Por Óscar Abou-Kassem y Gorka Landaburu | Foto: Jerónimo Álvarez
La crisis de la democracia representativa y de liderazgo en la política son algunas de las principales preocupaciones de Felipe González, que ha concedido una entrevista exclusiva en el número de mayo de Cambio16 con motivo del 45 aniversario de la revista.
El expresidente del Gobierno y ex secretario general del PSOE sostiene que “gobernar no es sumar todas las indignaciones, sino priorizar para resolverlas”. Y denuncia que “los populismos tienen exactamente el mismo discurso” tanto a izquierda como a derecha. “El discurso de los de abajo y los de arriba, que antes era de la lucha de clases (…) ha sustituido al de antes. Y ese discurso es exactamente igual en el caso de Marine Le Pen que en el de Pablo Iglesias”.
Felipe González confiesa que le preocupa que estemos ante “una política de emociones”. Reconoce que “quien no se hace cargo del estado de ánimo de la gente pierde el liderazgo”, pero advierte de que “hacerse cargo del estado de ánimo no significa responder emotivamente”, sino hacerlo “con eficacia”.
Durante la entrevista a once páginas –realizada por el director de Cambio16, Óscar Abou-Kassem, y por el director de Relaciones Institucionales de la publicación, Gorka Landaburu–, González afirma que los parlamentos están “absolutamente desactualizados” porque “la globalización ha primado al sistema financiero” y, asimismo, “hay un impacto inmediato de las redes sociales”. “Cuando un parlamento discute algo hace ya muchos días que lo habían dejado atrás las redes sociales. El parlamento va detrás”, apunta.
La UE y Venezuela
Respecto a la crisis que atraviesta la Unión Europea, el expresidente considera que “Europa sigue siendo el espacio económico y social menos injusto del planeta”. González explica que esa es la razón por la que es tan atractiva “para los flujos migratorios y los refugiados”. Lamenta también que ante este drama no exista en la UE “una política exterior y de seguridad común” que impida ir “al origen del problema real” que es “una guerra interminable con muchísimos factores internos cruzados en Oriente Medio”.
Critica, por ello, que las instituciones comunitarias se hayan limitado a mantener a los refugiados en campos en Grecia o Turquía: “¿Cómo podemos pensar que un hombre de 33 años con dos o tres hijos y su mujer, que puede ser un ingeniero informático, puede aceptar como respuesta que se le van a mejorar las condiciones de vida en el campo de refugiados?”, se pregunta.
El expresidente no ve “ninguna solución inmediata” para Venezuela. Afirma que no conoce “ningún caso de ningún país del mundo que, sin una guerra, haya destruido tanto en tan poco tiempo”. Recalca que “la corrupción española, comparada con la venezolana, sería casi un juego de niños”, y carga contra la izquierda española por su “ceguera voluntaria” respecto al chavismo. En todo caso, recalca en que “la única solución” para el país es “sentarse a dialogar y buscar un camino de transición de esta locura de régimen hacia otro normalizado”.