La comunidad internacional observa con atención. El éxito o fracaso del esfuerzo tendrá repercusiones globales.
El ambicioso plan climático de Estados Unidos, que prometía una revolución verde y una transición hacia energías limpias, está enfrentando serios obstáculos. A pesar de los esfuerzos por aumentar el uso de las energías renovables en la generación eléctrica, la voracidad del consumo energético ha superado con creces estos avances. El futuro es cada vez más incierto para la que es vista como una solución para combatir el cambio climático.
Se habían prometido objetivos loables como la neutralidad de carbono para 2050 y una reducción significativa de las emisiones de gases de efecto invernadero. Sin embargo, la realidad ha demostrado ser más compleja. Las políticas implementadas han encontrado resistencia tanto a nivel político como social, y los cambios necesarios en la infraestructura energética del país avanzan a un ritmo más lento del esperado. Los costos más altos, la resistencia de las empresas y los consumidores y la lenta implementación de la tecnología están retrasando el abandono de los combustibles fósiles.
El aumento en la demanda de energía es impulsado por el crecimiento económico y el consumo individual y ha superado la capacidad de generación de energías limpias. Este desbalance pone en riesgo los objetivos climáticos y plantea preguntas sobre la viabilidad a largo plazo de la transición energética en Estados Unidos.
Además, las posibles repercusiones ambientales de las tecnologías propuestas para combatir el calentamiento global dan de qué pensar. Algunas, aunque innovadoras, podrían tener efectos secundarios importantes en océanos y otros ecosistemas. Este dilema destaca la necesidad de un enfoque equilibrado y sostenible en la lucha contra el cambio climático.
Un paso adelante, dos hacia atrás
Las empresas de servicios públicos se han visto obligadas a quemar combustibles fósiles, incluido el carbón, durante más tiempo del esperado. La firma de investigación Rhodium Group espera que la demanda de electricidad en Estados Unidos aumente entre un 24% y un 29% para 2035, casi el doble de la tasa que proyectó hace un año.
El impulso en los últimos años a la transición se dio a medida que los precios de las energías renovables se desplomaban. Hubo fuertes inversiones gubernamentales y privadas en tecnologías para abordar las emisiones de gases de efecto invernadero. Industrias como la automotriz hicieron cambios en sus negocios y las empresas comenzaron a contabilizar y divulgar sus emisiones.
Pero los costos se dispararon, los consumidores se mostraron reacios y las empresas se opusieron a las nuevas regulaciones. Como era de esperarse, los políticos se apartaron de los ambiciosos objetivos climáticos o hicieron campaña contra ellos. Los obstáculos no sorprenden. Se sabía que la transición energética iba a requerir un esfuerzo enorme, complicado y costoso. Además, nunca se ha avanzado lo suficientemente rápido como para minimizar el daño del cambio climático. Pero el impulso que dio la ley climática estadounidense de 2022 creó la esperanza de que el cambio podría acelerarse.
Reacción climática
Una verdad de Perogrullo sobre la política climática es que muchas personas y empresas no están dispuestas a hacer sacrificios reales para abordar la transición energética. En Estados Unidos y Europa cuando las políticas se consideran demasiado agresivas la reacción ha sido dura. Muchos planes se echaron para atrás. Empresas reactivaron plantas de gas después de haberla detenido hace cinco años cuando la demanda de energía era moderada y los subsidios estatales desfavorables.
El objetivo agresivo de Nueva York de obtener el 70% de su electricidad de energías renovables para 2030 también se vio trastocado. Se ha visto afectado por demoras en los permisos, costos crecientes y la cancelación de varios proyectos eólicos marinos tempranos. La energía eólica y solar están creciendo rápidamente, pero están limitadas por la red y otros factores. “Es como si estuviéramos trabajando muy, muy duro, y aún así no estuviéramos funcionando en el mismo lugar”, dijo Nitin Apte, director ejecutivo de Vena Energy.
La sostenibilidad bajó de posición en la lista de preocupaciones de los CEOS el año pasado. Ahora se ubica detrás de cuestiones como la inflación y la inteligencia artificial. Ford Motor y General Motors se encuentran entre los fabricantes de automóviles que están reduciendo sus planes para nuevos modelos eléctricos en medio de una demanda menguante. Volvo Car abandonó recientemente un objetivo de vender solo autos totalmente eléctricos para fines de la década.
Los accionistas Glencore la tenían bajo presión para vender su negocio de carbón. Pero no solo cambiaron de opinión, sino que la alentaron a mantener la unidad, con el argumento del impulso menguante en la inversión sostenible.
