Por Andrés Tovar
05/03/2018
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Una guerra comercial ocurre cuando un país pone una barrera comercial, como aranceles estrictos (impuestos fronterizos sobre las importaciones), para proteger su economía de la competencia extranjera, y otro país decide contraatacar con sus propias barreras comerciales. Precisamente eso es lo que puede suceder entre EEUU, por un lado, y Canadá y Europa en la esquina contraria. La Casa Blanca pasó el fin de semana defendiendo los nuevos aranceles al acero y al aluminio que planea imponer en cuestión de días, argumentando que son vitales para reducir el déficit comercial del país. Pero los contrarios pasaron el fin de semana amenazando con tomar represalias.
En este caso, Canadá y la Unión Europea amenazan con tomar represalias contra Estados Unidos. El viernes, el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, discutió la posibilidad de aplicar aranceles sobre los blue jeans, el bourbon y las motocicletas Harley-Davidson, tres emblemáticas exportaciones estadounidenses, en respuesta a la decisión de Trump. El primer ministro canadiense, Justin Trudeau, calificó el plan de Trump como «absolutamente inaceptable». Asimismo, su ministro de Asuntos Exteriores amenazó con «medidas receptivas».
No obstante, mientras circulaban por el circuito de los programas de entrevistas de fin de semana, el asesor comercial de la Casa Blanca, Peter Navarro, no se inmutó por posibles represalias de los socios comerciales de Estados Unidos. También restó importancia a las preocupaciones de que las industrias estadounidenses que dependen del acero y el aluminio importados podrían repercutir en un aumento de los costos para los consumidores.
«Creo que los estadounidenses están dispuestos a pagar un centavo y medio más por un paquete de 6 cervezas para tener una industria de aluminio y acero», dijo en Face the Nation de CBS News.
¿Quiénes temen a una guerra comercial?
El mensaje de Navarro fue claro. La administración Trump es muy seria acerca de los nuevos aranceles fronterizos y está dispuesto a concretarlo esta semana. Asimismo confirmó que no está retrocediendo en los aranceles generales. Tampoco habrá ninguna excepción basada en países. «Tan pronto como (Trump) comience a eximir a los países, tiene que elevar la tarifa a todos los demás», dijo Navarro. «Habrá un procedimiento de exención para casos particulares. Pero en este momento no habrá exclusiones por país».
En general, Navarro parecía completamente despreocupado por la respuesta de Europa, Canadá y otros. Pero muchos miembros del propio partido de Trump no comparten esa confianza. «Castigan a los contribuyentes estadounidenses. Se está cometiendo un gran error”, dijo el senador Lindsey Graham (Republicano) en CBS, en comentarios dirigidos al presidente.
Graham dijo que los aranceles marcarían una victoria para China. Si bien China es la fuente principal del exceso de oferta mundial de acero y aluminio, actualmente envía poco acero y aluminio a EEUU debido a las barreras comerciales impuestas anteriormente. «China gana cuando peleamos con Europa», dijo Graham.
¿Qué efectos trae una guerra comercial?
Una guerra comercial es una perspectiva especialmente inquietante. Las acciones de represalia pueden ir en espiral fuera de control. El sábado, Trump tuiteó que si la Unión Europea emite aranceles de represalia, tomaría represalias contra sus represalias abonando aranceles a los automóviles europeos -lo cual recibió este lunes una respuesta de Alemania-. Si eso sucediera, es posible que Europa intente nuevamente igualar el comportamiento. Un ciclo que podría continuar indefinidamente.
Por consiguiente, si las guerras comerciales continúan por un largo tiempo, pueden tener un impacto muy fuerte en las economías. Pueden afectar severamente a industrias enteras. Asimismo, hacer que aumente el desempleo. Por ende, elevar el precio de los bienes vitales en ambos o en todos los países involucrados. Y con un presidente que cree que las guerras comerciales «son buenas y fáciles de ganar», un complicado escenario no parece exagerado.
El estilo impetuoso de elaboración de políticas de Trump también podría reducir las probabilidades de cerrar acuerdos comerciales que busca. Tanto el Reino Unido como EEUU han manifestado interés en formar un acuerdo comercial bilateral mientras el Reino Unido se prepara para el Brexit en 2019. Pero los analistas dicen que la gestión de Trump podría hacer que el Reino Unido esté menos inclinado a buscar ese trato con Estados Unidos. La primera ministra británica, Theresa May, expresó una «profunda preocupación» por las tarifas. Así se lo manifestó en una llamada telefónica con Trump el domingo, según un vocero de Downing Street.
Si Trump cumple con los aranceles prometidos, se ganará el afecto de los productores estadounidenses de acero y aluminio. Pero las consecuencias aguas afuera son imprevisibles.