La gestación subrogada se ha convertido en un asunto candente en los últimos años, aunque su práctica no sea de reciente data. El tema ha sido ventilado en recordadas series de televisión como Friends, con los trillizos de Phoepe para su hermana y el sketch de Mónica y Chandler por la imposibilidad de ser padres. También en Aquí no hay quien viva, en la que se abordó en varias ocasiones. En la actualidad el debate llega a las redes sociales de la mano de personajes famosos que la han utilizado para constituir una familia o para tener en brazos al nieto de un hijo muerto.
Las voces en contra, con el Vaticano y grupos feministas a la cabeza, aseguran que detrás de todo esto solo hay un negocio en el que se pierden los valores de la familia y los derechos del bebé y de la madre que cede el vientre, que en la mayoría de los casos lo hace por problemas económicos. Pero más allá de los aspectos éticos, lo cierto es que sí hay un negocio de miles de millones de dólares en franco progreso, impulsado por los avances científicos y los cambios sociales. Que debe ser regulado a nivel internacional por todas sus implicaciones.
El clero no comulga con la idea
El Vaticano ha emitido una declaración sobre este asunto, y el papa Francisco está en el centro de la discusión. Aunque la gestación subrogada puede ser una opción para algunas parejas, el documento enfatiza que no se puede perder de vista la dignidad inherente de todas las personas involucradas: los padres biológicos, los padres de intención y, por supuesto, los niños nacidos a través de este proceso. Para la Iglesia Católica, las cuestiones sobre la moralidad de la gestación subrogada trascienden la regulación del mercado, la ciudadanía y los derechos de autoridad parental. El 8 de abril, en su declaración Dignitas Infinita, el Dicasterio para la Doctrina de la Fe esbozó una posición definitiva sobre este tipo de maternidad, incluyéndola entre una serie de preocupaciones sociales y geopolíticas contemporáneas que ofenden la comprensión sobre la dignidad humana.
El prefecto del dicasterio, cardenal Víctor Manuel Fernández, citó palabras de Francisco para considerarla como una práctica deplorable, «que representa una grave violación de la dignidad de la mujer y del niño, basada en la explotación de situaciones de necesidades materiales de la madre». Asegura que un niño es siempre un regalo y nunca la base de un contrato comercial. En consecuencia, expresó su esperanza en que la comunidad internacional haga un esfuerzo para prohibir universalmente esta práctica.
El Vaticano reafirma que cada ser humano tiene una dignidad intrínseca, independientemente de su origen o circunstancias. La gestación subrogada no debe socavar esta dignidad. La declaración subraya que la vida humana es sagrada desde la concepción hasta la muerte natural. Los padres de intención, las agencias y los profesionales de la salud deben considerar cuidadosamente las implicaciones éticas de la gestación subrogada. La búsqueda de la felicidad personal no debe eclipsar la responsabilidad hacia los demás.
Negocio que promete
Global Market Insights prevé que el mercado mundial de gestación subrogada, valorado en 14.000 millones de dólares en 2022, llegue a los 129.000 millones de dólares en 2032. En otras palabras, un futuro de mucho dinero, bebés y mujeres jóvenes alquilando sus cuerpos a otras personas. Los avances y la creciente universalización de las técnicas de fecundación in vitro lo han potenciado.
Son muchas las posibilidades que ofrece no solo a parejas heterosexuales con problemas para procrear, sino a las homosexuales y a hombres solos que buscan crear o ampliar una familia. También aumentan los casos de mujeres que, pudiendo quedar embarazadas, no desean pasar por ese proceso y buscan una sustitución para evitar cambios físicos y estéticos, o limitaciones laborales y profesionales.
Especialistas aseveran que el baby boom de la subrogación está siendo impulsado en gran medida por personas en Occidente que luchan contra la infertilidad o se preocupan por los riesgos para la salud debido a embarazos previamente difíciles. La Organización Mundial de la Salud calcula que más del 17% de las personas en los países de altos ingresos padecen infertilidad. El principal temor es la cosificación de los niños, porque se pueden convertir en la contraprestación pactada en un contrato mercantil. Son los adultos los que pactan quiénes serán sus padres y cuál será su identidad.
Legal, pero no tanto
Existen diferentes tipos de subrogación, aunque la más practicada es la que utiliza un óvulo de la madre intencional o de una donante. El embrión se implanta a la gestante mediante una técnica de fecundación in vitro. En la menos utilizada, la gestante pone su propio óvulo, lo que la convierte en la madre biológica. En cuanto a la parte económica solo hay dos. La altruista, en que la mujer no percibe retribución alguna, pues existe algún lazo familiar o de amistad, y la comercial, en que la gestante presta un servicio a cambio de un pago.
