En su primera Misa del 2022, el papa Francisco levantó otra vez su voz en defensa de la mujer y sus derechos. Francisco dijo desde la Basílica de San Pedro que la violencia contra la mujer es un ultraje a Dios.
Durante la homilía del 1º de enero, en ocasión de la festividad de María y la 55° Jornada Mundial de la Paz, reflexionó sobre el papel de la madre de Jesús. Hizo hincapié en al amor maternal, generoso y fecundo de la Virgen. Destacó su «sí» al plan de Dios para la salvación de la humanidad, que profundizó su dolor por las injusticias sufridas por su Hijo. Su ejemplo de madre infunde esperanza con una mirada sencilla, el «camino para nacer de nuevo y crecer».
En este sentido, el pontífice recordó que «las madres no miran el mundo para explotarlo, sino para que tenga vida. «Mirándolo con el corazón, consiguen mantener unidos los sueños y la concreción», asentó
«Mientras las madres donan la vida y las mujeres custodian el mundo, trabajemos todos para promover a las madres y proteger a las mujeres”, añadió. «¡Cuánta violencia hay contra las mujeres! ¡Basta! Herir a una mujer es ultrajar a Dios, que tomó la humanidad de una mujer».
En una intervención anterior, en noviembre, había dicho que «las diversas formas de maltrato que sufren muchas mujeres son una cobardía. Y una degradación para los hombres y para toda la Humanidad. «No podemos mirar hacia otro lado. Las mujeres víctimas de violencia deben ser protegidas por la sociedad», insistió.
El último estudio de la ONU al respecto indica que cerca de la mitad de las mujeres han sufrido o sido testigos de alguna forma de violencia desde que comenzó la pandemia.
Francisco y la violencia contra la mujer
La eucaristía la dedicó el papa a la solemnidad de María. Habló de que las mujeres y las madres, tienen una “mirada inclusiva, que conservando y meditando en el corazón supera las tensiones”.
Comentó que “es la mirada con la que muchas madres abrazan las situaciones de los hijos. Es una mirada concreta, que no se desanima, que no se paraliza ante los problemas, sino que los coloca en un horizonte más amplio”. Recordó que las madres “asisten al hijo enfermo o en dificultad”. Y subrayó el amor que hay en sus ojos, “que, mientras lloran, saben comunicar motivos para seguir esperando”.
Las madres, continuó, “saben mantener unidos los hilos de la vida” y por eso son esenciales en el mundo actual. «Son capaces de tejer hilos de comunión, que contrarresten los alambres espinados de las divisiones, que son demasiados”. Francisco rechazó la violencia contra la mujer.
También, en el marco del Día Mundial de la Paz, celebración iniciada por San Pablo VI en 1968 recordó que la paz se construye con el diálogo entre generaciones, con la educación y con el trabajo. «Sin estos tres elementos, los cimientos faltan», afirmó.
La paz, un don y un compromiso
Al concluir la misa, dedicada a la figura de María, Francisco pidió un cese a la violencia mujer. Luego se asomó a la ventana del palacio apostólico del Vaticano para rezar el Ángelus con los fieles de la plaza y pedir la paz en el mundo. “Se necesita la paz. He estado viendo imágenes en un programa de televisión, de guerra, de miseria. Esto ocurre hoy en el mundo. Esa es la realidad. Queremos paz”.
“Vivimos tiempos inciertos y difíciles a causa de la pandemia. Son muchos los que están atemorizados por el futuro y agobiados por las situaciones sociales. Los problemas personales, los peligros que provienen de la crisis ecológica, de las injusticias y de los desequilibrios económicos planetarios”, comentó.
Asimismo, dedicó un pensamiento especial a las jóvenes madres y en sus hijos que huyen de las guerras y de las carestías o que esperan en los campos de refugiados. «Recordamos que el mundo cambia y la vida de todos mejora. Solo si nos ponemos a disposición de los demás, sin esperar que sean ellos los que comiencen, podremos tejer los hilos de un mundo lacerado por guerras y violencia».
La paz es un don y un compromiso, confió. “Don de lo alto, debe ser implorada por Jesús, porque solos no somos capaces de custodiarla. Solo podemos construir verdaderamente la paz si la tenemos en nuestro corazón, si la recibimos del Príncipe de la Paz. Pero la paz es también nuestro compromiso: nos pide dar el primer paso, nos pide gestos concretos. Se construye con la atención a los últimos, con la promoción de la justicia, con el valor del perdón, que apaga el fuego del odio”.
«Vayamos a casa pensando: ¡paz, paz, paz! Necesitamos la paz, invitó el santo padre.