Por Carlos Martínez, presidente de IMF Business School
Un año más, febrero ha servido de efecto rebote después de los malos datos cosechados por el mercado de trabajo en enero. Ese mes, el paro aumentó en más de 83.000 personas. Perdimos más de 200.000 afiliados a la Seguridad Social.
En febrero ha aumentado en más de 3.000 el número de personas inscritas en las oficinas del servicio de empleo público. La cifra resultante se queda en 3.279.000 demandantes de empleo.
Afiliados a la Seguridad Social
Es preciso destacar el considerable aumento que se ha producido en el número de cotizantes a la Seguridad Social. Ya son casi 70.000, dejando el número total en 18.888.368 afiliado. Así, mejoran los registros del mismo mes con respecto a 2018. La diferencia supera el medio millón de cotizantes a la Seguridad Social.
Por sectores, destaca especialmente la construcción. También la industria (después de unos meses de retroceso) y servicios. Por el contrario, agricultura registró un retroceso serio debido fundamentalmente a la estacionalidad.
Parados y afiliados
Como suele ser habitual en este mes, parece que hay una contradicción. El número de parados inscritos empeora, y arroja un resultado negativo. No obstante, los afiliados a la seguridad social, mejoran.
Sin embargo, estos datos no tienen que ir siempre de la mano. El paro registrado depende en gran medida de la fluctuación de la población activa. Así como de las personas que deciden inscribirse, por algún motivo, en las oficinas del paro. Pueden darse ocasiones donde el empleo creado no sea lo suficientemente potente como para hacer que el número de parados inscritos disminuya.
Empleo juvenil
Como ya vimos, el mes anterior parece que el impacto del salario mínimo sigue haciendo mella en el empleo juvenil. Este apartado registra el peor dato de los recibidos en el mes de febrero. El paro juvenil se incrementó en un 4,2%, empeorando en más de un punto los datos de 2018.
Todo esto sucede después de unos años donde la mejora del desempleo juvenil ha sido una constante. Pero desde que se introdujo la nueva cuantía del salario mínimo, los datos han empeorado. Parece ser que esta medida está empezando a tener impacto en las comunidades autónomas. Sobre todo en las que tienen menores rentas y trabajo más precario. Así ocurre en Canarias o Castilla La Mancha. En estas autonomías estamos viendo leves retrocesos en la contratación. Especialmente, en la contratación indefinida.
Gasto público en año electoral
Además, el gasto público y el empleo público por extensión crecen más de lo habitual. Así lo evidenció la última EPA (donde todo el empleo que se creó fue público). Esta circunstancia suele ser habitual en año electoral. Lo estamos viendo especialmente en esta legislatura. De esta manera, el consumo en las administraciones públicas se ha desbocado. La política de gasto público es absolutamente contraria al estado actual. Incide , sobre todo, en las perspectivas de crecimiento de nuestra economía.
La actual coyuntura indica que la economía española está creciendo con menor intensidad. La economía mundial, por su parte, se está enfriando. Las perspectivas de crecimiento son moderadas. En consecuencia, no parece conveniente que la aportación del gasto público al crecimiento del PIB haya crecido tanto en el último semestre.
Endeudamiento
España tiene un elevado endeudamiento. Hay que tener en cuenta los gastos comprometidos para 2019. es el caso del aumento de las pensiones, de los sueldos de los funcionarios, etc. No parece que esta situación sea sostenible durante mucho tiempo.
Probablemente, no veamos el alcance de todas las medidas que se están tomando estos meses hasta después del verano. Por un lado, el empleo público seguirá creciendo hasta después de las elecciones. Por otro, a partir de junio, con la temporada estival, se creará el empleo típico de la estacionalidad ligada al turismo. De esta forma, hasta septiembre no seremos capaces de ver las consecuencias de las políticas que se están poniendo en marcha.
Malas perspectivas
Desde luego, las perspectivas son poco halagüeñas. O cambiamos el rumbo y aplicamos políticas económicas más acordes a los tiempos que corren, o el futuro será más oscuro para el empleo de lo que ya sería por el ciclo económico.
Y, por si todo lo anterior no fuera suficiente, se sigue especulando con cambios en una reforma laboral que ha modernizado nuestro mercado de trabajo, flexibilizándolo y haciendo que, aunque de dudosa calidad, se haya creado empleo de forma masiva.
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