Por Marina Segura Ramos | Efe
18/11/2015
Un centenar de calcos y láminas de arte rupestre descubren la primera expresión artística del ser humano de hace 40.000 años, dibujos «irrepetibles» como el Guernica de Picasso que cobraron vida en las cuevas con ayuda de grasas animales, polvos minerales, pasión, ternura e imaginación.
La exposición Arte y Naturaleza en la Prehistoria, presentada en el Museo Nacional de Ciencias Naturales, muestra por primera vez este material de su archivo, donde se atesoran más de 2.000 copias de arte rupestre, dice a Efe su director, Santiago Merino.
Es una colección histórica única, fruto del trabajo realizado entre 1912 y 1936 por la Comisión de Investigaciones Paleontológicas y Prehistóricas, ha explicado la comisaria de la exposición, Begoña Sánchez, investigadora del Museo de Ciencias Naturales (MNCN, Consejo Superior de Investigaciones Científicas).
El primer ámbito de Arte y Naturaleza en la Prehistoria, organizada por el MNCN y Acción Cultural Española (AC/E), exhibe los motivos que inspiraron al ser humano: animales, símbolos y la imagen que tenía de sí mismo; a continuación explica el proceso de creación del artista, y por último pone el foco sobre los lugares con arte rupestre que han desaparecido, siendo las copias expuestas su único testimonio.
«Son los primeros vestigios de arte en la Historia, que en buena parte han desaparecido, arrastrados por el agua, por el vandalismo o por la ignorancia», ha explicado Sánchez, en cuya opinión estas representaciones son tan irrepetibles como el Guernica de Picasso.
Todos ellos son «Guernicas», ha recalcado.
La datación va desde los 40.000-20.000 años de finales del Paleolítico Superior a los 10.000 años del Neolítico y el «arte más moderno» de la Edad de Bronce, Cobre y Hierro.
La exposición subraya el ingente trabajo de los investigadores que se desplazaban a los lugares para calcar, copiar y fotografiar los dibujos en los cobijos, en muchas ocasiones advertidos por los maestros de la zona de su existencia.
Iban cargados con gruesas mochilas (hay una en la exposición para que el visitante lo compruebe y se meta en su piel), hacían largas caminatas con sus zapatillas de esparto, acompañados de mulas, y muchas veces dormían en la misma caverna tras un día de trabajo que había comenzado con la salida del sol y que no acababa hasta que la oscuridad impedía continuar.
Todas las fotos se realizaban sobre placas de cristal, lo que aumentaba el peso de la carga de las expediciones, que a veces había que repetir cuando las condiciones climáticas eran propicias para terminar el trabajo (primavera y otoño).
Calcaban con papel cebolla directamente encima del dibujo rupestre -en ocasiones las láminas tienen prendida tierra y restos de rocas- y luego se perfeccionaba en el gabinete, aunque a veces eran necesarios hasta tres calcos, ha explicado la comisaria.
Lápiz, sobre todo tinta china, carboncillo o aguadas a color y papeles de distinto tipo son utilizados para hacer las más de 2.000 copias que se conservan en el archivo del Museo.
Según la comisaria, una de las representaciones más bellas es la de La Cueva de la Vieja, descubierta en Alpera (Albacete), una de las escenas más representativas del arte rupestre levantino y declarada Patrimonio Mundial por la UNESCO en 1985.
«Es la más compleja en cuanto a colores, tamaños…». Representa a ciervos, toros y cabras y la mayor parte de los hombres son arqueros, pero también hay chamanes que conducen a los grupos humanos a perpetuar los deseos de una cacería satisfactoria.
En muchos de los frescos, en negro, color o policromados, el hombre pinta lo que cotidianamente observa, siendo protagonistas los animales, en particular los mamíferos.
Menos común es la escena de La Cueva del Tajo de las Figuras, cerca de la laguna de la Janda y del Estrecho de Gibraltar, donde se ven aves en el techo junto al nido visto de perfil. Incluso algunos de sus detalles morfológicos identifican especies concretas: tres cisnes nadando.
La cueva de la Araña (Bicorp, Comunidad Valenciana) también es poco habitual; una recolección de miel con hombres que trepan por una escala de cuerdas hasta el enjambre.
«Son pasmosas lecciones de seguridad en el trazo, de sencillez en la línea, de justeza en la expresión artística», en palabras del fundador de la Comisión de Investigaciones Paleontológicas, Eduardo Hernández Pacheco.
La exposición de carácter itinerante se abre el próximo día 20 y permanecerá abierta hasta el 19 de mayo. A continuación viajará al Museo de la Evolución Humana de Burgos, ha explicado la directora de AC/E, Elvira Marco.