Por Cambio16
6/7/2017
El camino hacia la independencia de la Generalitat de Cataluña ha puesto de acuerdo a los tres expresidentes del Gobierno que quedan vivos, y así Felipe González, José María Aznar y José Luis Rodríguez Zapatero han coincidido en que la solución vendrá de la mano del diálogo y de la política. El propio Aznar lo ha ilustrado después de una larga disertación de González sobre la situación actual de Cataluña: «Estoy de acuerdo en un 95% o 97%», ha dicho.
En cómo «imaginar» la solución aparecerán matices y diferencias, ha añadido Aznar, pero en el diagnóstico y en algunas conclusiones ha relucido la coincidencia, especialmente en éstas: la soberanía reside en el pueblo español, la defensa de la legalidad viene marcada por la defensa de la Constitución y no habrá referéndum.
Los expresidentes que quedan vivos (Leopoldo Calvo-Sotelo y Adolfo Suárez han fallecido) se han reunido en Madrid para conmemorar el 15 aniversario del grupo Vocento. La intención del evento, al que han acudido personalidades políticas como el líder de Ciudadanos, Albert Rivera; el portavoz del PP en el Congreso, Rafael Hernando, o la expresidenta del Congreso, Luisa Fernanda Rudi, pasaba por examinar los 40 años transcurridos desde las primeras elecciones de la democracia, las de 1977, pero la actualidad se ha impuesto y Cataluña ha acaparado el foco.
Felipe González ha sido duro al considerar que ese texto para dar soporte legal a una Cataluña independiente, presentado ayer, es un «bodrio» más propio de «una deriva ‘madurista’ -en alusión al presidente venezolano, Nicolás Maduro- que de una deriva bolivariana». Maduro, ha añadido, quiere «acabar con la Constitución», y la Generalitat de Carles Puigdemont y Oriol Junqueras buscan exactamente lo mismo, aunque mediante unas decisiones «extrañas» en la historia de la cultura política catalana, dada al diálogo, al consenso y al pacto. Según ha señalado González, «la incitación a la sedición» en la que incurren Puigdemont y las demás formaciones que le apoyan quiebran incluso su fuente de legitimidad, que es el Estatuto de Autonomía.
En todo este proceso de «disparates», ha añadido, sólo aprecia coherencia en la CUP, «y por eso son los que mandan». Porque esta fuerza política quiere convertir a Cataluña en «Albania» y no tienen reparos en considerar que «bienvenido sea», en palabras de González. No habrá referéndum el 1 de octubre, ha manifestado, pero cabe solución aún. Aparecerá en el campo de la política, para lo cual hay que establecer un punto de partida: la constatación de «un dato claro», que «Cataluña no será independiente» y que «España no dejará de ser España».
Una vez se fije esa base, ha abogado por desarrollar un proceso de diálogo a través, por ejemplo, de una subcomisión parlamentaria que durante dos o tres años analice posibles vías de acuerdo (también mediante una hipotética reforma de la Constitución) y levante cimientos para el consenso. Aznar ha expresado su coincidencia con una frase lapidaria: «Estar en política es hacer política».
Sin mencionar al presidente Mariano Rajoy en ningún momento, el expresidente del PP ha alertado sobre la «fractura interna» que vive ahora mismo la sociedad catalana por culpa de la dinámica independentista, de la que ha augurado que «va a acabar demoliendo Cataluña».
A su juicio, hay que estar del lado de los catalanes que defienden la democracia y el respeto a la legalidad, pues son estos dos principios irrenunciables, así como el de la nación española consagrada en la propia Constitución y heredera de una larga historia. Aznar, con todo, ha descartado una reforma del «gran activo» que es la Carta Magna si no se precisa qué se quiere reformar, bajo qué condiciones y con qué grado de consenso.
Zapatero, al igual que González, no se ha mostrado en contra de acometer cambios constitucionales siempre que sean para mejorarla, pero ha dado prioridad a la búsqueda de soluciones políticas con «cabeza fría y con convicciones». Por esta razón, ha considerado que es mejor no crear «expectativas» en dar a la reforma constitucional la categoría de solución. Frente al «viaje a ninguna parte» de los independentistas, el Estado y las instituciones sabrán «superar» este reto, para lo que hay que afianzar dos pilares maestros: la legalidad y que no cabe el derecho de autodeterminación.
El referéndum, por tanto, no se celebrará, así que tras el 1 de octubre se impondrá una «reconsideración» de los planteamientos en el que el diálogo, entonces sí, será el motor de actuación. Algo similar a lo que sucedió en Euskadi tras el rechazo del Congreso al plan Ibarretxe. Con todo, Zapatero ha afirmado que está de acuerdo con una expresión del escritor mexicano Carlos Fuentes: «España es una nación de identidades múltiples».
El acto ha dejado espacio incluso al tono de broma. Zapatero ha tenido que ausentarse antes del final del mismo. Aznar, mientras su sucesor en Moncloa enfilaba el camino de salida, le ha preguntado: «¿A dónde vas?, ¿a Venezuela?». Zapatero ha asentido con la cabeza. «Pues mucha suerte y ten cuidado», ha terminado el exlíder del PP, entre risas de los asistentes.
Y ha sido el propio Aznar quien ha resumido la filosofía del evento: sean «un jarrón de Shangai o de Hong Kong», la responsabilidad de los expresidentes también es la de buscar «puntos de encuentro».