Del diálogo artístico que Guillermo Fornes (Bilbao, 1964) entabla con la naturaleza, una experiencia vital que va mucho más allá del Land Art, surge una narrativa plástica que se estiliza en el fulgor poético de una belleza primigenia que emociona y conmueve, precipitando la complicidad de un espectador que, lejos de la contemplación pasiva y ensimismada, se zambulle en el interior de la obra, la esencia misma del creador, para explorar bajo el volcán y descubrir las entrañas de la tierra.
Como los viajeros románticos del XIX, Guillermo Fornes plantea cada propuesta artística como un viaje iniciático y utópico a la búsqueda de nuevos mundos que confluyen en su propio universo interior. Universo… un verso. Esta odisea íntima, de lo infinito a lo circunscrito y contingente, recorre el espacio, el color y el tiempo descubriendo la esencia a través de la transformación. Líneas y círculos, formas geométricas básicas, pasan de la abstracción del pensamiento humano, síntesis de civilizaciones y culturas, al crisol donde se funde la materia y precipitan las ideas, conformando símbolos y gestos que perduran y cuyo residuo estético impregna de luz el origen oscuro de la existencia.
«El agua y el fuego funcionan como elementos de tracción del trazo y del gesto. El resultado estético y simbólico de las obras construidas con elementos primarios plasma esa cercanía a la naturaleza»
Los elementos primarios, capaces de fecundar los componentes básicos de la constitución telúrica –tierra, agua, aire y fuego– se someten a la atracción y repulsión de la experimentación alquímica que genera la entropía, y reaccionan, prevaleciendo la armonía donde solo existía el caos como agente catalizador.
Esta metamorfosis, no por física menos espiritual, se inicia con una catarsis capaz de purificar la experiencia vital hasta sublimarla y despojarla de todo lo accesorio, lo superfluo. Una experiencia casi mística. La materia es energía y ocupa el lugar donde antes se hallaba el vacío.
En ese espacio nuevo, apenas intuido, la fuerza creadora de Fornes interactúa con el espectador, protoarte emocional de un cuerpo glorioso de cuya aura emanan destellos incandescentes de conciencia, de plenitud y de transparencia, un hermoso poema estilizado de cuyos versos se desgranan retazos leves de una espiritualidad más presentida que aceptada, asombrosa y fascinante, capaz de dotar de sentido a lo inexplicable.
Su imaginario se acerca entonces a una comunión subjetiva con el espectador, que es capaz de presagiar y descifrar el significado último de su obra, aprehendiendo su valor conceptual sin que nadie le haya explicado cómo interpretar signos y símbolos que nacen del impulso creativo y se expresan a través de la impronta rebelde e indómita del artista. Es como si un ser superior le susurrara al oído que la belleza está dentro y solo se percibe alumbrándola con los ojos del alma.
Guillermo Fornes comenzó su carrera hace tres décadas, en 1991, realizando estudios de Bellas Artes en el Kings College of Art de Londres, ciudad en la que estableció su primer estudio durante siete años. Anteriormente había cursado la carrera de psicología en la Universidad Cardenal Cisneros de Madrid (1986-1990). Desde su regreso a España, investiga y experimenta nuevas técnicas pictóricas y de grabado. Desarrolla su trabajo en la Fundación Bilbao Arte. Ha colaborado con el Museo Guggenheim Bilbao (2004-2005) y a día de hoy desarrolla su actividad entre sus estudios de Madrid e Ibiza. Su obra ha sido presentada en galerías europeas y americanas.
“El arte siempre es una consecuencia del momento histórico. Tiene la capacidad y la libertad para generar opinión y conectar con la sociedad”
GERIA es su trabajo más reciente, desarrollado durante 2021 en Lanzarote. El proyecto recoge su nombre de la zona de La Geria, situada en el Parque Natural del Timanfaya, donde llevó a cabo una acción Land Art efímera, site specific en Buenavista entre Montaña Negra y Montaña Testeyna, utilizando el fuego, uno de sus tradicionales elementos compositivos.
Fornes construye una personal narrativa simbólica que comparten sus obras de gran formato sobre lienzo y papel, así como sus acciones efímeras Land Art. Su finalidad es producir emociones plásticas en el espectador que se enfrenta a un paisaje determinado. El fundamento es alterar, con un sentido artístico, el soporte –el paisaje– para producir el máximo de efectos y sensaciones potenciando la narrativa simbólica.
