarios, todas están afectadas por la digitalización. El último ámbito al que también ha llegado es al industrial (la llamada Industria 4.0) y en este caso es por la combinación de las tecnologías habilitadoras (big data, inteligencia artificial, blockchain, robotics, realidad virtual, internet de las cosas, etcétera) con los dispositivos en la fabricación, de tal manera que, a día de hoy, los entornos de fabricación más eficientes están basados en la digitalización de todo el proceso.
No hay, pues, un ámbito al que no llegue, o vaya a llegar, este tsunami digital.
Muchos profesionales ven esta realidad como una amenaza. Y efectivamente, si uno no pone los medios para combatirla, es una amenaza real que puede conllevar la pérdida de valor como profesional.
Espectacular y magistral Josep Pique en el Programa Humanismo y Revolucion Digital Escuela de Organización Industrial. Una hora de aprendizaje y reflexion permanente y espectacular. #eoidigital #humanismo https://t.co/5KAEOLMm5H
— Ramon Gurriaran (@ramongurriaran) May 9, 2019
Convertir la amenaza en una oportunidad
Ante esta realidad que afecta a profesionales a los que aún les queda una larga trayectoria en activo, solo hay una manera de responder: formarse y reformarse de manera continua para estar en continua adaptación a un entorno que es cambiante, diríamos que exponencialmente cambiante.
Así ha surgido la habilidad quizá más importante para cualquier profesional, la llamada “learnability”, la capacidad para estar aprendiendo de manera continua. Leía hace unos meses que Rosa García, entonces CEO de Siemens España, recomendaba a sus colaboradores estudiar 30 minutos al día para que no les adelantase la tecnología. No queda otra: al igual que uno cuida su alimentación y su salud, también debe cuidar su aprendizaje para seguir aportando valor como profesional.
#Humanismo y Revolucion #digital. En este momento de digitalización intensa es necesario plantearse cuestiones fundamentales. Podrás reflexionar con @elenapisonero Josep Pique Angel Cano Fernández @gpanadero Eva Castillo o Antonio…https://t.co/RsBhXSQsoE https://t.co/pSr6NsehdR
— Ramon Gurriaran (@ramongurriaran) March 2, 2019
Una estrategia de aprendizaje
Una vez que uno interioriza que la habilidad de aprender de forma continua es de vital importancia profesional, el siguiente paso es poder seguir una estrategia que le permita llevar a cabo de manera realista esta necesidad.
La gran ventaja en esta revolución digital, desde el punto de vista del aprendizaje, es que ahora disponemos de una gran variedad de formatos y estructuras para poder mantener vivo ese aprendizaje continuo. Seguramente la manera más cabal de iniciar el camino es formarse para entender la transformación digital y comprender el mundo en el que nos ha tocado vivir, sus tecnologías y oportunidades y las consecuencias de esa adopción masiva de la tecnología.
El siguiente paso será comprender las diferentes tecnologías y las posibles aplicaciones que pueden tener en el entorno profesional en el que uno está o se quiere desarrollar. Quizá la más relevante en estos últimos años, y la que más impacto ha tenido, es el big data, pero también blockchain o inteligencia artificial están siendo extraordinariamente relevantes en muchos sectores.
Más recientemente, está ganando terreno todo lo relacionado con robotics y la posibilidad de robotizar determinados procesos, tanto en el ámbito industrial como en los servicios. No hablamos de tecnologías estancas porque unas se relacionan con otras y lo importante es entender el impacto que cada una de ellas puede tener en nuestro entorno profesional.
Y a partir de ahí, lo importante es mantenerse actualizado diariamente. Los MOOC (Massive Open Online Courses) que ofrecen diferentes plataformas de forma gratuita o algunos programas online a un coste más reducido que ofertan escuelas de negocio y universidades son herramientas muy valiosas en esa estrategia de formación continua. Pero, además, en esta revolución del aprendizaje también hay que aprovechar el aprendizaje informal, aquel que uno desarrolla con la lectura de artículos, la visión de vídeos (muy recomendable identificar a aquellas personas relevantes en redes sociales que pueden referenciar fuentes para seguir aprendiendo) o la conversación con personas de otros ámbitos profesionales que, desde otras ópticas, nos pueden ayudar a entender esta realidad cambiante.
Una orientación hacia la mejora
En este punto es importante introducir en la reflexión de que el aprendizaje, en entornos nuevos y absolutamente tecnológicos como los que vivimos, requiere también de un acercamiento desde otras perspectivas. En un mundo donde la tecnología parece que no tiene fin es igualmente importante profundizar en las humanidades para no perder el sentido de las cosas que hacemos y, sobre todo, el porqué y el para qué. Con la expansión de la inteligencia artificial, con el uso masivo de datos y algoritmos que toman decisiones sustituyendo en gran medida al ser humano, es indispensable que recobren el vigor las disciplinas ligadas a las humanidades para que la tecnología tenga siempre una orientación hacia la evolución y mejora de las personas. En definitiva, que esta tecnología sea un medio para progresar con sentido, y no un fin en sí mismo.
Este es el nuevo marco en el que los profesionales se deben desarrollar. Si tuviéramos que resumir las palancas clave de esta revolución del aprendizaje, esta se debe basar en la capacidad de aprender constantemente, en conocer el impacto de las tecnologías digitales en los sectores y en no perder de vista las humanidades para poder dar una respuesta con sentido a toda esta revolución tecnológica. De esta manera, pondremos el acento de manera mucho más intensa en las oportunidades que en las amenazas que toda disrupción supone.
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