La gala de los Goya 2020 dejó inconforme a más de uno. Los adjetivos que se escuchan son variados, pero todos apuntan hacia lo mismo. Desde soporífera hasta la comparación con la cola de un banco, esta esperada gala -amenazada por el temporal Gloria- fue para muchos descolorida, sin gracia, anodina, sin ritmo.
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— Premios Goya (@PremiosGoya) January 26, 2020
Los incomprendidos presentadores
De entrada, el esfuerzo de los presentadores Silvia Abril y Andreu Buenafuente no ha sido muy bien visto. De hecho, ni siquiera hicieron reír al patio de butacas que tenían delante. Por lo que pareciera que los guionistas no hicieron su mejor esfuerzo al hilar el argumento de la gala.
No se entendió el chiste de lanzar palomitas; no se entendió el chiste de “mi chocho moreno”; no se entendió el chiste de los consoladores… En fin que los presentadores quedaron como unos incomprendidos por decir lo menos.
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— Andreu Buenafuente (@Buenafuente) January 26, 2020
Mientras que el esperado Goya de Honor resultó decepcionante para muchos que esperaban ver a Pepa Flores, luego de un retiro de treinta y cinco años. Subieron al escenario sus hijas María, Celia y Tamara para recoger el premio que todos esperaban que Marisol recogiera. Ni siquiera el preformance de Amaia hizo olvidar el plantón de alguien que quizás agrandó más su mito o ni siquiera está interesada en regresar.
Vasos vacíos
Los discursos llenos de vacíos y titubeos tuvieron su más claro antecedente cuando Benedicta Sánchez -muy franca ella- no solo se sonó la nariz delante del público y las cámaras, sino que al parecer expresó el deseo de muchos televidentes cuando preguntó: “¿Me puedo ir ya?”.
Sin embargo, los medios obvian que se trataba de una persona quizás sorprendida y abismada por recibir un premio a los 84 años de edad en un escenario gigante ante un público gigante, donde la dirección estuvo totalmente ausente que hizo más grande y vacío el momento. No fue así, se trata de la valía de alguien que sigue en la tarea de vivir y seguir creciendo cuando muchos consideramos que debe terminar. Ser sarcástico e irónico cuesta muy poco. Entender al prójimo, respetarlo, es lo difícil.
¡El primer premio de la noche ya tiene dueña! El #Goya2020 a Mejor Actriz Revelación se lo lleva la protagonista de O que arde, la actriz de 84 años Benedicta Sánchez pic.twitter.com/Y2njbB50Vd
— Premios Goya (@PremiosGoya) January 25, 2020
¿La gala de los Goya al mejor estilo de los Oscar?
Antonio Banderas fue valorado a medias tintas. Algunos calificándolo como un “tesoro nacional”, otros valorándolo como uno de los pocos que salvó la noche. Su discurso entero estuvo dedicado a los cuarenta años de amistad y trabajo al lado de Pedro Almodóvar. Mientras que A Chorus Line, la actuación de cierre, dejó a más de uno boquiabierto por su capacidad para alzar las piernas. No obstante, parecía un cierre anacrónico y fuera de contexto para unos premios que recompensan lo mejor del cine español.
La gala de los Goya lució así como otra gala más, calcada al mejor estilo de los Oscar, donde aún no se comprende por qué los presentadores deben ser necesariamente chistosos. ¿No sería más expedito, menos costoso y gratificante una gala con menos pompa y más sustancia; con menos discursos vacíos y más arte?, ¿sin necesidad de chistes impostados que nadie entiende? Eso habrá que dejárselo a los productores.
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