Se ha dicho hasta el hartazgo. En medio de la crisis sanitaria, las falsas informaciones pueden ser más peligrosas que la propia pandemia. La incredulidad es caldo de cultivo para las teorías de que el coronavirus es un «invento». El miedo, por su parte, alimenta el surgimiento de «curas milagrosas». Ambos extremos son potencialmente mortales. Y el gremio médico está decidido a combatirlos. Su actual cruzada es contra el «suplemento mineral milagroso».
Ni negacionismo ni falsas medicinas. Los Colegios de Médicos piden frenar la propagación de informaciones que lleven a la gente a exponerse al riesgo de desatender las medidas de protección o al peligro de aplicarse «medicamentos» que no lo son ni están autorizados.
El suplemento mineral milagroso
Quizás uno de los mayores peligros está compuesto por la engañosa oferta de una cura milagrosa contra el coronavirus. El miedo, el desconocimiento y la mala fe, pero, sobre todo, el afán por el lucro están llevando a muchos a recomendar el uso del dióxido de cloro.
Este producto, también conocido en el mercado oscuro como «suplemento mineral milagroso«, lleva años publicitándose como un remedio para muchas afecciones que van desde la malaria, a la diabetes y asma, el autismo o hasta el cáncer.
Sin embargo, la comunidad médica ha alertado en reiteradas ocasiones acerca de la inconveniencia de su uso. La Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) ha recibido muchas denuncias y también se ha determinado que el dióxido de cloro, a la venta en línea como “tratamiento”, ha enfermado a los consumidores.
Pese a que la FDA advirtió por primera vez a los consumidores sobre estos productos en 2010, muchos distribuidores independientes los siguen promocionando en las redes sociales y vendiendo en línea. Se conocen con diversos nombres, como solución mineral milagrosa o maestra, suplemento mineral milagroso (MMS), protocolo de dióxido de cloro y solución de purificación de agua (WPS). Al mezclarse, de acuerdo con las instrucciones del empaque, se convierten en una fuerte sustancia química que se usa como blanqueador.
Peor en la crisis del coronavirus
Si bien las denuncias contra estos productos son de vieja data, el Observatorio de la Prescripción de la Organización Médica Colegial acaba de publicar un informe para refrescarles la memoria a unos cuantos. La razón de esta nueva ofensiva se debe a que, con la propagación del coronavirus, los «sanitarios alternativos» han aparecido para defender el uso de productos con dióxido de cloro para «curar» la COVID-19.
YouTube y Facebook están llenos de vídeos de gente que dice haberse curado gracias a esta solución a la que atribuyen propiedades antimicrobianas, antivirales y antibacterianas. Algunos incluyen el mal de ojo, la diabetes y el vitiligo. Con la pandemia del coronavirus, los testimonios se concentran ahora en recuperaciones milagrosas tras sufrir de COVID-19.
La OMC ha publicado este documento «ante las declaraciones realizadas en las últimas fechas por médicos que componen el Comusav (Coalición Mundial de Salud y Vida) en las que aseguran que el dióxido de cloro acaba con el coronavirus». Una gran irresponsabilidad.
En el documento se argumenta que el compuesto de dióxido de cloro pone en peligro la salud del paciente, por lo que se desaconseja su uso en tratamientos para la COVID-19. «Este informe deja claro que el dióxido de cloro no cura”, dijo el doctor Pedro Hidalgo, coordinador del Observatorio.
«No existe evidencia científica que avale su eficacia y seguridad. Se trata de una sustancia nociva para la salud«, recalcó. Según Hidalgo, si un médico prescribiera este falso tratamiento, estaría violando su código deontológico. En este sentido, señala que la entidad Coalición Mundial de Salud y Vida no es un colegio médico.
Riesgo de intoxicación
Las páginas de Internet que venden la solución mineral milagrosa describen el producto como un líquido que contiene 28% de hipoclorito de sodio en agua destilada. Las instrucciones del producto indican a las personas que mezclen la solución con ácido cítrico —jugo de limón— u otro tipo de ácido antes de beberla. En muchos casos se vende junto a un «activador» de ácido cítrico. Al agregarse el ácido, la mezcla se convierte en dióxido de cloro, un poderoso agente blanqueador de ropa interior y sábanas.
Tanto el hipoclorito de sodio como el dióxido de cloro son los ingredientes activos de ciertos desinfectantes, además de tener otros usos industriales. No están hechos para que los ingieran las personas.
De acuerdo con la FDA, beber cualquiera de estos productos hechos a base de dióxido de cloro puede causar náuseas, vómito, diarrea y síntomas de deshidratación grave.
«La etiqueta de algunos productos afirma que el vómito y la diarrea son comunes después de ingerirlo. Incluso aseguran que tales reacciones son prueba de que el producto está surtiendo efecto. Esta afirmación es falsa», reporta la FDA. En Bolivia decenas de personas han sido hospitalizadas con envenenamiento por dióxido de cloro, de acuerdo con el Ministerio de Salud.
El negacionismo también es un peligro
Pero no solo el miedo es un caldo de cultivo peligroso. También lo es la incredulidad. Es de allí de donde se alimentan los llamados «negacionistas», los que dicen que no hay tal pandemia y que todo se trata de una «conspiración» para «mantener a la población en casa» y, de esta manera, «controlarla».
La propagación de estas teorías es lo que ha llevado a manifestaciones como la que ocurrió hace poco más de una semana en la Plaza de Colón, en Madrid. Miles de personas se saltaron las medidas de distanciamiento social y uso de la mascarilla en protesta contra el «atentado a la libertad» que suponen las medidas para controlar el «falso coronavirus».
La Organización Médica Colegial y el Col·legi de Metges de Barcelona (COMB) denuncian que este «movimiento pseudocientífico» constituye «un peligro contra la salud pública».
«El problema es que estos actos no solo afectan a los asistentes, sino que también condicionan la libertad de otras personas, porque pueden estar propagando el virus», dijo Gustavo Tolchinsky, secretario del COMB.
«Los médicos estamos física y anímicamente al límite. Pero si un manifestante se infecta, no dudaríamos en atenderle, porque es nuestro deber. Lo que sí pedimos es una actuación ejemplarizante contra los promotores de la manifestación y de estas teorías«, añade Tolchinsky.
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