En un intento por impulsar el crecimiento económico, el gobierno griego dio luz verde a una semana laboral de seis días para ciertas industrias. Esta nueva legislación, que entró en vigor a principios de julio, permite a los empleados trabajar hasta 48 horas a la semana en lugar de las tradicionales 40 horas. Sin embargo, esta medida va en contra de la tendencia mundial hacia semanas laborales más cortas, como las de cuatro días, que están ganando terreno en otras partes de Europa y Estados Unidos.
La nación logró superar a otros países europeos en términos de crecimiento económico después de vivir la peor crisis financiera de su historia. La medida, rechazada por los sindicatos, busca que siga en ese camino. Para Akis Sotiropoulos, miembro del comité ejecutivo del sindicato de empleados públicos, no tiene sentido: «Cuando casi todos los demás países civilizados están promulgando una semana de cuatro días, Grecia decide ir por el otro lado”.
Los griegos ya trabajan las jornadas más largas de Europa, con un promedio de 41 horas a la semana, según Eurostat. Pero se les paga mucho menos. La oposición de izquierda ha denunciado con frecuencia los salarios de “Bulgaria en un país de precios británicos”. Alegan que el fenómeno solo ha impulsado la fuga de cerebros.
En el foso
Hace una década, Grecia enfrentó una severa crisis económica que afectó profundamente su mercado laboral. La crisis de la deuda soberana, también conocida como la crisis del euro, tuvo un impacto profundo en la economía griega y en la estabilidad financiera de la eurozona. El Partido Socialista ganó en 2009 las elecciones parlamentarias y Giórgos Papandréou asumió el poder. Pronto se reveló que la situación económica era catastrófica y que el déficit presupuestario era mucho mayor de lo anunciado previamente.
Se descubrieron manipulaciones estadísticas y ocultamiento de deudas ante la Comisión Europea. La magnitud de la deuda era alarmante y los temores de impago se hicieron presente. Los inversionistas comenzaron a temer que Grecia no pudiera cumplir con sus obligaciones de deuda, lo que afectó la confianza en los mercados financieros. El gobierno de Papandréu se vio obligado a implementar programas de austeridad para reducir el déficit público. Sin embargo, las agencias de calificación crediticia rebajaron la deuda griega a la categoría de “bono basura”. La recesión que sufrió el país entre 2007 y 2009 fue lo que exacerbó la crisis.
En 2010, la eurozona acordó un mecanismo de rescate en el cual también participó el Fondo Monetario Internacional. Se implementaron medidas de austeridad más severas. Sin embargo, la crisis afectó gravemente a los ciudadanos griegos, con altas tasas de desempleo y recortes en servicios públicos. En 2012 se llevó a cabo una reestructuración de la deuda griega, que redujo la carga de pagos. A lo largo de los años, Grecia implementó reformas estructurales, mejoró la recaudación fiscal y recuperó la confianza de los capitales. Todo desembocó en que en junio de 2018 saliera oficialmente del programa de rescate, aunque los desafíos económicos persisten.
Argumentos a favor
La alta tasa de desempleo y la necesidad de revitalizar la economía han llevado al gobierno a considerar medidas audaces. La propuesta de implantar una semana laboral de seis días es parte de un enfoque orientado al crecimiento y busca abordar el trabajo no declarado, que a menudo conduce a la evasión fiscal.
El gobierno del primer ministro, Kyriakos Mitsotakis, dice que la iniciativa se hizo necesaria por los peligros de la disminución de la población y la escasez de trabajadores calificados. La iniciativa forma parte de un conjunto más amplio de leyes laborales aprobadas el año pasado. Mitsotakis describió el cambio demográfico que se prevé como una bomba de tiempo. Se calcula que alrededor de 500.000 griegos en su mayoría jóvenes educados han emigrado desde que estalló la crisis de deuda.
Bajo el esquema de semana laboral extendida, el personal de industrias seleccionadas e instalaciones de fabricación tendrá la opción de trabajar dos horas adicionales al día o un turno extra de ocho horas, recompensado con una tarifa de recarga del 40% agregada al salario diario. Cualquiera de las opciones, afirma el gobierno de centro derecha, servirá para corregir el problema de que a los empleados no se les pague por horas extras. Al mismo tiempo, permitirá abordar el problema generalizado del trabajo no declarado.
Además de reducir la economía informal, el gobierno espera aumentar los ingresos fiscales. También estimular la actividad económica al aumentar la productividad y la producción en ciertas industrias.
