Si hubiese estado en Afganistán y la dejan atrás, se escondería en una burka o tomaría un fusil?
No me escondería. Pero si me ocultaría. Decía Ovidio: “Vivió bien quien supo ocultarse bien”. Lo he hecho toda mi vida. Me he ocultado para crear un culto, un gusto, una persona, una filosofía. Y Peter Handke dice: “Vivo de lo que los otros no saben de mi”. Vivo con lo oculto y con lo descubierto. Con lo que me tapa y me destapa. Con lo que me oculta y me revela. Sin ocultamiento no hay revelaciones.
Como poeta, su mundo está lleno de palabras viejas y nuevas; entre las nuevas, ¿cuáles le causan angustia y cuales alegrías, y por qué?
Transparencia es una palabra bella usada ahora en una forma negativa para pillarte en un crimen o para forzarte a entrar en una identidad. “Lo que estás escondiendo me pertenece a mí. Me debes tu ocultamiento. Tu información, tu identidad”. En el fondo, aquellos que buscan la transparencia son los menos transparentes. La transparencia es un fantasma, no una estrella. Los fantasmas son la estela de lo que fueron. Las estrellas brillan sin pretender ser transparentes.
Otra frase que me causa mucha angustia es cuando los echones dicen: “It humbles me” (me humilla). Es una confirmación de su petulancia. No lo dicen cuando pierden una guerra, un trabajo o un amor. Lo dicen cuando sienten que son los ganadores y están encima de todos recibiendo aplausos. Creen en ganadores y perdedores. Y cuando ganan se las echan de humildes. Pero la humildad no cree en ganadores ni perdedores. La humildad no es un arrogante pretendiendo que está por debajo de las circunstancias, sino estar al nivel del momento recibiendo con gratitud el amor de las cosas.
¿Ha vuelto a escuchar el poema “The Waste Land” de T. S. Eliot, en estos tiempos de cambio climático y crisis medioambiental, de neblinas y tormentas?
“The Waste Land” fue publicado hace 100 años, pero todavía ofrece muchas intuiciones y reflexiones sobre los desperdicios emocionales y espirituales. Hoy tenemos que enfocarnos más en los espacios baldíos que han transformado la tierra y han causado los cambios climáticos y medioambientales. Debemos examinar la relación entre las enfermedades modernas del cuerpo y del espíritu y cómo estas nacen de la sobreproducción y el desperdicio humano. Tenemos también que mirar el desperdicio de talento, de oportunidades, de potenciales. Todos perdidos en el afán económico que liquida lo ecuménico.
¿Tiene alguna venganza pendiente, un agradecimiento o un resentimiento que la carcome?
No creo en la venganza. La venganza es una maldición. La venganza está fijada en el pasado. Si buscamos un futuro mejor hay que dejarla atrás. Romperla como hizo Atenas con las Furias. Atenas le dio a las Furias una nueva tierra con la condición de que transformaran su rabia en bendiciones. De eso se trata mi poesía. Mi poesía empieza donde la tierra baldía termina. De repente los gastos se convierten en ganancias, las maldiciones en bendiciones y la tristeza en alegría. Es lo que tenemos que hacer ahora: transformar esa tierra baldía de desperdicios y deshechos, de venganza y arrepentimientos, en tierra creativa.