Pocas voces se han alzado en los últimos tiempos con la fuerza creadora y la capacidad de seducción de Giannina Braschi (San Juan, Puerto Rico, 1953), la poeta que ha revolucionado el panorama literario en América con una propuesta sincera, innovadora e inquietante, no exenta de una fina ironía que, por momentos, desborda en un humor ácido e iconoclasta
Giannina Braschi utiliza la palabra como una herramienta de transformación social, una llamada a la movilización colectiva, a la ‘revolución de los nosotros’. Nunca se ha sentido a gusto en el territorio de los pronombres personales. Aborda la poesía como un arma de futuro capaz de impulsar el cambio hacia un mundo más humano, justo y regenerativo. Su capacidad creativa y su gran sensibilidad para desentrañar el alma humana en medio de las tribulaciones y desafíos que afronta la humanidad son un soplo de aire fresco en medio de tanta mediocridad.
Crisol de culturas, puente intercontinental entre América y Europa, políticamente incorrecta, Braschi se expresa igualmente en español, inglés o espanglish, hibridando una visión posmoderna de la lírica con géneros como la ciencia ficción, el teatro y la filosofía política. A través de espacios, personajes y tramas, aborda los temas que más preocupan a la sociedad, intentando ahuyentar a todos los fantasmas: la inmigración, la economía y el colonialismo, siempre bajo el arrebato del amor y la libertad. Su estilo literario y su creatividad constituyen una provocación que agita y busca respuestas en medio de la inanidad intelectual y el desgarro emocional. Se podrá estar de acuerdo o no con su planteamiento, pero Giannina Braschi no deja a nadie indiferente, escribe para todos y para nadie, para la inmensa minoría.
La historia siempre se repite, evidenciando que la humanidad solo cambia a la fuerza. ¿Qué consecuencias o cambios está dejando la COVID-19, y especialmente en Nueva York, la ciudad que nunca duerme?
Nueva York está durmiendo ahora más que nunca. Y dice: “Porque no me di cuenta de que era tan bueno dormir. Y levantarme tarde. Y ser más productivo. Y producir prodigios y milagros. Y trabajar menos y crear mucho más”. El príncipe de la pandemia le ha dado el beso a la Bella Durmiente y la despierta del trabajo constante para hacerla ligera. Nos estamos despertando más lentos, pero más sabios, teniendo en cuenta la precariedad de la vida y como consecuencia nuestra responsabilidad con las comunidades y con el planeta.
“El príncipe de la pandemia le ha dado el beso a la Bella Durmiente y la despierta del trabajo constante para hacerla ligera. Nos estamos despertando más lentos, pero más sabios”
GIANNINA BRASCHI
Nació en San Juan, Puerto Rico, el 5 de febrero de 1953. Vive en Nueva York, donde obtuvo un doctorado en literatura en la Universidad del Estado de Nueva York, Stony Brook, en 1980. Ha sido profesora en las universidades de Rutgers, Colgate y la Ciudad de Nueva York. En 1998 publicó la novela El imperio de los sueños y la novela bilingüe Yo-Yo Boing!. Le siguió la declaración de independencia titulada Estados Unidos de Banana (2011). Escribe su obra en español, espanglish e inglés, con los tres idiomas Braschi explora las opciones políticas de Puerto Rico. Estados Unidos de Banana fue adaptada al teatro por el colombiano Juan Pablo Félix y fue producida por Actors Equity Association en la Universidad de Columbia (Nueva York, 2015).
¿Será posible, dentro de la pequeña ventana de oportunidad que nos deja la pandemia, construir un mejor mundo cimentado en otros valores? ¿Qué fantasmas debe conjurar la sociedad para avanzar en el conocimiento y la conciencia?
Los rituales de la burocracia nos llevaban todos los días a la inacción de la actividad. A los rituales del bostezo y la pasividad. Estar haciendo cosas todos los días nos debilita. No nos avanza. No vemos más allá de las narices cuando estamos haciendo algo todo el tiempo. Y tampoco tenemos tiempo para ser felices. La felicidad es un indicio de la gran creatividad. La gran creatividad viene con felicidad, con culminarnos a nosotros mismos, con hacer algo para adelantar la creatividad de la humanidad.
¿Cómo define esa nueva conciencia donde las emociones son tan importantes como la inteligencia?
Las emociones siempre están cargadas de inteligencia, y viceversa. Una inteligencia fría, sin emociones, es una calculadora y no tiene creatividad. La inteligencia emocional es más lenta, pero es humana y tierna y está en concordancia con las emociones del planeta, que también llora y canta como nosotros y tiene sus rabietas.
La humanidad se enfrenta a grandes retos como la emergencia climática. ¿Cómo afrontarlos en una sociedad dominada por el ego y la hipocresía?
Ahora se trata de no pensar en el ego personal. Porque el cambio no viene de nuestro ego, viene de la naturaleza que nos rodea y que nos dice: tú no cambias, pues yo te voy a cambiar, te voy a revolucionar, te voy a hacer pedazos. La naturaleza nos está haciendo despertar del sueño en que vivíamos creyéndonos el centro del universo. No somos más que partículas de ese universo que tiene el poder de hacernos polvo de nuevo.
¿Cómo cambiamos un modelo económico y social basado en el consumo desmedido y la codicia insaciable?
La economía siempre quiere darnos menos y quedarse con todo. Se basa en el dicho: “Menos es más”. Más para ellos y menos para nosotros. Es mezquina. No da nada porque no tiene nada que dar. Y siempre nos niega y nos ningunea. No dice: “Soy ecuménica”. Dice: “Soy económica”. Y por eso reduzco. Soy flaca. No soy gorda. Y siempre quiere años de vacas flacas para nosotros, y para ella –todo para ella–, años de vacas gordas.