En contra
Los opositores, que ya han salido a las calles en protesta. Consideran que la reforma erosiona las protecciones legales existentes. Además, que hace retroceder los derechos de los trabajadores de larga data en nombre de la flexibilidad. “En realidad esto ha sido aprobado por un gobierno ideológicamente comprometido a generar ganancias cada vez mayores para el capital,” dijo Sotiropoulos. “Mejor productividad viene con mejores condiciones de trabajo, una mejor calidad de vida y eso, ahora lo sabemos, se trata de menos horas no más”, acotó.
Asegura que los sindicatos también han visto disminuir su poder como resultado de las medidas de austeridad implantada a cambio de fondos de rescate durante la crisis financiera del país. Otras de las quejas tiene que ver las horas extras, que permiten a los empleadores retrazar la contratación de más personal. También destacan que la medida alienta a trabajar a las personas que reciben una pensión. “Lo que el gobierno esencialmente está diciendo es ‘ir y trabajar más tiempo, que él hará la vista gorda incluso si eres un pensionista”, dijo Grigoris Kalomoiris, quien encabeza el sindicato de maestros jubilados.
Afirman que las autoridades saben que la mayoría de los griegos, con un salario mensual promedio de 900 euros, solo pueden sobrevivir hasta el 20 de cada mes. Expresan que «esta última medida bárbara» no va a resolver el problema fundamental de la escasez de mano de obra. Precisan que es muy injusto para los jóvenes griegos desempleados que nunca pueden tener un trabajo.
Contracorriente
A diferencia de lo que propone Grecia, la jornada laboral corta de cuatro días es lo que se impone en el mundo. De acuerdo con el informe de World Population Review, ya es una realidad en más de 15 países alrededor del mundo donde se trabaja entre 29 y 36 horas semanales. Una de las pruebas más reconocidas y con resultados favorables es en Microsoft Japón. La empresa probó una semana laboral de 4 días en 2019, que les resultó en un aumento del 39,9% en productividad. Algunos estudios demuestran que la reducción de la jornada laboral puede traer consigo efectos positivos para las empresas y sus empleados.
- Aumento de productividad: un estudio realizado por la Universidad de Cambridge en Reino Unido demostró que trabajar cuatro días a la semana ayudó a reducir el estrés y aumentar los niveles de productividad.
- Calidad de vida: un estudio similar se hizo en Reino Unido. Empleados trabajaron 20% menos en comparación con su horario “normal”, sin reducción de salario. Como resultado bajaron los niveles de enfermedades en un 65%.
- Reducción en rotación de personal: al tener una mejora notable en calidad de vida dentro y fuera del trabajo, se redujo el nivel de renuncias en un 57%
- Incremento de ingresos: en un informe liderado por Cambridge Brendan Burchell, se dio a conocer que uno de los principales temores era la baja de ingresos debido a la reducción del tiempo de trabajo, pero posterior al estudio se registró un aumento del 1,4% en ingresos.
- Mayor compromiso en el trabajo: un empleado satisfecho y feliz con su trabajo, siempre trae buenos resultados a la empresa. Esto se logra porque al tener mayor tiempo libre, las personas tienen la oportunidad de pasar más tiempo con sus familias.
No todo es positivo
La otra cara de la moneda en lo que respecta al tema de la reducción de la jornada laboral ha causado controversia entre las empresas en ciertos aspectos:
- Coordinar la disponibilidad para funciones clave: al reducir la jornada laboral, disminuye el tiempo en que los colaboradores pueden atender algunas situaciones.
- Evaluar la viabilidad del esquema: algunas empresas, por su tipo de operación, no pueden reducir su semana laboral. Además, algunos empleados quizá se estresarían por realizar las mismas tareas en menos tiempo.
- Cerciorarse que la productividad aumente: la mejora de resultados debe compensar la reducción de días de trabajo; de lo contrario, la empresa estaría generando pérdidas.
- Mantener la competitividad en el mercado: deben generarse estrategias para atender imprevistos dentro y fuera de los días de trabajo; de otro modo, la competencia ganará ventaja.
Un cambio en la jornada laboral incluso podría hacer que los empleados trabajen al doble, pues al reducir el tiempo, se limitan a cumplir sus actividades en un periodo más corto; sin embargo, es un problema que se puede resolver con una buena planeación en los tiempos y estrategias de trabajo.