Las más de 40 obras (dibujos, esculturas, fotografías, proyecciones y obras de ubicación específica) reunidas en el Guggenheim Bilbao recorren el enfoque creativo de un artista que presenta, de forma activa y perceptible, las energías circundantes y el carácter inconmensurable de las fuerzas y las dinámicas que rigen el universo.
Giovanni Anselmo. Más allá del horizonte brinda la oportunidad de conocer la gran diversidad de medios y materiales con los que trabajó este artista italiano, así como los temas recurrentes que definieron su vocabulario artístico como el espacio, el tiempo, la orientación, los campos magnéticos o las fuerzas gravitacionales del planeta.
El artista estuvo profundamente involucrado en la concepción de la exposición hasta apenas unos días antes de su fallecimiento en diciembre pasado. Por tanto, más que nunca, el objetivo de Giovanni Anselmo. Más allá del horizonte es transmitir con fidelidad la profundidad de su vitalismo, la grandeza de su legado y el sentido de su aportación.
Giovanni Anselmo pertenece por edad y por convicción a la generación de 1960, cuando en los círculos artísticos se vivía una atmósfera de cambio que anticipaba el advenimiento de un nuevo humanismo propiciado por el agotamiento del paradigma determinista que había dominado la cultura occidental por más de un siglo.
A lo largo de esa década, surgieron una serie de manifestaciones artísticas que cuestionaron la idea racionalista de progreso a fin de revisar las aproximaciones creativas existentes, buscando nuevas formas de expresión. Conceptos como inestabilidad, aleatoriedad, indeterminación, interdependencia y complejidad adquirieron protagonismo y llegaron a afectar a los cimientos de todas las disciplinas plásticas.
Asimismo, para esta generación de creadores, el arte se convirtió en una poderosa herramienta dirigida a apreciar, medir y comprender el paisaje, además de configurarlo.
Esto significaba que la contemplación debía sustituirse por la experiencia, que las obras no podían considerarse independientes de su entorno, y que era más importante la interacción entre las cosas que su sustancia individual. La aproximación creativa de Giovanni Anselmo se consolidó sobre estos pilares estéticos.
El espacio, el tiempo, la orientación, los campos magnéticos o las fuerzas gravitacionales del planeta son los temas recurrentes que definen el vocabulario artístico de Anselmo.
UN INMENOS UNIVERSO EN CONSTANTE TRANSFORMACIÓN
Giovanni Anselmo comenzó su andadura artística con la práctica del dibujo y la pintura al óleo. Sin embargo, en 1965, decidió abandonar ambas técnicas tras experimentar la disolución de su “propia sombra en el infinito” en la cima del volcán Estrómboli, tal y como documentó en una famosa fotografía que puede verse al inicio de la exposición. El artista tomó consciencia en aquel instante de ser parte integrante de un inmenso universo en constante transformación y, desde entonces, renunció a la idea de representación y abogó por la presentación de la realidad a través de los materiales y las acciones que pudieran devenir.
El punto de partida de la exposición son las primeras investigaciones escultóricas que Anselmo realizó tras esa experiencia reveladora. Estas esculturas evidenciaron la base fundacional de su proyecto: desafiar la noción de estructura fija. Es el caso de Sin título (1966), una fina barra de hierro que, aun manteniéndose en pie, revela su inestabilidad a la mínima vibración.
Así, el artista lograba resistirse a la cristalización de sus obras en una sola imagen u objeto estático. Las convertía en espacios de encuentro abiertos a la interacción continua con las personas que las contemplan o con las fuerzas de su entorno. Anselmo, al poner de manifiesto la energía a través de su propia acción, lograba así presentar la realidad.
Estas primeras obras le convirtieron en un referente clave del grupo de los povera cuando surgió por primera vez en Italia a finales de la década de 1960. Giovanni Anselmo, en realidad, apenas había iniciado una carrera artística que iba a eludir cualquier etiqueta. Y es que, aunque afín a ciertas inquietudes y reflexiones artísticas de su tiempo, Anselmo hilvanó a lo largo de varias décadas un corpus artístico propio al margen de estilos o tendencias.
ENERGÍAS INVISIBLES Y UNIVERSALES
Desde mediados de los sesenta, sus obras surgieron a partir de una reflexión sobre el orden de las cosas y el curso cíclico de los fenómenos naturales, en relación inmediata con el mundo real. El autor configuraba obras para abordar de manera sencilla y poética condiciones y relaciones físicas fundamentales, como la equivalencia entre masa y energía o la precariedad del equilibrio, mediante objetos y materiales reales, ya existentes, que revelan una gran ambivalencia: hay una parte física y una parte invisible que actúa, que se manifiesta a través de la acción.
