Hacer trampa en los exámenes. Una mala práctica que es tan antigua y tan universal como la educación misma. Los maestros y las escuelas desarrollan métodos cada vez más confiables para evitarlo. Mientras tanto, alumnos inescrupulosos se las ingenian para burlar la vigilancia. Y la pandemia le ha brindado a esta lucha un nuevo terreno: los exámenes online.
En una prueba convencional, el maestro se pasea entre los pupitres, revisa debajo de los asientos, supervisa que los alumnos no hablen, que no miren sobre el hombre de su compañero, revisan la hoja de prueba, el borrador, la lapicera. Pero si el alumno está al otro lado de la ciudad, en casa, todo se complica.
Para ganar esta batalla, renovada en el mundo digital, los educadores y los centros de estudios apuntan hacia dos tipos de estrategias. Por un lado, usar herramientas tecnológicas para vigilar la prueba. Por otra parte, tratan de estructurar los contenidos y las preguntas, de manera que no se puedan resolver con una simple búsqueda en Internet.
Vigilancia remota
Los colegios y universidades han comenzado a echar mano de algunas tecnologías utilizadas en otras áreas, como la seguridad o las finanzas, para evitar algunas de las prácticas más recurrentes para hacer trampa en los exámenes online.
No se trata de una práctica nueva, en realidad. Las evaluaciones a distancia no surgieron por la pandemia, solamente se propagaron. Del mismo modo, las herramientas «contra la trampa» también existían. Se trata solo de hacerlas más habituales.
Reconocimiento facial
Uno de los mayores peligros es el «robo de identidad«, o más bien la sustitución del estudiante por otra persona más «apta» para responder la prueba. Para evitarlo, algunas universidades han incorporado tecnología de vigilancia remota o «supervisión», que llevan a cabo un proceso completo de identificación de estudiantes.
Un ejemplo de aplicación es Smowl, una herramienta de proctoring que utiliza reconocimiento facial e inteligencia artificial para verificar la identidad del alumno y supervisar su actividad durante un examen.
Se realiza una breve grabación de vídeo y una fotografía del alumno, así como un documento de identificación de este, para confirmar la identidad de quien hace el examen. Esta herramienta permite la captura de la imagen y el espacio donde el alumno está resolviendo el examen, así como el sonido, durante la duración de la prueba, para que el profesor pueda revisarla.
Protección de la privacidad
Pero el uso de herramientas de reconocimiento facial trae a colación otro tema. En todo el mundo se discute la necesidad de garantizar que esta vigilancia se haga, siempre y cuando no se invada el entorno familiar del alumno. Y España no es la excepción.
Por ejemplo, la Agencia Española de Protección de Datos (AEPD) ha dicho que las técnicas de reconocimiento facial para identificar a los alumnos en los exámenes durante la crisis del coronavirus exigen «garantías reforzadas«.
El Consejo de Estudiantes Universitarios del Estado (CEUNE) también criticó el sistema de vigilancia telemática por parte de las universidades.
Buscar alternativas
Las tecnologías virtuales de vigilancia pueden ser demasiado costosas o no formar parte de la infraestructura de educación a distancia de la institución. Además, como ya se ha dicho este tipo de control puede tener implicaciones en la invasión a la privacidad de los alumnos.
Una alternativa es realizar pruebas escritas a mano en las que el estudiante envía un texto escaneado. También se han aplicado, en algunos casos, entrevistas individuales para garantizar la autoría en el envío de contenido.
Los especialistas se concentran en buscar formas en las que los instructores pueden aprovechar las características inherentes al sistema de gestión de aprendizaje de su institución para disminuir las trampas durante los exámenes en línea.
Algunas recomendaciones
Stephanie Smith Budhai, profesora asociada de Educación de Posgrado en la Universidad Neumann, en Pensilvania, resumió estas estrategias. Algunas de sus recomendaciones son:
- Crear preguntas que requieran un pensamiento de orden superior. Será más difícil preguntarle a un amigo o «Google» la respuesta cuando las preguntas requieran que los estudiantes expliquen, analicen, infieran, creen, compongan, evalúen y demuestren auténticamente su dominio del contenido del curso.
- Usar varios tipos de preguntas e incluir preguntas abiertas. Es más difícil para los estudiantes dar la misma respuesta que sus amigos textualmente para preguntas abiertas, y los estudiantes se verían obligados a explicar sus respuestas usando detalles específicos y narrativas de apoyo que son únicas para su propia comprensión de los materiales del curso.
- Configurar el examen para mostrar una pregunta a la vez. La idea es evitar que los estudiantes revisen rápidamente todas las preguntas del examen y tengan múltiples pestañas abiertas para buscar respuestas o consultar a amigos y familiares.
- Prohibir el retroceso. La prohibición de retroceder puede reducir el uso de tiempo adicional de los estudiantes al final de la prueba para tratar de ubicar la respuesta correcta y obligarlos a responder la pregunta lo mejor que puedan.
- Ofrecer diferentes versiones de la misma prueba.
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