¿Sigue vigente el sueño americano cuando se desciende a nivel de la acera?
La acera vive en la realidad precaria de cómo uno sobrevive día a día. Y en esa precariedad de la sobrevivencia día a día, la gente grita: ¡no puedo respirar! Se trata de un grito de cambio climático, de un grito de cambio cultural y político hacia las injusticias raciales y económicas. El sueño americano era un sueño económico, que no tenía en consideración la rebelión de la naturaleza en contra de las injusticias sociales. La naturaleza grita también: ¡no puedo respirar! en este ambiente tóxico creado por la economía de los pobres de espíritu.
“La gente grita: ¡no puedo respirar! Se trata de un grito de cambio climático, de un grito de cambio cultural y político hacia las injusticias raciales y económicas”
¿Es verdad que la meritocracia es una trampa que alimenta la desigualdad y devora a la élite?
¿Qué es el mérito? Uno nunca se merece algo. Uno está siempre haciendo camino al andar, como decía Machado. Y bebiendo vino donde hay vino, y donde no hay vino, agua fresca. La meritocracia solo piensa en el logro personal, nunca en el bienestar colectivo. La meritocracia desprecia a las multitudes y, por lo tanto, es un mérito inmerecido.
“La libertad no es una opción, es un derecho”. ¿Qué quiere decir cuando afirma que la libertad es la medida de la dignidad?
¿Qué es estar indignado? Es no ser respetado de alguna forma o de otra. Es ser vejado o ninguneado. Y ahí, en ese punto, decimos: no más. Te pasaste. Hasta aquí llego yo. Cuando la humanidad protesta es porque ya no puede más. Cuando te sientes indignado es porque te están cortando las alas. Y cuando digo alas, digo vuelo. No puedo volar porque no puedo respirar.
“La felicidad es un indicio de la gran creatividad. La gran creatividad viene con felicidad, con culminarnos a nosotros mismos, con hacer algo para adelantar la creatividad de la humanidad”
Usted sostiene que la envidia es el único sentimiento realmente democrático. ¿Cómo construimos ese mejor mundo con el ancla de la envidia?
Hemos pensado: ¿por qué él y no yo?, ¿por qué ella y no yo? Y yo digo: ni ella ni yo, sino nosotros. Nosotros. La revolución de los nosotros. De todos los nosotros que hemos sido destituidos de nuestros derechos, de nuestras dignidades. Yo no miro a los pronombres personales: ¿Por qué ella y no yo? Yo miro a la colectividad. Y, además, a cada persona en su desigualdad, en las cualidades de su desigualdad. Nadie es igual. Las virtudes de uno no son las cualidades del otro. Todos somos desiguales y nuestras desigualdades son el origen de nuestras originalidades, que no ameritan el reconocimiento de la meritocracia.
Equipara la economía a la religión y propugna la guerra santa contra los bancos. ¿Tiene que evolucionar el mercado hacia un modelo de economía circular y finanzas sostenibles?
La economía es una teología en bancarrota. Se basa en solo uno encima de todos los demás. Y los demás somos más. Yo soy pagana y profana. Amo la multiplicidad y la multiplicación de los panes y los peces.
¿Qué quiere decir cuando apunta que estamos gobernados por la visibilidad y la ubicuidad en la que incurren los líderes que utilizan la política para perpetuarse en el poder impidiendo un nuevo comienzo?
Mira lo que le pasó a Trump. Construía murallas para que nadie las tumbara. Y la pandemia traspasó todas las murallas. Y fue ella –la vulnerabilidad de una enfermedad– la que lo botó del poder. Piensa en el Celoso extremeño de Cervantes. Allí vemos cómo la música del momento destruye las más altas murallas hechas para defender la obstinación de un Celoso extremeño que quiere controlar a su mujer. En este mundo todo es Argos de los mil ojos. Todo es mirar, pero la vista sensible está llena de música. Y la música que aparenta ser débil es más fuerte que la obstinación de la muralla.
Considera que los poetas y los anarquistas son siempre los primeros en ir al frente. ¿Dónde está hoy el frente?
Los poetas y los anarquistas tienen que romper todas las barreras. Y es preciso cuestionárselo todo. Porque todo está por hacer y nada está hecho.
¿Cuál es la materia prima de los sueños? ¿De qué están hechos?
De realidades. Todas las experiencias que pasamos durante los días de sol tienen sus culminaciones en las noches de sombra. Los sueños son la otra cara de la experiencia –la cara oculta–, a la que tratamos por todos los medios de ignorar porque pensamos que divulgan una parte de nuestro ser que no queremos reconocer como legítima. Porque no la podemos controlar. Y queremos minimizar lo que no podemos controlar.
“Detrás de la palabra está el silencio, y detrás del silencio el olvido”. ¿El pensamiento único quiere que enmudezcamos?
Por el contrario. El silencio es el principio de la acción. Cuando alguien está más silencioso es porque está gestando una gran acción. El que habla mucho, poco abarca.
¿Son las redes sociales la correa de transmisión del pensamiento único?
Las redes sociales son la cárcel del pensamiento único. Nadie que se enreda en los dimes y diretes de una de las redes sociales puede desarrollar un pensamiento único. Los pensamientos únicos surgen en los nidos, no en los nudos. Las redes sociales son nudos. Nudos de destrucción social. Y necesitan estornudar los nudos.
¿Es optimista o pesimista ante el futuro? ¿Qué mensaje o enseñanza le daría a las siguientes generaciones?
Esperanza ha sido y será siempre mi nombre. En espera de un mundo mejor. La esperanza es la cumbre de mi estrella.
Agradecemos la colaboración de NURIA MORGADO, corresponsal en Nueva York
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