Usted ha dicho en Cambio16, “Esperanza ha sido y será siempre mi nombre. En espera de un mundo mejor. La esperanza es la cumbre de mi estrella.” ¿Qué significa la esperanza para todas las comunidades en La Palma que han perdido sus casas, tierras, iglesias, negocios, y su forma de vivir?
La esperanza tiene la palabra espera en su interior. Los que esperan, esperan que una luz verde les ilumine el camino. Mi padre siempre me decía: “Giannina, no pierdas nunca la esperanza. Mira ese farolito a la vuelta de la esquina. Y sigue, sigue, sigue.” En estos momentos de erupción, en que los refugiados ambientales se quedan sin hogar, sin herencias, sin percepción de un futuro mejor, la esperanza tiene la palabra espera por dentro, y esa paciencia y esa espera, son necesarias para no desesperarse. Cuando uno se desespera uno no espera. Desesperarse en estos momentos es perder la luz de la esperanza.
Usted tiene un poema sobre la espera y la sorpresa de lo que se espera en el Imperio de los sueños que dice:
“Yo espero mucho. Hay muchas formas de esperar. Se espera el anuncio. Se espera la comida. Se espera la Navidad. Se espera a Santa Claus. Se espera la muerte. Se espera el amor. Se espera el fin de la semana. Se espera la fiesta. Se espera la noche. Se espera la primavera. Se espera un hijo. Se espera el viaje. Se espera la noticia. Se espera el olvido. Se espera la invitación. Se espera la esperanza. No se esperan los recuerdos. Ellos llegan. Tampoco se espera la vejez. Ella llega. Ni la muerte. Llega siempre. Ni el recuerdo. Llega siempre. Ni el amor. Llega siempre. Ni el olvido. Llega siempre. Ni los niños. Llegan siempre. Ni la alegría. Llega siempre. Ni los amigos. Llegan siempre. Ni el recuerdo. Llega siempre. Ni Giannina. Siempre. Siempre. ¡Y ahora me toca mecerme de lado a lado!”
Si, y tampoco se esperaba el volcán. Y las erupciones, no se sabe cuando llegan. Pero llegan. Y con el y con ellas llegan otras esperas.
Desde el primer siglo antes de Cristo, los volcanes han inspirado a los grandes poetas desde Virgilio hasta Dante y después. ¿Por qué usted cree que la destrucción ha sido siempre una fuerza vital para la creatividad?
La creatividad humana debe ser tan grande como un volcán cuando crea nueva tierra. Un volcán no es humano, ni justo, pero es regenerativo. Nos asombra la falta de sensibilidad de la naturaleza ante el dolor humano. Pero lo que nos descontrola nos hace crecer. De repente tenemos que empezar a pensar sin estar encasillados en dogmas, ideologías, y en papel cuadriculado. Nos saca de normas este volcán, irrumpe en nuestra rutina, y nos muestra que todos nuestros cálculos están fuera de orbita. Esa espera que es la esperanza nos da nuevas ideas para salir de la catástrofe. Siempre es en el vacío de la espera donde los cálculos terminan y la esperanza brilla. Allí en ese vacío son formulados los nuevos comienzos con una luz que vibra tenue casi imperceptible, porque se apaga muchas veces, con la desesperación, pero dentro de esa desesperanza brilla la esperanza.
Inspirar es ver a la tierra “eruptar”, salirse de ella misma, buscar a los otros, dejarnos saber que existe, que esta viva. Esta manifestando su existencia. Esta “eruptando”, transformándose, y nosotros con ella, al pie del volcán, escuchamos sus “eruptos”.
“Tienes razón, tierra mía, tienes que manifestar tu explosión. Eres explosiva. Y estas harta de estar en silencio. Sin manifestar tu fuerza. Que te respeten. Que te cojan miedo. Que sepan quien tu eres. Que no te piensen desapercibida. Tienes que “eruptar” porque tienes que hablar. Es tu forma de expresión. Y de crear. Y que bello eres, volcán, cuando creas nuevas tierras.”
El volcán esta ahí, calladito por mucho tiempo, y nosotros nos olvidamos de su función, y de pronto explota, como la inspiración.
“Se precipita el volcán y la lava está deseosa de introducirse en el poema. Y la poesía no está́ en todo el castillo, desaparece por la puerta de fuga, se va con el fuego que la quema y se disuelve en agua.”
¿Qué piensa del concepto “zona de guerra”, como lo han llamado los geólogos y periodistas? ¿Está el ser humano en guerra con la naturaleza?
No es justo para nada llamarlo zona de guerra. Hay que darle amor al volcán. Tiene que hacer su cosa. Tiene que manifestar su función. Hacerlo un enemigo nuestro es no entender su función. Recuerdo que Orfeo cuando recitaba sus poemas movía a la naturaleza no solo a los seres humanos. Hay una concordancia entre los seres humanos, los animales y las plantas. Hemos perdido la música de esa concordancia. Un gran poeta debe mover no solo a los humanos sino a las plantas y a los animales. La música de las altas esferas, lo llamaba Fray Luis de León.