Un estudio liderado por el Instituto Pirenaico de Ecología (IPE-CSIC) revela que los glaciares del Pirineo, lejos de detener su proceso de deshielo, la pérdida de su espesor sigue a un ritmo similar desde los años ochenta. La investigación analizó los cambios de área y espesor registrados en 17 de los 24 glaciares que existen en el Pirineo, entre 2011 y 2020. Los resultados muestran que han perdido en promedio 10 metros de espesor y hasta una quinta parte de superficie, un 23,3 %.
En algunos punto, el grosor del hielo se ha reducido hasta 20 metros. Todos mantienen un ritmo similar desde la década de los ochenta, según este estudio publicado en la revista Geophysical Research Letters.
Señalan como ejemplo los cambios observados en el glaciar del Aneto, ubicado en Benasque (Huesca), cuyas pérdidas se estiman en 24,3% en cuanto a su área. Y una media de 8,5 metros de espesor, registrándose disminuciones de hasta 21 metros en algunas zonas.
Entre las masas de hielo más afectadas, se encuentran el glaciar de Ossoue, situado en el Pico Viñamala, en Francia. Ha sufrido una disminución del 25,7% de su área y pérdidas de espesor medio de 10 metros. Y el glaciar de Taillón, que en promedio ha perdido 11,6 metros, superando los 23 metros en su zona central.
El Pirineo es una cordillera montañosa situada al norte de la península ibérica, que hace de frontera natural entre España y Francia. En la ladera norte, el Pirineo se extienden por las regiones francesas de Nueva Aquitania y Occitania. En la ladera sur por las comunidades del País Vasco, Navarra, Aragón y Cataluña. El pequeño país de Andorra está enclavado en esa cordillera.
Glaciares del Pirineo a menos
La investigación estuvo liderada por los investigadores españoles Ixeia Vidaller y Jesús Revuelto, del IPE-CSIC. Advierte que aunque las condiciones climáticas no varían mucho entre las zonas donde se ubican los glaciares, ya que el clima ha variado de forma semejante en todo el Pirineo, la evolución del hielo «sí que ha sido heterogénea durante este periodo».
Los glaciares pirenaicos más pequeños, como el de Barrancs, en el macizo de la Maladeta, o el Llardana, en el macizo de Posets, están fuertemente controlados por la topografía local. Algo que deducen por el contraste entre sus pérdidas de área y las de espesor.
Sin embargo, los glaciares más grandes están predominantemente influenciados por las condiciones climáticas de esta región montañosa. Por lo que las masas de mayor extensión, como las del Aneto, Maladeta, Ossoue y Monte Perdido, evolucionan de forma similar con pérdidas de área y espesor equivalentes.
Los científicos destacan la importancia de disponer herramientas de cartografías que muestren con detalle las pérdidas observadas para monitorizar. Y al mismo tiempo comprender las razones por las que los glaciares se están quedando más circunscritos a las zonas protegidas. Según estiman, en estas zonas los glaciares podrán tener una degradación más lenta, pero todos están abocados a una progresiva desaparición.
Desde el IPE subrayan que los glaciares pirenaicos son los más grandes del sur de Europa y su supervivencia está amenazada por el cambio climático. Además, han insistido en que este estudio puede servir de anticipo de lo que puede ocurrir en otras cordilleras de Europa.
Satélites y alta tecnología
Las variaciones del área de los glaciares han sido calculadas con imágenes de alta resolución captadas por distintos satélites con sensores ópticos. Mientras que los cambios en la medida del espesor se han determinado comparando las superficies 3D generadas con vuelos de dron realizados en el año 2020. Y las obtenidas con un sensor LiDAR aerotransportado -tecnología utilizada en la medición geoespacial- en 2011. El uso de esta metodología cuenta con un enorme potencial, pero su aplicación es compleja dadas las características de las zonas monitorizadas, tanto a nivel de vuelo como de acceso.
Jesús Revuelto dijo que es importante preparar las campañas de observación «con mucho detalle», diseñando la zona de vuelo, revisando la previsión meteorológica y coordinando a todo el equipo.
Por su parte, Ixeia Vidaller resaltó el papel que han tenido en el estudio estas nuevas herramientas. Gracias a la precisión y la elevada resolución de las observaciones de los drones, «hemos podido determinar con gran detalle el estado actual de la superficie de los glaciares».