Después de que Pedro Sánchez anunciara que a partir del 10 de mayo comenzará la desescalada del confinamiento, se comienzan evaluar posibles medidas para prevenir un rebrote de la COVID-19. Una de ellas es el desarrollo de aplicaciones móviles para rastrear a los posibles infectados. Sin embargo, existe la polémica sobre la violación o el atropello de la privacidad, pues el Gobierno tendría acceso a todos los movimientos de la población.
Casi todos los países europeos, incluido España, están valorando la efectividad de la medida. En el panorama internacional, la mayoría de los gobiernos están de acuerdo con que las aplicaciones de rastreo de contactos son la solución. No obstante, hay discrepancias en el funcionamiento.
¿Cómo funcionarán técnicamente? Es la pregunta que se formulan todos. Desde los gobiernos también se encuentran temerosos de tener una extrema dependencia de las compañías tecnológicas como Google o Apple.
Varios países como Corea del Sur, Singapur e Israel, ya han desarrollado estas aplicaciones para controlar una segunda oleada de la COVID-19. El gobierno coreano ha sido el que ha tenido mayor éxito. Otras naciones como Francia, Alemania y Estados Unidos tienen sus desarrollos adelantados.
El virólogo alemán, Christian Drosten, aseguró esta semana que «las app son imprescindibles». Sin embargo, para que esta medida tenga efecto debe ser descargada, al menos, por el 60% de la población de cada país. Para el caso de España serían unos 30 millones de españoles.
En estos momentos, el Ejecutivo está en continuo contacto con el gobierno alemán para desarrollar el proyecto de las aplicaciones móviles.
España ya ha desarrollado dos app
El gobierno de España ya había desarrollado estas tecnologías en su gestión de la crisis sanitaria. La primera aplicación estaba destinada a rastrear el móvil de toda la población con datos anónimos y agregados facilitados por los operadores, para determinar si se estaba cumpliendo el confinamiento. La segunda era para evaluar los síntomas y tener la certeza de si la persona estaba infectada de coronavirus.
Solo seis Comunidades Autónomas optaron por la utilización de estas app. Otras como Cataluña, País Vasco y Galicia, ya tenían sus propios sistemas. Estos dos proyectos tenían un objetivo claro: analizar la movilidad de la población y posibles nuevos focos de contagios durante la fase de confinamiento.
Sin embargo, el Gobierno está avizorando cómo será la vida de los españoles en la etapa de desescalada y cómo prevenir un segundo brote. En este sentido están desarrollando una tercera aplicación móvil.
¿Cómo funcionaría la app?
El proyecto de estas app tienen un objetivo claro: rastrear a la población para detectar nuevos casos de COVID-19 y aislarlos para detener la propagación del virus. Los primeros en aplicarlo fueron China, Corea del Sur y Singapur.
Estos países estudiaron cómo identificar rápidamente nuevos posibles contagios y aislarlos para evitar otro brote. La respuesta la encontraron en los smartphone. Corea del Sur, por ejemplo, estrenó una aplicación que localiza a los ciudadanos por GPS y cruza esos datos con su histórico de pagos con tarjeta de crédito o con imágenes de cámaras de seguridad.
Singapur fue un poco más allá y creó una llamada Trace Together, la cual usa la función de Bluetooth para interconectar móviles de forma privada. La app del móvil emite un identificador cifrado que capta el móvil de la otra persona, y viceversa. El teléfono va recolectando identificadores cifrados de otras personas con las que te vas cruzando.
«Si al cabo de unos días la persona da positivo por COVID-19, se sabrá de forma automática quienes han tenido contacto, lo que generará una acción de las autoridades selectiva, acertada y a tiempo para aislar a ese grupo», explicó a Teknautas Sergio López, el ingeniero que creó el software de la aplicación que utiliza Singapur, reseñó El Confidencial.
Menos libertad a la privacidad
Una de las mayores críticas que han recibido estas aplicaciones es que los gobiernos tendrán mayor control sobre la población. Sabrán dónde están en cada momento, qué hacen, con quién interactúan.
Hay países que han tratado de respetar las libertades como en Corea del Sur. No obstante, han denunciado que el gobierno chino ha aprovechado la coyuntura para atropellar aún más la privacidad de los ciudadanos.
Habrá que espera el desarrollo de las aplicaciones de los países que todavía la están diseñando como Alemania, Francia, Estados Unidos y España, para sacar conclusiones del funcionamiento de la app.
Otro punto álgido es que solo los países desarrollados o con recursos podrían aplicar una tecnología semejante. En los países en desarrollo como los africanos o latinoamericanos, donde no todas las personas tienen acceso a un smartphone, se dificulta el uso de estas tecnologías.
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