Al igual que ocurre con su obra, que está por encima de géneros y convenciones –“quiero sacar la poesía de la poesía”–, Giannina Braschi sitúa a la mujer por encima de la mujer, despojándola de conceptos tan manidos como igualdad y derecho porque la reproducción es creativa y generosa –dar a luz–, preñada de ideas y nuevos renacimientos.
Para la poeta y escritora Giannina Braschi (San Juan, Puerto Rico, 1953), detrás de las palabras está el silencio y detrás de ese silencio siempre está el olvido. Por esa razón, alza la voz y reclama libertad, no como un mecanismo que garantice la elección de una opción frente a otras, sino como un derecho, fundamento de la convivencia y esencia del ser humano. Y esa libertad se cimenta con la capacidad de crear de la mujer. Giannina interpreta lo que los demás dicen a través de su propio ser.
La UNESCO entiende por género una construcción sociocultural que diferencia y configura los roles, las percepciones y los estatus de las personas en una sociedad. ¿Qué es entonces la igualdad de género y cómo se integra en el desarrollo sostenible?
La luna y el sol son seres completos y bellos en su desigualdad. Sin embargo, en nuestra lengua uno es masculino y la otra es femenina. Así tendríamos que ser: astros, planetas, géneros completos y bellos en nuestras desigualdades. Siempre dando luz, o reflejando luz, o iluminando partes de nuestro ser que antes estaban en completa obscuridad. No juzgándonos ni midiéndonos los unos con los otros. Ni pidiéndole al sol que sea como la luna. Uno tiene el día y la otra tiene la noche. Cada uno crea una situación distinta. Su momento para mostrar su poder. Cada uno es un ser completo en su género. Y su poder radica, precisamente, en que está completo y abastecido de ella o de él mismo. Y no necesita ser medido por el otro.
“Ni los derechos ni la igualdad nos han ayudado a alcanzar nuestros potenciales que siempre se salen de la norma. La norma siempre exige el mínimo de nosotras. Y es tan baja que nos rebaja. Salario mínimo. Y lo mínimo nunca da más. Siempre nos hace menos. Y da menos. No más”
¿Debe existir una cultura de la igualdad?
Hay que dejar atrás los conceptos trillados de igualdad y derecho y abrirle campo a los potenciales. ¿A dónde nos lleva la igualdad con los hombres que tampoco han desarrollado sus más altos potenciales y son tan infelices en sus igualdades y en sus derechos?
¿Por qué es tan difícil asegurar que las mujeres y las niñas tengan el mismo grado de apoyo estatal en las artes, los deportes y las ciencias?
Hombres necios que acusáis
a la mujer sin razón
sin ver que sois la ocasión
de lo mismo que culpáis
Sor Juana Inés de la Cruz
¿Cómo pasar del paradigma según el cual la cultura supone un obstáculo para los derechos de la mujer a un paradigma que busque garantizar la igualdad en el disfrute de los derechos culturales?
Estos dos paradigmas están mal porque son visiones del mundo que no tienen futuro. No están preñados de nuevas ideas. La igualdad nos lleva a la guerra. A competir los unos con los otros. Quítate tú para ponerme yo. Y no nos permite alcanzar nuestros ideales. Ningún género gana nada en la competencia con el otro. Debe existir una cultura de exigencia, que nos haga potentes, y que nos encauce hacia nuestros propósitos. Hacia nuestras vocaciones. Hacia nuestros ideales. La cultura no es solo para los que dicen: así son las cosas y así se hacen las cosas. La cultura es una motivación y un propósito, y un esfuerzo hacia algo mejor que debemos lograr.
La meta no es ser igual ni normal. Ni ordinaria. Sino extraordinaria. Ni los derechos ni la igualdad nos han ayudado a alcanzar nuestros potenciales que siempre se salen de la norma. La norma siempre exige el mínimo de nosotras. Y es tan baja que nos rebaja. Salario mínimo. Y lo mínimo nunca da más. Siempre nos hace menos. Y da menos. No más.
¿Hasta qué punto condiciona la función reproductora la consecución de la igualdad?
No le pidas peras a los olmos. La igualdad no tiene nada que ver con la función reproductora. La reproducción es creativa y generosa. La igualdad es estéril y no da nada. Porque no existe. La consecución de la igualdad nunca ha existido y la reproducción siempre esta aquí con nosotros. Tenemos que crear nuevas formas de pensar porque si pensamos como estamos pensando no vamos a llegar a ninguna parte. El género es un portento humano. Nace para crear otros géneros. Incluso géneros de ciencia, de música, de matemática, de poesía, de filosofía, de arquitectura, de pintura.
Es el deseo lo que hay que despertar en la humanidad. El amor es un gran espíritu, como decía Diotima de Mantinea, la maestra de Sócrates. Nace de la necesidad y de la abundancia. Y está lleno en un momento y vacío en otro. Porque el conocimiento no es permanente. Y siempre desaparece. Para darle cabida a otro conocimiento, o a otra conciencia. Para traer algo nuevo al mundo. Algo que no se ha visto nunca. Esta es la función de la mujer. Y también del hombre. Crear. Hay muchas formas de dar a luz. La más alta es dar a luz a bebés del espíritu en la iluminación de ideas nuevas y de nuevos renacimientos. Los géneros deben estar preñados de nuevas ideas. Y reproducir ideales como cachorros para la humanidad.
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