Por Andrew MacAskill
Después de perder el referéndum más polémico de la historia británica, James McGrory fue por un trago en el pub The Hope, cerca del mercado medieval de carne en Londres. Rodeado de carniceros con mandiles ensangrentados, cualquier fantasía de revertir el Brexit parecía destinada al fracaso.
Dos años después, mientras el país se encuentra sumido en una crisis sobre cómo abandonar la Unión Europea, McGrory es más optimista sobre el éxito de su campaña, que pretende celebrar otro referéndum en el que se revoque el resultado de 2016.
La idea de una segunda consulta ha estado ganando apoyos entre políticos británicos de alto nivel y parte de la opinión pública, pero la situación política es tan incierta que resulta difícil saber si eso significa que habrá otra votación, cuándo o cómo podría llevarse a cabo, o cuál sería la pregunta.
«Hemos pasado de ser vistos como un grupo marginal de opinión, rechazados y ridiculizados, a situarnos en el centro del debate sobre el Brexit», dice McGrory, el director de la campaña People’s Vote («Voto del Pueblo»), en una entrevista.
«Cada vez hay más probabilidades de que tengamos otro referéndum», dice McGrory, que tiene 36 años.
Las probabilidades en las casas de apuestas muestran que ahora hay un 43 por ciento de probabilidades de un referéndum sobre la pertenencia a la UE antes de 2020. Según las apuestas, hay un 55 por ciento de probabilidades de que Reino Unido no salga de la UE en la fecha prevista, el 29 de marzo.
Los sondeos de opinión sugieren que ha habido un ligero cambio de opinión entre los votantes a favor de permanecer en la UE, aunque sigue habiendo una división de opiniones a partes casi iguales.
No está claro cuál sería el proceso concreto para convocar un segundo voto, aunque algunos parlamentarios han redactado una hoja de ruta detallada, estableciendo posibles sendas legislativas hacia otro referéndum.
Mientras tanto, los activistas que quieren otra votación están ocupados presionando al Parlamento e intentando recabar el apoyo público con mítines y a través de las redes sociales y los grandes medios. Destacan que la primera ministra, Theresa May, ha incluido el resultado que ellos desean como una de las tres opciones a las que se enfrenta el país: el acuerdo de May para el Brexit, una salida sin acuerdo o la reversión del Brexit.
El banco estadounidense de inversiones JP Morgan dijo que las posibilidades de que Reino Unido cancele el Brexit aumentaron después de que los recientes reveses parlamentarios de May arrojaran nuevas dudas sobre su plan para abandonar el bloque.
¿Cambio de voto?
Darle la vuelta al Brexit supondría uno de los giros más insólitos en la historia británica moderna y probablemente alienaría a los 17,4 millones de personas que votaron a favor de abandonar la UE.
El camino hacia un nuevo referéndum está lleno de minicrisis.
En primer lugar, el acuerdo para el Brexit de May tendría que sufrir el rechazo del Parlamento el 11 de diciembre. En segundo lugar, su Gobierno tendría que resistir los intentos del Partido Laborista, líder de la oposición, de derrocarlo y convocar después elecciones anticipadas.
Mientras se acerca el 29 de marzo y los mercados comienzan a tener en cuenta la posibilidad de una salida desordenada, McGrory y sus activistas confían en que los políticos británicos reconozcan que han llegado a un callejón sin salida y devuelvan la pregunta a los votantes.
David Lammy, un parlamentario laborista, dijo que después de la incapacidad del Parlamento a la hora de buscar un consenso, aceptará a regañadientes celebrar otro referéndum como la mejor solución entre un número limitado de vías de escape para evitar la posibilidad de una salida caótica.
«Probablemente terminaremos dando vueltas y más vueltas en círculos y cuando la política esté estancada y no podamos llegar a un acuerdo, entonces la única manera de salir de ahí es volver al pueblo», dijo Lammy a Reuters.
Lammy dijo que la situación puede parecerse a la novela «Casa desolada» de Charles Dickens, que gira en torno a un pleito por una herencia que lleva tanto tiempo en los tribunales que pocos de los implicados pueden recordar los argumentos originales.
Un nuevo referéndum solo podría ser convocado si es aprobado por el Parlamento, a propuesta del Gobierno o de los rebeldes.
¿Sueños vanos?
Los obstáculos para llegar a otro referéndum son importantes.
Los dos grandes partidos políticos se han comprometido a abandonar la UE en cumplimiento del resultado del referéndum de 2016.
El líder del Partido Laborista, Jeremy Corbyn, quien votó en contra de la pertenencia a la Comunidad Europea en un referéndum de 1975, ha indicado que no está interesado en otro referéndum ahora.
Su partido ha dicho que solo apoyará otro referéndum si el acuerdo de May con Bruselas es rechazado y no logra forzar unas elecciones generales.
Algunos líderes sindicales se han opuesto a otro referéndum porque creen que millones de partidarios del Brexit en los bastiones obreros de los laboristas lo verían como una traición.
Los partidarios del Brexit dicen que la votación de 2016 debe ser respetada. «Es muy peligroso que ahora le digamos al pueblo: ‘Os equivocasteis’”, dice Nigel Evans, un diputado conservador.
Incluso aunque el Parlamento estuviera de acuerdo en principio con un segundo referéndum, Reino Unido tendría que solicitar una extensión de su calendario para que la UE deje tiempo suficiente para una campaña, probablemente paralizando el Artículo 50, que activó el proceso de salida.
El martes, apenas unas horas antes de un debate parlamentario de cinco días sobre el acuerdo de May, un abogado del Tribunal Europeo de Justicia dijo que Reino Unido podría revocar su notificación formal de divorcio. El tribunal debe pronunciarse el 10 de diciembre.
Incluso en el caso de que hubiera un cambio de opiniones, habría polémica sobre cuál sería la pregunta.
Los marginados
Después del fracaso de la campaña de 2016, los proeuropeos se enfrentaron entre ellos y culparon del resultado a los —en su opinión— engaños de los partidarios del Brexit.
Pero a raíz de su derrota, un pequeño grupo de influyentes políticos, periodistas y activistas comenzaron a diseñar un plan para mantener a Reino Unido dentro del club al que se unió en 1973.
Tuvieron que enfrentarse a verdades desagradables.
Su campaña de 2016 sufrió divisiones internas, se vio lastrada por el apoyo del entonces primer ministro David Cameron, tuvo poco peso en las redes sociales y fue presentada por sus detractores como la voz del sistema.
En los últimos meses, los activistas pro-UE son más optimistas. En octubre, People’s Vote organizó una manifestación de casi 700.000 personas en Londres exigiendo otra votación.
«La situación ha cambiado», dijo McGrory. «Ahora los marginados somos nosotros. Somos la campaña valiente que está haciendo las cosas de manera un poco diferente».
En el último mes, dos ministros han dimitido y han pedido otro referéndum.
Tres de los cuatro ex primeros ministros británicos aún con vida, John Major, Tony Blair y Gordon Brown, también han dicho que la manera de resolver la crisis es con otro referéndum.
En la sede de People’s Vote en Millbank Tower, cerca del Parlamento, reina el optimismo.
«Si alguien piensa que el Brexit es cosa hecha, que se preparen para más sorpresas «, dijo McGrory.
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