Cada vez menos personas quieren dar con sus huesos en el cementerio. En un mundo en el que todo se quiere de inmediato, nadie quiere esperar a los ángeles para que los acompañen en el tramo final. La práctica que toma fuerza son los funerales espaciales, algo así como ir al cielo en un cohete. Ya no basta con esparcir las cenizas en el mar, en la montaña. Tampoco Disneyworld, los Campos Elíseos o el Vaticano son suficientes. La mirada ahora está puesta en el cielo. Pero no en el azul. La estratósfera o la luna aparecen como los mejores lugares para descansar en paz.
Recientemente The New York Times publicó un reportaje sobre siete personas, comunes y corrientes, que adelantan sus trámites para que, llegada la hora de partir de este mundo, sea literal y plena. Polvo eres y en polvo cósmico te convertirás. Son hombres y mujeres de las generaciones que se formaron bajo la luz seductora de la carrera espacial. Con los mejores dando el todo por el todo por llegar más alto y más rápido a las estrellas. Y con las pantallas de los televisores conquistadas por series y películas en las que los planetas lejanos, los alienígenas y las naves espaciales los hacían soñar con lugares mejores que la siempre conflictiva y atribulada Tierra.
Los siete candidatos
El número siete tiene un halo de magia y poder cabalístico. Sea por eso o por mera casualidad, siete fueron los seleccionados por el diario neoyorkino: Lemuel Patterson, un profesor de 71 años; Kathleen Mansfield, farmacéutica de 70 años; Guy Pignolet, educador espacial (81 años); Jeffrey Woytach, Ingeniero aeroespacial (62 años); Maribel Gray, diseñadora gráfica (52 años); Kenneth Ohm, profesor de física (86 años); y Daniel Conlisk, Jefe de Batallón del NYFD, de 76 años.
Sus razones son variadas. Desde los que quedaron prendados de la carrera espacial, la NASA y la heroicidad de los astronautas (quién de esa generación no soñó con serlo) hasta quienes simplemente son románticos aventureros. Quizás las versiones más originales, sean las de Daniel Conslik, quien quiere hacerlo para complacer el último deseo de Kathleen, su esposa por 49 años. Ella hizo prometer que cuando él falleciera juntarían las cenizas de ambos y las lanzarían al espacio. La otra, la de Maribel Grey, sin ataduras a la tradición ni a un lugar de descanso físico definitivo, pensó que lanzar sus cenizas al espacio profundo tenía sentido porque quiere “adentrarse en lo desconocido”.
Sin embargo, nada supera la decisión de Kenneth Ohm. No enviará sus cenizas a la Luna, sino su ADN. Guarda la esperanza de que dentro de 30.000 o 40.000 años, algún resto de nuestra u otra civilización descubra sus huellas genéticas y las utilice. Cree que sería algo extremadamente genial. También ha considerado la posibilidad de un zoo intergaláctico con un Ken Ohm en una jaula, o un enjambre de miles de Ken Ohms reconstituidos esparciéndose por el universo. «Vivo con la incertidumbre», afirma.
Más de mil
Por increíble que parezca, no son los únicos. Hasta la fecha se han enviado al espacio los cenizas de más de 1.000 personas Todo comenzó en 1992 cuando se celebró el primer «funeral espacial». En esa ocasión el astronauta Jim Weatherbee transportó a bordo de un cohete Pegasus XL las cenizas del creador de «Viaje a las estrellas» (Star Trek), Gene Roddenberry, y su mujer, la actriz Majel Barrett Roddenberry.
En 1999 la NASA envió las cenizas del doctor Eugene Shoemaker en la nave Prospector que impactó deliberadamente en el polo sur de la Luna. Schoemaker es considerado el padre de la astrogeología. En vida nunca pudo ir al espacio por una enfermedad. Eso sí, a su muerte fue el primer hombre enterrado en nuestro satélite. En 2006, la NASA también lanzó las cenizas del descubridor de Plutón, Clyde Tombaugh Y en 2022, la astronauta mexicana Katya Echazarreta llevó las cenizas de su abuelo al espacio a bordo de un cohete SpaceX, el Falcon 9.
Otro personaje vinculado a la serie de televisión «Star Trek«, James Doohan, que interpretó a Scotty también quiso seguir la ruta de Roddenberry. En 2008 enviaron sus cenizas al espacio a bordo de un cohete Falcon 1 de SpaceX. Otro actor y presentador de televisión, el británico Robson Green, solicitó que las cenizas de su esposa fallecida fueran enviadas al espacio.
