Lo ocurrido en las costas del Pacífico mexicano sorprendió a las autoridades meteorológicas. En menos de doce horas, una tormenta tropical se convirtió en el huracán más intenso que ha tocado al estado de Guerrero en treinta años. En tiempo récord, Otis alcanzó la categoría 5, la más alta en la escala de Saffir-Simpson y, con esa impetuosa fuerza golpeó el puerto turístico de Acapulco, al sureste de México. A su paso deja al menos 27 muertos, 4 desaparecidos y un escenario devastador.
Imágenes aéreas y en el terreno de los acontecimientos, muestran los destrozos del huracán: hoteles de lujo y centros comerciales reducidos a sus estructuras de cemento, así como escenas de saqueos. Además, edificios caídos, viviendas deshechas, vías colapsadas y, miles de personas incomunicadas -entre ellos turistas internacionales- sin acceso a electricidad, internet y otros servicios básicos.
Mientras el gobierno de Andrés Manuel López Obrador y las autoridades regionales se aprestan para ayudar a los damnificados y tratar de poner orden en la emblemática localidad turística de Acapulco, son muchas las preguntas sin responder. A la fecha, los científicos intentan descifrar el origen de la veloz transformación de Otis, hasta ahora atribuida a la temporada de El Niño y el aumento de temperaturas del océano.
“En estos momentos, no se puede atribuir al cambio climático, pero tampoco lo podría negar. En el Pacífico, la información data desde 1950, pero para cuestiones de cambio climático se necesitan más años. Por lo menos unos 100 o 120 para poder tener tendencias observadas”, sostiene Christian Domínguez, investigadora del Instituto de Ciencias de la Atmósfera de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
“A nivel mundial”, dice a Mongabay Latin, “bajo condiciones de cambio climático está habiendo una reducción en el número de ciclones tropicales, pero se están volviendo cada vez más intensos”.
Otis en Acapulco, buscando explicaciones
Los modelos no predijeron la intensificación de Otis con la antelación usual, lo que dejó a Acapulco, una región mexicana densamente poblada, con poquísimo tiempo para prepararse ante la catástrofe, ¿qué falló?
Las tormentas que se intensifican rápido son casos extraordinarios, pero incluso dentro de esas anomalías, Otis destacó. En general, se considera que un huracán se intensifica de forma rápida cuando los vientos aumentan su velocidad 55 kilómetros por hora en 24 horas.
En el caso de Otis se incrementaron a 111 kilómetros por hora en un lapso de 12 horas. El Centro Nacional de Huracanes calificó tal cambio como ‘explosivo’. En el momento crucial, Otis cruzó el estado de Guerrero con vientos máximos sostenidos de 265 kilómetros por hora, según el Centro Meteorológico Especializado de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), reseñó la revista online estadounidense Wired.
Jorge Zavala Hidalgo, director e investigador del Instituto de Ciencias de la Atmósfera de la UNAM, señala algunas características de Otis. “Fue categoría 5 y los fenómenos de este nivel son pocos, raros. El ciclón tocó tierra con la más alta clasificación, cuando lo usual es que estos fenómenos alcancen la máxima categoría lejos de las costas y se debiliten al entrar al continente. Pero sin duda su rasgo más memorable será haber cambiado tanto en tan poco tiempo”, explica.
Este año se han registrado situaciones similares.”En Florida”, cuenta, “vimos a Idalia convertirse rápidamente en monstruo, la tormenta Lee mostró el mismo comportamiento”.
Otis, atípico e inesperado
Zavala recuerda que para las seis de la tarde (hora de México) del 23 de octubre, los pronósticos de distintas agencias internacionales y grupos de investigación sugerían que Otis sería solo una tormenta tropical. Todos. Mientras que ningún modelo computarizado mostró banderas rojas.
En la siguiente ronda de predicciones, estos juicios se actualizan cada seis horas. Casi todos (alrededor de 12 ), insistían en que sería tormenta tropical. Solo dos pronosticaron que se volvería huracán de categoría 1. Para las 12 de la tarde del martes 24 de octubre, el fenómeno estaba entre la frontera de las categorías 2 y 3. Aunque seis hora antes nadie notó que llegaría a categoría 2.
El pronóstico dio un giro el martes, luego de que el avión caza-huracanes sobrevoló la tormenta. Y mostró que la intensidad era mayor de la que se veía en estimaciones por satélite. En la noche del martes, desde el Centro Nacional de Huracanes describió a Otis como un «escenario de pesadilla”. Finalmente Otis entró a Acapulco con furia, con la categoría más alta.
De acuerdo con información del Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred), los modelos de pronósticos internacionales no preveían en un inicio que el huracán evolucionara como lo hizo. En Acapulco, lo más común era registrar huracanes categoría 1.
El huracán Pauline, de 1997 tuvo esa intensidad, pero con lluvias más fuertes, que provocaron inundaciones. El huracán más potente registrado en Guerrero y Michoacán fue el Madeleine, de categoría 4, en 1976.
Según el Sistema Meteorológico Nacional (SMN) en los últimos 50 años, 270 ciclones han impactado a México. Esto lo convierte en uno de los países más afectados por estos fenómenos naturales.
Ciclones con mayos intensidad
Rosa Icela Rodríguez, secretaria de Seguridad Pública y Protección Ciudadana, señala que “lo que ocurrió en Acapulco con Otis, fue algo atípico y un escenario poco probable. Se rompió el récord histórico de intensificación en México, que era de 24 horas con el huracán Patricia, en 2015”.
El último informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), precisa que es probable que la proporción de ciclones intensos (categorías 4 y 5) aumente un 10% en comparación con la era preindustrial con un calentamiento superior a 1,5 ºC.
Y advierte que más de mil millones de personas vivirán en ciudades costeras en peligro de aquí a 2050 como consecuencia de la subida del nivel del mar y de la sumersión marina.