En un mundo cada vez más globalizado, contaminado y deteriorado, los ojos se centran en uno de los pocos terrenos relativamente vírgenes que queda en la Tierra. Se trata de Groenlandia, una inmensa isla ubicada en el océano Ártico, con estatuto autónomo de Dinamarca, cubierta de hielo y con escasos habitantes.
Aunque es poco conocida, Groenlandia puede convertirse en la manzana de la discordia del mundo actual. Las potencias globales están poniendo sus ojos sobre el territorio danés que esconde grandes recursos y riquezas. La polémica surgió en Estados Unidos, y creó todo un revuelo en los medios de comunicación. Fue el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, quien mostró su interés en comprar la inmensa isla.
Sin embargo, el atractivo de Groenlandia no solo encandila a Washington. China y Rusia también han puesto sus ojos sobre la gran isla, pero de forma menos descarada que Trump.
¿Qué tesoro esconde Groenlandia? ¿Por qué ese interés tan repentino en una isla casi deshabitada? La opinión pública se hizo estas preguntas, luego de las elocuentes declaraciones del presidente de Estados Unidos.
Groenlandia: un tesoro debajo de la capa de hielo
Groenlandia es un territorio casi virgen, sin contaminación ni presencia del ser humano. El 77% de su superficie está cubierta de hielo. Su población consta de tan solo 56.000 habitantes que ocupan un territorio con una superficie de más de 2 millones de kilómetros cuadrados. En España, por ejemplo, viven 46 millones de personas en 505 mil kilómetros cuadrados.
La isla tiene una ubicación estratégica global y alberga una gran cantidad de recursos naturales, que comienzan a seducir a las grandes potencias mundiales. Con el deshielo en el Ártico, la región se ha convertido en un objetivo codiciado por estas potencias. Y es que la desaparición de la corteza helada ha abierto nuevas vías de comunicación marítimas que facilitan el acceso a las reservas de petróleo y gas natural, de difícil extracción.
El subsuelo de Groenlandia cuenta con recursos por explotar, tales como gas, petróleo, minerales preciosos y tierras raras, este último nombre que se le atribuye a 17 elementos químicos –escandio, itrio, lantano, cerio, praseodimio, neodimio, prometio, samario, europio, gadolinio, terbio, disprosio, holmio, erbio, tulio, iterbio y lutecio– muy utilizados en la industria tecnológica.
Se calcula que la isla alberga 38,5 millones de toneladas de óxidos de tierras raras, las cuales son apetecibles sobre todo para Estados Unidos que actualmente mantiene una guerra comercial con China, y pretende disminuir la dependencia de las tierras raras del país asiático.
“Groenlandia tiene una impresionante dotación de recursos”, declaró recientemente el subsecretario de Estado de Estados Unidos, Francis R. Fannon, quien es especialista en recursos energéticos.
La curiosidad de Trump por la isla
El verbo sugestivo, altisonante, voraz y elocuente del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ya es bien conocido por el mundo entero.
Dejando de lado la retórica política, Trump es más directo y habla sin filtros ni miedos a causar polémica. En ocasiones, da la sensación de que el actual residente de la Casa Blanca no prepara sus discursos e improvisa sus declaraciones con cualquier ocurrencia en el momento.
No obstante, las declaraciones del presidente estadounidense sobre Groenlandia no fueron una broma o locura, como muchos la asimilaron. El interés de Trump sobre la gran isla del Ártico, es real.
«El concepto surgió y dije, sin duda, estratégicamente es interesante y estaríamos interesados, pero hablaremos un poco con Dinamarca”, afirmó Trump.
Asimismo, el primer mandatario norteamericano expresó que el interés de comprar la isla existe, aunque “no es la número uno de la lista de prioridades”. El diario The Wall Street Journal preguntó a varios asesores de la Casa Blanca sobre el interés de Trump sobre Groenlandia. Y la conclusión fue que el presidente ha sentido curiosidad por los recursos naturales y la relevancia geopolítica del área.
Incluso, uno de los periodistas interrogó al mismo Trump sobre si estaba dispuesto a intercambiar un territorio estadounidense por la isla, una opción que podría estar sobre la mesa.
La respuesta danesa
En Dinamarca no cayeron nada bien las palabras de Donald Trump. La primera ministra danesa, Mette Frederiksen, rechazó de plano las declaraciones de su homólogo estadounidense.
«No está a la venta. Groenlandia no es danesa. Groenlandia pertenece a Groenlandia. Espero que esto no sea algo serio», dijo Frederiksen.
La alta representante gubernamental sostuvo que es “una discusión absurda y el primer ministro de Groenlandia, Kim Kielsen, ha dejado claro que Groenlandia no está a la venta. Ahí es donde termina la conversación».
Finalmente, el Ministerio de Relaciones Exteriores de Groenlandia emitió un comunicado, en el que deja claro que la isla no está a la venta, pero sí están abiertos a realizar negocios con otros países.
«Groenlandia es rica en recursos valiosos como minerales, agua de la más pura y hielo, peces, mariscos, energía renovable, y además es una nueva frontera para el turismo de aventura. Estamos abiertos a hacer negocios, pero no estamos a la venta», señaló el comunicado.