Su técnica es la intervención gestual. Llega a interactuar con el medio ambiente de forma directa, modificando simbólicamente y utilizando pigmentos naturales, el agua y el fuego para construir sus poemas visuales desde una postura contrastante o mimética en la cual se realiza una operación extractiva o sumativa levantada con elementos que se encuentran en el entorno.
GERIA es un proyecto documentado con medios gráficos y audiovisuales, comisionado por el coleccionista canario Gonzalo Bethencourt y curado por Dehlia Hannah como parte del proyecto Rewilding the Museum (2021-2025) para Royal Danish Academy of Art y ARKEN Museum (Copenhagen).
Su obra está libre de tendencias, modernismo y vanguardias, seduce con un sentimiento atemporal. ¿De qué forma?
No creo en las tendencias en el arte. Trato de crear un lenguaje profundo y atemporal. Una obra de arte tiene que mover, y hasta remover, a quien la observa, y emocionar igual ahora que dentro de dos siglos. Procuro abstraerme de connotaciones culturales y matices temporales. Me interesa conectar con la parte más emocional, humana e intuitiva del espectador y, por lo tanto, concibo que este es un lenguaje universal y atemporal, que puede ser similar en distintas culturas y momentos de la historia. La autenticidad y honestidad en la obra van unidas a su atemporalidad.
Se apoya en el fuego y el agua como materiales para desarrollar una identidad plástica inconfundible. ¿Le acercan estos elementos primarios a la naturaleza?
Me interesa tanto el fuego como el agua por su capacidad de actuar como instrumentos catalizadores de las emociones. Son elementos primarios puros que refuerzan el simbolismo y el trabajo de síntesis de la narrativa de mi trabajo. Tanto en la serie Origen, en la que trabajo básicamente con agua, como en Entropía, en la que utilizo el fuego, estos dos componentes funcionan como elemento de tracción del trazo y del gesto. El resultado estético y simbólico de las obras construidas con elementos primarios plasma esa cercanía al mundo natural.
¿Cree que la creación artística debe estar impregnada de una conciencia y un activismo muy lejos de la neutralidad cultural? ¿Cómo debe ser el compromiso del artista con la sociedad?
Como persona, el artista tiene opinión, y su opinión nunca es neutral. Obviamente debe ser consecuente con sus ideas. La función del artista es crear un debate. El arte plástico es comunicación. En mi caso, la intención es cuestionar y provocar una reflexión emocional esbozando un diálogo.
Planteo la obra plástica como un poema visual en el que simbólicamente creo un discurso basado en la síntesis. Mediante el desarrollo de un lenguaje simbólico, cimento una narrativa en la que normalmente entran en juego planteamientos biográficos. Más que una intención económica o sociopolítica, pretendo establecer una reflexión sobre la introspección emocional y la conexión a un nivel humanista. Entiendo la pintura como una entrega emocional donde el reto es establecer una conexión con el espectador que provoque un diálogo entre su parte analítica y racional y la emocional e intuitiva.
¿Se puede cambiar el mundo desde el arte?
El arte siempre es una consecuencia del momento histórico y tiene la capacidad y la libertad para generar opinión y conectar con la sociedad. Creo que el arte es el mayor amplificador actual de ideas y mensajes. El artista tiene la función del chamán o librepensador que es capaz de transmitir el big picture de la situación global. Como artistas, nuestra función es encontrar un mensaje claro y profundo con capacidad de síntesis de una realidad compleja. Sin duda, a la hora de transmitir una reflexión sobre un problema puntual, la potencialidad de un poema, una canción, una película o una obra de arte no tiene comparación.
¿La experimentación es crucial para generar una narrativa innovadora?
La experimentación es la base del trabajo del artista plástico, tanto en el desarrollo técnico como conceptual para establecer la estructura de su obra. Forma parte de un lenguaje diferenciador que potencie e identifique el discurso y la estética del creador plástico como principio argumental de su trabajo.
En mi caso, fue después de estudiar Fine Arts en Londres y trabajar en el Museo Guggenheim y la Fundación Bilbao Arte, al principio de mi carrera profesional, a través de mi relación con la obra gráfica mediante el grabado calcográfico, una disciplina marcadamente ortodoxa y académica, que sistemáticamente, después de haber comprendido todos los mecanismos y técnicas que lo conforman, me aventuré a transgredir la ortodoxia para crear un cuerpo de obra gráfica con técnicas inéditas y personales.
