La Tierra alberga unas 7.700 millones de personas. De ellas, el 55% vive en áreas urbanas, causantes del 70% de las emisiones de CO2. Se estima que para el año 2050 en todo el mundo habrán unas 2.200 millones de personas más de las que hay ahora. Si bien el hambre ya es una realidad, cada vez es más probable que menos personas tengan acceso a alimentos frescos. En busca de soluciones más inteligentes, los expertos confían en las granjas verticales, una manera más rápida y segura de conseguir los alimentos y con una mejor calidad.
A medida que aumente la población mundial para mediados de siglo, también aumentará la capacidad de las ciudades de albergar personas. Las áreas urbanas consumen la mayor parte de los recursos de la Tierra y producen más desechos que las zonas rurales. Todo parece indicar que la única respuesta es añadir agricultura en los edificios.
Muchos dicen que las granjas verticales forraran de verde el interior de las fábricas y los edificios. Pero, ¿cómo funcionan estas innovaciones revolucionarias de agricultura en interiores? ¿representan un ahorro para la economía? y la duda más frecuente: ¿son tan sostenibles como parecen? Todas estas dudas trataremos de responderlas.
Los múltiples beneficios de construir granjas en interiores
Son muchos los beneficios de construir granjas interiores. Además de acercar este sector a la población urbana, puede mejorar notablemente la vida en las ciudades. También prometen ser la solución contra el hambre, así como salvar la cadena de suministro de alimentos, una que está en peligro desde 2020 por la pandemia de la COVID-19.
Llevar los alimentos de una manera más fácil y rápida es fundamental en estos tiempos. Construir granjas verticales implica un gran ahorro de espacio y de costes de transporte. Además se ahorraría mucho trabajo de cultivo y cosecha, así como de mantenimiento de alimentos frescos.
Y es que las granjas verticales usan 95% menos agua que las granjas tradicionales. Tampoco utilizan tierra sino materiales y sensores que imitan los entornos naturales. Permiten producir 390 cosechas más por metro cuadrado y suministran la cantidad justa de agua y nutrientes, pues trabajan las 24 horas del día y los siete días de la semana.
También las estructuras en las que se construyen estas granjas permiten que los cultivos estén mejor protegidos ante los efectos climáticos. Mientras que en las granjas tradicionales ocupan espacios abiertos en los que sí están expuestos.
Desventajas de las granjas verticales
Pero como todo lo bueno, también tiene sus cosillas malas. Uno de los puntos negativos de estas construcciones es que usan luz artificial para compensar la falta de luz natural en los cultivos. La necesidad de luz artificial es muy alta, pues debe suplantar al sol en días grises y por las noches. Lo que tiende a ser poco eficiente energéticamente.
Por otro lado, llevar a cabo las granjas verticales no es barato. Un profesor de la Universidad de Cornell en Nueva York, calculó que una barra de pan hecha con trigo cultivado en interiores costaría 11 dólares, por ejemplo.
Aunque las granjas verticales aún no pueden compararse a las horizontales, los detractores señalan que su construcción masiva en las grandes ciudades hará que poco a poco el sector primario de las zonas rurales vaya en decadencia. En pocas palabras, se generaría un gran crecimiento en las áreas urbanas y abriría la oportunidad de avanzar hacia un mundo más eficiente, pero esto podría ser el fin del estilo de vida rural.
Proyectos pioneros en agricultura vertical
En Europa, la primera empresa emergente de agricultura vertical es Infarm, una start-up con sede en Ámsterdam que cultiva alimentos en interiores en estantes. El proyecto ha sido tan popular que ya se ha valorado en en más de 1.000 millones de dólares. Actualmente cultivan 75 variedades diferentes de hierbas, ensaladas y verduras de hoja.
“La agricultura vertical y el sistema Infarm proporcionan una solución sostenible para alimentar a una población en crecimiento de una manera mucho mejor para el planeta y mucho más resistente y flexible frente a la incertidumbre climática y la interrupción de la cadena de suministro”, dijo Erez Galonska, cofundador y director ejecutivo de la compañía.
Al otro lado del mundo, en Newark, Estados Unidos, AeroFarms, una empresa de agricultura de interior sostenible, tiene una instalación de 70.000 pies cuadrados que cultiva 2 millones de libras de productos al año. Mientras que en Abu Dhabi, el Gobierno ofrece 150 millones de dólares en incentivos para que los agricultores verticales vengan a construir.
China no podía quedarse atrás. En estos momentos planean construir una torre de oficinas de 51 pisos que se duplicará como una granja vertical que producirá suficientes cultivos para alimentar a 40.000 personas cada año. Y es que la rápida urbanización significa que el país ahora tiene el 21% de la población mundial pero solo el 9% de la tierra cultivable.
El indudable crecimiento de las granjas verticales
El Global Industry Analyst Inc. (GIA) realizó un estudio titulado “Vertical Farming – Global Market Trajectory & Analytics”, en el cual se presentan interesantes datos sobre el mercado actual de las granjas verticales.
Según el estudio, durante el 2020 (un año marcado por la pandemia) el mercado global de granjas verticales alcanzó una valoración de unos 2.700 millones de dólares. Sin embargo, estiman que la proyección de crecimiento para el 2026 es de unos 5.800 millones de dólares, con un crecimiento anual de un 14%.
Solo en los Estados Unidos, las granjas verticales en 2021 representan el 26.94% del mercado global. Con un valor estimado de unos 779,3 millones de dólares. Mientras que en China, estiman que para 2026 logre una valoración de mercado en el sector de unos 888 millones de dólares, con un crecimiento anual de 16,4%. De igual forma esperan que Japón y Canadá, sean de los países con un mayor crecimiento durante el mismo periodo.