Así, Anselmo invocaba y empleaba energías invisibles y universales, como la gravedad, para idear piezas que tienden un puente entre nuestra comprensión de un cosmos infinito y nuestra experiencia diaria e individual del aquí y ahora. Giovanni Anselmo. Más allá del horizonte descubre un artista cuyas creaciones se sitúan en una frontera fascinante entre lo visible y lo invisible, entre la realidad cotidiana y las fuerzas que determinan el mundo.
Esta exposición ofrece al visitante la posibilidad de familiarizarse con las categorías y los motivos recurrentes que conforman el corpus artístico de Giovanni Anselmo como la energía, el espacio, el tiempo, la orientación, los campos magnéticos o las fuerzas gravitacionales del planeta. Buena prueba de ello es Sin título (Estructura que come) [Senza titolo (Struttura che mangia), 1968]: la caída de uno de los bloques de granito debido a la descomposición de una lechuga capta una de las formas de transformación de la energía natural, además de revelar la fuerza de la gravedad y aludir al paso del tiempo.
TIEMPO MILENARIO Y MOVIMIENTO
Anselmo utiliza asimismo otra clase de tiempo, el tiempo milenario que se revela por el movimiento y por la transformación material, es decir, por el “deseo” de la naturaleza. Así, en Trescientos millones de años (Trecento millioni di anni, 1969), realizada con antracita, una chapa y una lámpara con cuyo calor pretende retroceder en el tiempo para propiciar que el fragmento petrificado vuelva a su vida de hace trescientos millones de años.
Algunas obras incluidas en la exposición están relacionadas con la orientación, como Dirección (Direzione, 1967-68), cuya brújula, insertada en un bloque de granito cortado en forma de triángulo, apunta hacia el norte. Este bloque de granito, uno de los materiales más antiguos y duraderos, está preñado de energía latente y fuerzas invisibles. La escultura no se limita al espacio físico que ocupa, sino que la brújula nos transporta hacia los campos magnéticos y los polos indicados por su aguja.
Otras obras, en cambio, examinan la fuerza de la gravedad como Sin título (1984-91), en la que se suspenden en equilibrio dos bloques de piedra sobre un lienzo con cables de acero. Esta exposición también presenta un artista que poetiza con el lenguaje, que desempeña un papel fundamental en su trabajo a partir de la década de los setenta.
Mediante la proyección de palabras como “detalle”, “todo”, “visible” o “infinito” sobre diferentes lugares: las paredes, el suelo de la galería, el techo, las esquinas, una tubería, un rodapié o la propia fi gura de los visitantes. Estos haces de luz solo cobran sentido cuando se encuentran con un cuerpo material, que nos señala que el mundo está hecho de detalles o que algo puede ser aparentemente invisible, aunque exista.
ESTAR DENTRO DE LA OBRA DE ARTE
La riqueza y complejidad de su enfoque se ve intensificada en creaciones como Entrar en la obra (Entrare nell’ opera, 1971) o El panorama con mano que lo indica (Il panorama con mano che lo indica, 1984). La primera de ellas revela su deseo de estar realmente dentro de la obra de arte y experimentarla como un lugar concreto, más que como un objeto ajeno.
La segunda, por su parte, nos apela directamente, proponiéndonos una toma de conciencia sobre nuestra forma de percepción. Finalmente, cabe destacar en esta exposición la obra Mentre verso oltremar il colore solleva la pietra (19952024), concebida específicamente en base al espacio de la galería que la alberga y elaborada con piedra caliza autóctona procedente de una cantera de la zona de Lastur.
La exposición va acompañada de una monografía que incluye reproducciones de las obras de la exposición junto a imágenes de otras piezas del artista, ofreciendo así un apasionante recorrido por la trayectoria del creador italiano.
Además de los ensayos de Gloria Moure, comisaria de la exposición, y Gabriele Guercio, el volumen contiene sugerentes textos escritos por Anselmo sobre sus obras, una selección de entrevistas en profundidad que esclarecen la intención de su trabajo, una biografía crítica a cargo de Marta Blàvia y una bibliografía seleccionada.
Anselmo invoca energías invisibles y universales para idear piezas que tienden un puente entre lo visible y lo invisible, entre la realidad cotidiana y las fuerzas que determinan el mundo.