«En GERIA intento transmitir cómo la energía destructora de la lava y el fuego transforman el paisaje en algo sublime, armónico y de máxima belleza»
Todo esto me llevó a marcarme una directriz experimental en cuanto al enfoque y formato de trabajo y su planteamiento conceptual y técnico, sumergiéndome en retos como trabajar con la luz en gran formato (mapping), vídeo (gran y medio formato) y obras efímeras de Land Art.
Con ese base experimental y ese planteamiento innovador he afrontado toda mi carrera profesional como un trabajo de experimentación, tanto a nivel de materiales y soportes como desde una perspectiva conceptual.
¿Qué peso tiene la emoción en su obra? ¿Qué quiere decir al afirmar que el gesto es el significante imaginario del arte contemporáneo?
Mi obra es emoción. Conceptualmente concebida como poemas visuales, mi narrativa habla y se enfoca en la emoción. Dentro del expresionismo es el gesto el que arma y determina la estructura de la obra. El gesto funciona como una caligrafía emocional capaz de transmitir y encauzar los sentimientos del artista hacia el espectador. Junto con el color, modula la fuerza, intensidad, potencial alcance y envergadura del mensaje, del discurso que el autor plasma en el lienzo, ya sea con sutileza o rabia o con armonía o virulencia.
Y esa impronta impregna la obra para siempre. El símbolo estructura la parte analítica que vertebra la obra, canalizando la gestión del trazo y de la mancha. Es el color el que determina el campo de batalla. Las trincheras siempre serán los trazos y la estrategia la marcará el símbolo. En esa simbiosis entre la parte emocional y la analítica es donde trato de posicionar mi trabajo, contando con la fuerza y la gestión del color y del trazo y la potencia narrativa del mundo simbólico.
¿Qué tiene más peso la simbología o el color a la hora de transmitir emociones?
Mi obra se construye sobre dos pilares: la creación de un discurso basado en la síntesis, en el que desarrollo un lenguaje simbólico con el que cimento mi narrativa y, en segundo lugar, la gestión del trabajo gestual como catalizador de la emoción. Es en ese trazo y en ese gesto donde se concentra la expresión y la carga emocional, que concibo como motor de transmisión.
Lo sublime no tiene que hundir sus raíces en el síndrome de Stendhal. ¿Es posible sublimar la belleza en lo más simple, sencillo y desnudo para transcender de lo colosal a lo íntimo?
Como decía el escritor, crítico de arte y pintor John Berger, “todas las grandes obras, las obras que nos esclavizan para siempre están así de cerca de aquello que las inspiraron”.
Es difícil hablar de los placeres y recónditas armonías de esas experiencias que tienen que ver con la cercanía. Hay que estar preparado para escuchar lo inaudito. El concepto de lo sublime es un pilar en mi discurso, no tanto como idea de la belleza, sino como búsqueda romántica del paradigma de tal belleza. En esa travesía hacia los placeres y la felicidad navegan mis obras, encontrando la catarsis del síndrome de Stendhal como algo anecdótico y del todo superable.
¿Puede existir armonía sin caos?
No, absolutamente no. El caos forma parte de la naturaleza. Uno de mis últimos trabajos habla de la entropía, la parte del caos necesaria para que un sistema funcione, y el más reciente, GERIA, se fundamenta en la vinculación de ese caos y la armonía de la naturaleza. Aunque la entropía es un concepto de la termodinámica, resulta útil para explicar la gestión de fuerzas desde un punto de vista artístico y filosófico. En Entropía busco los equilibrios, que el choque de energía entre la parte analítica, cartesiana y estructurada conecte con la parte intuitiva y emocional. Es esa suma de fuerzas y su gestión lo que hace que una obra de arte funcione.
El concepto de entropía y de caos explica el mundo natural y la gestión de las energías naturales. Se utiliza también para plantear el discurso de mi último trabajo Land Art con título genérico GERIA. Las fuerzas de la naturaleza, entendidas como el summum de la armonía y el equilibro, son gestoras e impulsoras del mayor caos posible, como en el caso de las erupciones volcánicas de las Canarias. En GERIA intento transmitir cómo la energía destructora de la lava y el fuego transforman el paisaje en algo sublime, armónico y de máxima belleza.
Sus raíces se hunden en el expresionismo y la pintura tradicional japonesa. ¿Esta síntesis produce una pintura vitalista?