La maternidad subrogada es legal en Ucrania, Georgia, India, Rusia, Canadá, Australia, Sudáfrica o Tailandia y algunos estados de Estados Unidos. Y es a estos lugares donde acuden los demandantes de varios países, por la permisividad que allí existe y donde se ha denunciado como nueva forma de esclavitud normalizada con mujeres pobres. Ucrania, antes de la guerra contra Rusia, era uno de los destinos preferidos de los europeos.
A su vez, las diferencias en la regulación crean problemas para el reconocimiento de la filiación de los hijos en los países de origen de los padres que contratan a una mujer como subrogante en otros. Estados Unidos es el país con mayor flexibilidad a la hora de llevar a cabo la gestación subrogada, pero su legislación depende del estado donde quiera llevarse a cabo. Por este motivo, en algunos se permite prácticamente todo mientras en otros está prohibida. En Florida, California, Arkansas, Delaware, New Hampshire, Nevada e Illinois está permitida para cualquier modelo de familia: heterosexuales, homosexuales o solteros. Pero es considerada un delito penal en Nueva York, Arizona y Míchigan, mientras que en Kansas, Louisiana, Nebraska e Indiana está prohibida y el contrato es nulo.
Pros y contras para los involucrados
La subrogación puede significar algo positivo para los futuros padres, pues podrán construir o ampliar su familia y tendrán un vínculo genético con el bebé. Además, les permite estar involucrados en cada paso del camino. Los padres intencionados pueden comunicarse con la madre sustituta, asistir a citas médicas y estar presentes en el parto. Es un proceso es sencillo a pesar del papeleo y pueden elegir a la madre sustituta.
Sin embargo, deben tomar en cuenta que no es gratuita. Hay muchos gastos que la pueden hacer costosa, desde los honorarios legales hasta el procedimiento de inseminación artificial y todo lo relacionado con los gastos médicos. La logística puede ser abrumadora. Trabajar con abogados, profesionales de la medicina y una madre sustituta puede ser mucho para algunos. También hay complejidades emocionales, porque la fertilidad y la planificación familiar son un tema emocional y pone en primer plano todo tipo de sentimientos. Pueden presentarse momentos, conversaciones y decisiones emocionalmente difíciles de afrontar.
Para la madre que presta su vientre la razón más importante es que dará a otra familia la oportunidad de criar a un hijo propio. Es emocionalmente satisfactorio. Muchas madres sustitutas forman un vínculo bastante especial con sus futuros padres. Esta conexión a menudo se traduce en amistades de por vida con toda la familia. Puede darle un impulso financiero. En Estados Unidos pueden recibir paquetes de beneficios de hasta 70.000 dólares.
No tan fácil
Los contratos suelen imponer limitaciones graves a la libertad de las mujeres subrogantes. Hay controles médicos exhaustivos, prohibición de relaciones sexuales y dietas específicas para garantizar que el producto final sea satisfactorio. Los contratos pueden rescindirse por inadecuación del «producto» o por causas sobrevenidas, como el divorcio de los contratantes. Se puede imponer el aborto contra la voluntad de la gestante.
Es un gran compromiso. Se invierte una parte significativa de su tiempo en el proceso. Para pruebas de laboratorio preparatorias, visitas al médico o citas legales previas al eventual procedimiento de FIV. Es físicamente exigente, pues llevar al bebé de alguien es una tarea enorme. Es vivir un embarazo y dar a luz. La subrogación puede generar sentimientos complicados. Es natural tener una sensación de vínculo con el bebé. Lo que puede llevar a algunas emociones difíciles mientras se prepara para dar a luz y traer al niño para entregarlo a su familia.
Para los movimientos feministas es un hecho social que cosifica el cuerpo de las mujeres y mercantiliza el deseo de ser padres-madres. Insisten en que las mujeres no se pueden alquilar o comprar de manera total o parcial porque esto fomenta la desigualdad estructural de las mujeres y las expone al tráfico reproductivo.
Especialistas aseguran que se condena a las mujeres a vivir un embarazo en la indiferencia emocional. Además no se repara en las secuelas físicas y psicológicas que le acarrean. Y aun cuando estuviera limitada a la forma altruista y con estrictos controles, siempre hay un contrato. Esto supone riesgos para la parte más vulnerable, legitimando culturalmente su cosificación y la del bebé.