Esta respuesta por parte de las autoridades danesas y groenlandesas causó una respuesta airada de Trump, quien canceló una visita que tenía prevista a esa región.
«Dinamarca es un país muy especial con gente increíble, pero según los comentarios de la primera ministra, Mette Frederiksen, de que no tendría interés en discutir la compra de Groenlandia, pospondré nuestra reunión para otro momento», expresó Trump, vía Twitter.
Igualmente, Trump consideró la respuesta de la primera ministra danesa fue un poco ofensiva.
«No fue una manera agradable de hacerlo. Que no diga que es una idea absurda. Podría haber dicho que no, preferimos que no. No está hablando conmigo. Está hablando con los Estados Unidos de América», finalizó.
Presencia de Estados Unidos en Groenlandia
Dinamarca es un país miembro de la Organización del Atlántico Norte (OTAN) y, por ende, aliado político y militar de Estados Unidos. Desde la Segunda Guerra Mundial, cuando Estados Unidos liberó a Dinamarca del dominio nazi, existe una base militar que aún se encuentra operativa y que es de suma importancia.
Se trata de las instalaciones militares en Thule. Allí, el ejército estadounidense mantiene un sistema de radares de alerta temprana, diseñado para detectar y rastrear misiles balísticos intercontinentales. Es una de sus bases de defensa más importantes.
Asimismo, la base militar aloja al Tercer Destacamento del 22 Escuadrón de Operaciones Espaciales, una red global de control de satélites y nuevos sistemas de armas.
Una práctica que data desde 1803
Es lógico pensar que en pleno siglo XXI, y con el mundo globalizado e interconectado de forma financiera, cultural y política, la propuesta de Trump haya sonado osada e incluso hasta ofensiva. Sin embargo, la compra de territorio ha sido una práctica aplicada por Estados Unidos, a lo largo de la historia.
No son pocos los territorios que la nación norteamericana ha comprado para anexarse espacios y las riquezas que hay en ellos.
La primera vez fue en 1803. En esa oportunidad, Estados Unidos compró a Francia por 15 millones de dólares, el territorio que actualmente es conocido como Luisiana. Luego, en 1819, las autoridades estadounidenses y españolas firmaron un documento de compra-venta de Florida, sin que hubiese una transacción de dinero.
En 1867 compró Alaska al imperio ruso, por 7,2 millones de dólares, y años más tarde, en 1898, adquirió Filipinas, Cuba, Puerto Rico y Guam, por 20 millones de dólares.
Posteriormente, en 1903, Estados Unidos arrendó la bahía de Guantánamo, por 2.000 dólares en monedas de oro, al año. En 1974, el arrendamiento anual subió a 4.085 dólares en monedas de oro. En 1917, Estados Unidos compró las Indias Occidentales danesas (Islas Vírgenes) por un monto de 25 millones de dólares.
Un asunto pendiente
Esta no es la primera vez que un presidente de Estados Unidos muestra interés en comprar Groenlandia. De hecho, la gran isla del Atlántico Norte siempre ha estado bajo el radar de la nación norteamericana hasta convertirse en un asunto pendiente.
En 1867, el Departamento de Estado había comenzado a realizar investigaciones y gestiones para comprar este territorio a Groenlandia. No obstante, las negociaciones no llegaron a buen puerto en ese momento.
Años más tarde, en 1946 sí hubo una oferta concreta. En la Casa Blanca estaba Harry Truman, quien propuso a las autoridades danesas la cifra de 100 millones de dólares en monedas de oro, por la gran isla, pero la oferta fue rechazada.
China y Rusia ponen su mirada en Groenlandia
Las otras dos grandes potencias mundiales, China y Rusia, también han puesto sus ojos sobre Groenlandia. Aunque aún no han hecho una propuesta de comprar la isla.
Rusia no solo está detrás de sus riquezas. Su interés también está en la posición geográfica estratégica, ya que estaría muy cerca de Estados Unidos, y también porque le permitiría tener acceso a nuevas rutas marítimas.
Por su parte, el interés de los chinos se enfoca en sus recursos hidrocarburíferos. En 2018, la China National Petroleum Corporation y la China National Offshore Oil Corporation, compañías petroleras más grandes del gigante asiático, mostraron su interés en hacerse con las licencias necesarias para explorar los yacimientos de petróleo de Groenlandia.
De hecho, representantes de ambas compañías se reunieron con el ministro de Energía de Groenlandia, Aqqalu Jerimiassen. En esa oportunidad solicitaron se celebren más reuniones para abordar las perspectivas de perforar, a partir de 2021, los yacimientos costeros de Nuussuaq, al noroeste de la isla.
También China ha tratado de comprar una vieja base naval estadounidense y de construir tres aeropuertos. Sin embargo, la operación no se ha realizado.
En este contexto, donde las razones económicas privan sobre cualquier otra, surge la gran inquietud: el impacto que tendría en la fauna ártica la explotación del subsuelo de Groenlandia. Este paraíso natural cuenta con una importante población de buey almizclero, oso polar, liebre ártica, armiño, focas, zorra polar y morsas.
Casi 50% de sus 2.175.600 kilómetros cuadrados está cubierto por los hielos de su Parque Nacional, el más grande del mundo. Este es hogar de los inuit (esquimales) y fue designado en 1977 Reserva Internacional de la Biosfera.
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