Continúan las inversiones, pero no es fácil
Las nuevas tecnologías ecológicas son la mejor esperanza para lograr un progreso significativo en la reducción de emisiones y la transición energética en Estados Unidos. Lo importante es que el dinero está fluyendo hacia nuevas empresas prometedoras. Una de las inversiones más recientes se destinó a la empresa Twelve. Fueron 645 millones de dólares para fabricar combustible de aviación con bajo contenido de carbono. También hubo un compromiso de préstamo gubernamental de 1.560 millones de dólares para un productor de amoníaco que planea capturar sus emisiones de carbono.
Algunas empresas emergentes enfrentan costos crecientes. Form Energy, un fabricante de baterías a base de hierro que pueden descargar electricidad durante días, inauguró recientemente una fábrica en una antigua acería en Virginia Occidental. Tiene pedidos de empresas de servicios públicos y planea ampliar su capacidad de fabricación en los próximos años.
“Incluso eso, que es un negocio enormemente exitoso, suponiendo que lo logremos, es una pequeña gota en el océano”, afirma el director ejecutivo de Form, Mateo Jaramillo. En la actualidad, hay cientos de proyectos industriales con bajas emisiones de carbono. Pero menos del 10% ha llegado al punto en que sus patrocinadores se comprometen a invertir.
Medidas para la transición energética
El plan climático ha implementado varias medidas específicas para enfrentar la crisis climática. Primero, se ha aprobado la Ley de Reducción de la Inflación, que incluye importantes inversiones en energías limpias y tecnologías sostenibles. Esta ley busca reducir las emisiones de gases de efecto invernadero mediante incentivos fiscales para la adopción de energías renovables y la mejora de la eficiencia energética.
Además, la Ley Bipartidista sobre Infraestructura ha destinado fondos significativos para modernizar la infraestructura del país, con un enfoque en la resiliencia climática. Esto incluye la construcciones más resistentes a fenómenos meteorológicos extremos y la mejora de los sistemas de transporte público para reducir las emisiones.
Otra medida clave adoptada para la transición energética por el gobierno de Estados Unidos ha sido la ratificación de la Enmienda de Kigali al Protocolo de Montreal. Esta aborda la reducción de los hidrofluorocarbonos, potentes gases de efecto invernadero utilizados en refrigeración y aire acondicionado. Esta enmienda es crucial para limitar el calentamiento global a corto plazo. El Gobierno también ha impulsado la descarbonización en todos los sectores. Esto incluye la eliminación gradual de las subvenciones a los combustibles fósiles y el fomento de la innovación en tecnologías limpias.
Igualmente, se ha establecido el objetivo de duplicar la energía eólica marina para 2030, lo que implica un aumento significativo en la capacidad de generación de energía renovable. Esta medida no solo busca reducir las emisiones, sino también crear empleos verdes y fortalecer la seguridad energética del país. También se ha puesto en marcha una estrategia para sustituir la flota de automóviles del gobierno por vehículos eléctricos y garantizar que todas las adquisiciones federales prioricen la electricidad limpia y los vehículos de emisiones cero.
Semana del clima
La situación de la transición energética en Estados Unidos forma parte de la Semana del Clima que se realiza en Nueva York. Líderes de empresas, gobiernos y organizaciones climáticas más influyentes del mundo, junto con la Asamblea General de las Naciones Unidas y las autoridades de la ciudad de Nueva York, discutieron a finales de septiembre cómo vivir de forma sostenible, la justicia medioambiental y la necesidad de innovación en las empresas energéticas.
Esta iniciativa que se hace anualmente tiene como objetivo reconstruir la economía global para las personas y para el planeta como vía hacia un futuro mejor. Para ello, busca reducir las emisiones globales de gases de efecto invernadero a la mitad de aquí a 2030. Este año los debates girarán en torno a cuatro temas principales: la nueva revolución industrial, la transición de la energía y el transporte, la naturaleza, el sistema de salud y alimentación y el liderazgo y el crecimiento verde.
En la organización de la Semana del Clima participa The Climate Group, una ONG medioambiental que trabaja para acelerar la acción climática para limitar el aumento de la temperatura global a 1,5 °C.
La temática de la reunión girará en torno a cuatro focos: la nueva revolución industrial, la transición de la energía y el transporte, la naturaleza, el sistema de salud y alimentación y el liderazgo y el crecimiento verde. En esta oportunidad destaca todo lo relacionado con el financiamiento orientado al cambio hacia una economía baja en carbono. Centrado en oportunidades financieras para identificar y mitigar los riesgos climáticos como parte de una recuperación verde.