Funerales espaciales en auge
La demanda ha crecido exponencialmente y ya hay varias empresas dedicadas a los funerales espaciales. En 2019, SpaceX envió al espacio las cenizas de 152 personas cremadas a través de la empresa Celestis Memorial Spaceflights. En el mismo año, Elon Musk envió al espacio las cenizas de 154 personas junto con 24 satélites. Tambień los hispanos entraron en el negocio. En 2022, el argentino Federico Brito se convirtió en el primer latinoamericano en enviar las cenizas de personas y mascotas al espacio a través de satélites que son puestos en órbita.
El costo de enviar cenizas humanas al espacio varía según la compañía transportadora y el tipo de servicio elegido. Por ejemplo, el más económico tiene un valor cercano a la mitad de lo que cuesta un servicio funerario en Estados Unidos, mientras que la opción más costosa tiene un precio similar al valor total de los gastos fúnebres. Puede variar entre los 2.490 y los 12.500 dólares, según la opción elegida y la cantidad de cenizas. En general, se estima que el costo promedio de enviar cenizas de personas fallecidas al espacio sería de alrededor 5.000 dólares por gramo.
Empresas que ofrecen el servicio
- Elysium Space: Esta compañía pone en órbita los restos de amigos o familiares a bordo de un pequeño satélite llamado ‘Elysium Star II’. Cada plaza en este viaje tiene un precio de 2.490 dólares
- Misión Luna 02 o Vuelo de la Luna: Es un depósito de cenizas en la Luna en denominado Mar de la Tranquilidad, la zona donde aterrizó el Apolo 11 en 1969. Tiene un costo aproximado de 12.500 dólares.
- Celestis Enterprise Flight: Pone las cenizas (de personas o mascotas) en cápsulas y las envía a la órbita de la Tierra o al espacio profundo. Los precios varían según la opción que elija el cliente, desde 2.500 dólares hasta 12.000 dólares. El cofundador y CEO de Celestis lo ofrece como un lugar de descanso final.
- SpaceWay: Ofrece la posibilidad de enviar por 5.300 dólares las cenizas de un fallecido en una cápsula espacial que llega a la estratósfera.
- Stardust Space: Una empresa española envia las cenizas de seres queridos al espacio por precio que ronda los 24.000 euros.
Tiene sus trámites
Como es previsible enviar cenizas humanas al espacio, requiere de cumplir con una serie de requisito, tanto legales como sanitarios. Luego de elegir la empresa debe decidir si quiere que las cenizas viajen y regresen, que orbiten la tierra, que las depositen en la luna o que las envíen al espacio profundo. Deben ser cenizas debidamente cremadas y contenidas en una urna o cápsula adecuada para su transporte al espacio. Además debe cumplir con ciertos trámites legales y obtener los permisos necesarios.
Algunas empresas ofrecen la posibilidad de seguir el viaje de las cenizas en tiempo real a través de una aplicación móvil. Lo que permite a los familiares mantenerse informados sobre la ubicación de sus seres queridos en su viaje alrededor de la Tierra.
El tiempo que tarda el proceso de envío de cenizas humanas al espacio varía con la empresa y la opción elegida. Misión Luna 02 tiene un tiempo estimado de entrega de aproximadamente un año. En el caso de Celestis el tiempo que las cenizas permanecen en el espacio depende de la opción elegida por el cliente, pero puede ser de varios años.
Al más allá en nave espacial
Tradicionalmente hemos creído que cuando fallecemos vamos «al más allá», “al otro mundo”. Aunque nuestros restos iban al cementerio. En torno a nuestras creencias fúnebres creamos una serie de tradiciones con las cuales pretendíamos honrar a los seres queridos. Pero en nuestros días, cuando la religión tiene menos peso, las culturas se mezclan, los paisajes cambian rápido y las personas se desplazan por el mundo como nunca antes. Un ser querido puede quedar enterrado lejos de los suyos y tiene sentido cuestionar cómo y dónde permaneceremos eternamente.
Hay personas para quienes un entierro espacial es la culminación de sus sueños. Significa aceptar la idea del vacío al final. Muchos lo consideran la culminación de su fascinación por la exploración espacial o la posibilidad real de una última aventura. Sus últimos deseos por motivos espirituales, pragmáticos o románticos, los hacen buscar un más allá que es físico. Para ellos al otro mundo se puede llegar en una cápsula espacial.