Los ministros de Finanzas y presidentes de Bancos Centrales del G-20 aprobaron alargar por seis meses la moratoria, actualmente en vigor, sobre la deuda de los países más pobres. Las economías y poblaciones de estas naciones han sido golpeadas fuertemente por la pandemia de la COVID-19.
El acuerdo de las veinte economías más grandes del planeta prolonga hasta el 30 de junio de 2021 la suspensión provisional del servicio de la deuda de estas naciones. Se trata de una medida convenida en abril de este año.
La reunión telemática estuvo presidida por Arabia Saudita. Se produjo después de que el Fondo Monetario Internacional publicara sus previsiones económicas para este 2020, en las cuales prevé una caída del 4,4% del PIB mundial. Al mismo tiempo, advirtió que las repercusiones de la crisis durarán varios años.
El ministro de Finanzas de Arabia Saudita, Mohamed Al-Jaadan, informó que la extensión de la moratoria sobre esa deuda podría alargarse hasta finales de 2021. El acuerdo será revisado en la próxima reunión del FMI y del Banco Mundial.
La suspensión de más de 14.000 millones de dólares en pagos de deuda debía expirar a finales de año. La decisión da a las naciones en vías de desarrollo hasta fines de junio de 2021 para enfocar su gasto en salud y programas de estímulo de emergencia.
En este momento, 46 de los 73 países más pobres pidieron beneficiarse de esta iniciativa; la mayoría de ellos, africanos.
G-20 reitera compromiso con países pobres
Los ministros y presidentes de Bancos Centrales del G-20 señalaron en la declaratoria conjunta que “la recuperación económica es desigual, muy incierta y sujeta a elevados riesgos a la baja”.
En ese sentido, manifestaron su compromiso con los países pobres. Se propusieron “usar todas las herramientas de políticas disponibles, durante el tiempo que sea necesario, para salvaguardar la vida, el empleo y los ingresos de las personas. Apoyar la recuperación económica mundial y mejorar la resiliencia del sistema financiero”.
Asimismo, dijeron que están “decepcionados por la falta de avances en la actuación de los acreedores privados en la moratoria”. Los alentaron nuevamente “a participar en condiciones comparables” de ayuda a los países pobres y más vulnerables durante la pandemia.
Subrayaron la necesidad de controlar la propagación del virus, que está aumentando en muchos países. Consideraron que la salud es clave para apoyar la recuperación económica mundial. Y sacar adelante los compromisos acordados en el G-20.
Entretanto, insistieron en facilitar el comercio internacional, la inversión y en desarrollar la resiliencia de las cadenas de suministro para respaldar el crecimiento. También, la productividad, la innovación, el empleo y el desarrollo.
El FMI recomienda aumentar impuestos a familias y empresas adineradas
En línea con la posición del G-20 de favorecer a los países más pobres, el FMI está conforme en ayudarlos en estos tiempos de dificultades. Sin embargo, recomendó a los Gobiernos “una mayor presión sobre sus recursos limitados. Deben, por tanto, evaluar el aumento de los impuestos a las familias y empresas más adineradas”.
No es la primera vez que el FMI apunta a recaudar fondos de las rentas de aquellos que más tienen. Su directora gerente, Kristalina Georgieva, lo ha planteado otra veces antes de la pandemia.
En el último informe Monitor fiscal, el FMI también llamó a dejar de proteger los “empleos antiguos” y a impulsar la inversión pública en infraestructura y energía verde.
Para, de este modo, aprovechar esta crisis “a fin de tomar distancia del modelo de crecimiento anterior. Además de acelerar la transición hacia una economía digital y con bajas emisiones de carbono”.
Vitor Gaspar, jefe del Departamento de Finanzas Públicas del FMI, precisó que los Gobiernos han inyectado 12 billones de dólares en la economía mundial desde el comienzo de la pandemia. Pero ahora “muchos países tendrán que hacer más con menos, debido a las limitaciones cada vez mayores de sus presupuestos”.
A esa opinión se anticipó la economista jefa del Fondo, Gita Gopinath. Afirmó que los impuestos tienen que ser más progresivos y las grandes empresas tienen que pagar “lo justo” en un contexto de contracción de los ingresos públicos.
El FMI y el G-20 coincidieron en apuntalar las economías de los países más pobres.
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