Por Narkys Blanco
20/09/2017
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Japón se ha puesto manos a la obra para responder al paulatino abandono de tierras de cultivo en el país: la creación de plantas solares que, además de generar energía limpia, favorecen la producción de toneladas de hongos negros o Auricularia polytricha, una seta muy consumida en el país.
La idea la han puesto a rodar la startup especializada en energías renovables Sustainergy, junto con la financiera Hitachi Capital y la constructora Daiwa House Industry. En concreto sus planes incluyen la construcción de dos plantas solares al noreste de Japón que, desde luego, no serán dos instalaciones más. Con una producción de 2.000 kilovatios de energía en cada una de ellas, ya de entrada superan en potencia a cualquier otra del país.
Además de aportar 4.000 kilovatios, estas plantas servirán a otro fin: la producción de hongos negros. Su cultivo, que requiere de una baja exposición a la luz solar, se ajusta perfectamente al espacio que queda libre bajo los paneles. En ellos se prevé que se puedan producir hasta 40 toneladas anuales de esta seta que, hoy por hoy, se importa mayoritariamente de China.
Las plantas, proyectadas en la prefectura de Miyagi con una inversión de 11 millones de dólares, son el primer paso dentro de esta iniciativa, más ambiciosa. Si todo marcha, los impulsores plantean extender el concepto a productores de todo el país. Los potenciales beneficios para ellos son claros. Energía para cubrir sus necesidades e, incluso, para obtener ingresos extra, además del cultivo de un producto para el que se considera que existirá demanda. Para ello, Hitachi Capital aportaría los paneles y la equipación, mientras que Daiwa House se ocuparía de la construcción y el mantenimiento de las instalaciones.
La energía solar y cultivo aportaría 70.000 megavatios
Aunque la idea de impulsar las instalaciones de energía solar en tierras de cultivo abandonadas ronda desde hace tiempo, las restricciones que existían para reconvertir estos espacios habían tirado del freno de esta posibilidad. Sin embargo, el giro operado desde el Gobierno japonés en 2013 ha permitido impulsar esta iniciativa que promueve un doble uso para la tierra. Este aspecto era clave, ya que el ejecutivo es favorable a que las tierras sigan manteniendo cierta actividad agrícola.
La insistencia gubernamental no extraña puesto que el envejecimiento de la población japonesa y la preferencia de los jóvenes por la ciudad ha derivado en un abandono de las áreas agrícolas que avanza, inexorable, a un ritmo del 10% anual. Según estimaciones del Ministerio nipón de Medio Ambiente, la conversión de estos terrenos baldíos en instalaciones mixtas para la captación de energía solar y el cultivo podría aportar a Japón hasta 70.000 megavatios o, lo que es lo mismo, energía suficiente para abastencer a 20 millones de viviendas.