El arte oriental, principalmente japonés, y el expresionismo son corrientes e influencias que han marcado mi trabajo. He pasado muchos años viviendo en Asia y las influencias culturales, de concepto y técnicas, de las propias experiencias de esos años determinan mi interés por el Gutai (arte de acción o happening). Por un lado, como enfoque conceptual, y, por otro, la síntesis y el símbolo como herramienta narrativa y la fuerza del trazo como palanca para estructurar el mensaje. Percibo el expresionismo como continuidad del arte japonés. Me interesa el enfoque conceptual de los expresionistas americanos, especialmente en Barnett Newman y Willem de Kooning.
«La síntesis no está tan vinculada a una pintura vitalista, sino a la actitud vital del artista y su manera de plantear la obra. Aspiro siempre a transmitir un mensaje poético»
Intenta abarcar todas las corrientes de pensamiento para construir una identidad intercultural. ¿Cómo superar las barreras de una intelectualidad que hoy es excluyente?
Busco los puntos de encuentro de las distintas culturas para establecer un mensaje transcultural y humanista, vinculado al ser humano y a la naturaleza. No abordo la cultura como elemento diferenciador, sino que las distintas culturas y religiones representan para mí matices sobre un mismo concepto. He tenido la oportunidad de viajar por todo el mundo y mi conclusión es que hay muchas más cosas que nos unen que las que nos diferencian. En mi opinión, el arte plástico contemporáneo debe estar por encima de barreras intelectuales, religiosas y culturales diferenciadoras y encontrar las sinergias emocionales y culturales.
Las nuevas tecnologías han irrumpido en la expresión artística. ¿De qué manera han modificado el proceso creativo?
La expresión artística se ha sumergido en el mundo digital, algo que ya vivimos hace décadas con el arte conceptual y su distanciamiento de la obra física. La distancia entra la concepción intelectual y física de la obra aleja al artista del trabajo físico de producción artística. Esa distancia, tanto física como emocional, puede funcionar para muchos discursos, pero es totalmente antagonista para mi obra, que necesita la impregnación física y emocional de la mano del artista.
La gestión actual de la producción de la obra con recursos informáticos, tecnología aplicada y digital es una revolución tecnológica en cuanto a la difusión, capacidad de producción e innovaciones tecnológicas en su creación.
¿Es posible que los NFT sean el deseo de poseer algo único, el embrujo mediático, la transgresión y el propio arte en sí?
Como su propio nombre indica, los NFT (Non Fungible Token) no son objetos reales, sino digitales, virtuales. Sin embargo, aunque son piezas de contenido digital que quedan almacenadas en un servidor, tienen la garantía de ser obras únicas y, por tanto, supeditadas al mercado de obras originales.
La única diferencia es el soporte, pero considero que es un producto originado en un momento cultural determinado por la era digital y que, en consecuencia, sus consumidores son aquellos que demandan y apoyan la innovación y este soporte, y su aceptación como un producto más dentro del mercado del arte. Ahora existe un boom, pero creo que en el corto plazo dejará de ser tan especulativo y tenderá a normalizarse como un soporte más.
¿En la era poscovid, cuáles son sus proyectos expositivos más inmediatos?
Considero que el mercado y la actividad del mundo del arte están demostrando una fuerza y dinamismo notable. En 2022 presentaré GERIA, curado por Dehlia Hannah, como parte del proyecto Rewilding the Museum (2021-2025) para Royal Danish Academy of Art y ARKEN Museum (Copenhagen).
Actualmente estoy involucrado en una muestra de mi trabajo en la Galería Parrote con su director Pepé Montero-Romero y con la colaboración de la Galería Álvaro Alcázar (Madrid), en una propuesta junto a Simon Edmondson, Pilar Cancio, Xaquín Chaves y Rafael Canogar. En febrero presentaré, con el apoyo editorial de Gonzalo Saavedra, el libro de autor sobre mi obra publicado por Ediciones El Viso con textos de Dehlia Hannah junto con el historiador y crítico de arte Dennys Matos. Un trabajo editorial con obra gráfica y original.
Una vez normalizado el calendario de ferias de arte, estaré presente en las ferias Estampa y Arco (Madrid) con Galería Parrote, Maco (México) y Art Miami, junto a proyectos en México con Galería Hispánica, y en Estados Unidos de la mano de Artscape Lab Gallery (Miami).