El papa Francisco almorzó con trabajadoras sexuales transgénero en el Vaticano. No fue la primera ni la única vez, pero hubo videos. Como cabría esperar grupos y católicos conservadores pusieron el grito en el cielo. ¡Fin de mundo! Habrán soltado en más de un despacho o consistorio. La apertura de la iglesia a la comunidad LGBTQ+ atiza el debate. Es un tema sensible y muy divisivo. Especialmente porque, desde la perspectiva doctrinaria, hay un rechazo frontal a la ideología de género.
En el corazón del catolicismo está abierto un controvertido debate con Francisco en el centro. La Iglesia ha mantenido una postura tradicionalmente contraria y crítica sobre la homosexualidad. La considera como un pecado. En documentos oficiales de la Iglesia y de divulgación doctrinaria, como el catecismo, que clasifica la homosexualidad como «conducta intrínsecamente desordenada». La Iglesia católica rechaza las uniones civiles de parejas del mismo sexo y la adopción por parte de parejas homosexuales.
Marcela, Minerva y Claudia son algunas de las transexuales que cada miércoles se levantan de madrugada y dejan las calles del litoral de Roma en las que ejercen la prostitución para acudir a la plaza de San Pedro, donde el papa las saluda tras la audiencia entre cardenales, obispos y autoridades
A pesar de esa tradición conservadora y moralista, Francisco ha mostrado gran empatía con las personas LGBTQ+. Ha manifestado su apoyo a las uniones civiles de parejas del mismo sexo y les reconoce el derecho a formar una familia. Su postura ha sido vista como un cambio significativo Aunque no ha implicado una revisión de las enseñanzas oficiales de la Iglesia sobre la homosexualidad, ha generado debates internos. Con críticas de jerarcas conservadores y señalamientos de «hipocresía» por los que ven discrepancias entre las palabras y las acciones de la Iglesia. Además, influye en la forma como la sociedad actual percibe al catolicismo especialmente entre las jóvenes proclives a una mayor inclusión y aceptación de la diversidad sexual.
Compasión y aceptación
El papa ha reiterado un mensaje de inclusión y misericordia. Ha reiterado “Dios no reniega de ninguno de sus hijos” y que la Iglesia como madre convoca a todos sus hijos. Pero, su postura ha encontrado enfrentado resistencia en sectores tradicionalistas del catolicismo. Pese a las críticas, Francisco mantiene el enfoque pastoral. Pretende equilibrar la doctrina de la Iglesia con la compasión y la aceptación subrayando la importancia de distinguir entre el pecado y la persona. «La Iglesia no rechaza a los homosexuales, son personas de la Iglesia”, sostiene.
En un acto que define su pontificado y su legado, Francisco reafirmó su compromiso con una Iglesia de puertas abiertas. Su gesto más elocuente en este sentido ha sido la bienvenida extendida a casi un centenar de mujeres transgénero en corazón mismo del Vaticano, muchas de las cuales conocen la marginación y la exclusión.
Aires de cambio en Torvaianica
Un tímido aire de cambio sopla entre las calles de Torvaianica, una humilde localidad costera al sur de Roma. La comunidad de mujeres transgénero comienza a experimentar una nueva realidad. La reciente bienvenida del papa Francisco a los católicos transgénero ha resonado en esa zona de clase trabajadora. La esperanza y la ayuda se han materializado de formas inesperadas.
Gracias a la intervención de don Andrea, el párroco local, esas mujeres encontraron un lugar en las audiencias generales del papa. Con asientos VIP que les otorgan visibilidad y reconocimiento. Muchas de ellas son inmigrantes latinoamericanas que se ganan la vida como trabajadoras sexuales. Fueron parte de un grupo de más de mil personas desfavorecidas que participaron en un almuerzo en el auditorio del Vaticano. Las invitó el propio Francisco.
Fue la manera de conmemorar el Día Mundial de los Pobres de la Iglesia Católica. Les sirvieron un menú que refleja la dignidad que Francisco otorga a los más marginados: canelones rellenos de espinacas y ricotta, albóndigas en salsa de tomate con albahaca, puré de coliflor y un dulce final con tiramisú y petit fours.
Mano amiga en la pandemia
Para la comunidad trans de Torvaianica, el almuerzo representa el último de una serie de gestos inclusivos de un papa que ha hecho de la acogida a la comunidad LGBTQ+ un sello distintivo de su pontificado. “Antes, la Iglesia estaba cerrada para nosotros. Nos veían como el diablo, pero con Francisco se nos abrieron las puertas de la iglesia”, dijo Andrea Paola Torres López, una mujer transgénero de origen colombiano conocida como Consuelo.
Cuando la pandemia de COVID-19 azotó Italia, el Vaticano respondió con una mano amiga. Transportó a estas mujeres, que habían sido excluídas de los programas nacionales, en autobús a sus instalaciones de salud para recibir la vacuna. A diario reciben medicamentos, dinero en efectivo y productos de la dieta básica, una muestra tangible de apoyo y solidaridad.
La apertura de Francisco
El papa ha reiterado su mensaje de aceptación declarando en varias ocasiones que “las personas transgénero también son hijas de Dios”. Un eco de amor y bienvenida que resuena en los corazones de muchos. Su última iniciativa es que el Dicasterio de la Fe del Vaticano permite a las personas transgénero ser bautizadas y servir como padrinos y testigos en bodas (bajo ciertas circunstancias). También ha habido a declaraciones del papa sobre la posibilidad de bendiciones eclesiásticas a parejas del mismo sexo. Son pareceres y acciones que revierten la prohibición de que las personas transgénero sirvieran como padrinos de 2015, y la prohibición de las bendiciones para parejas del mismo sexo de 2021.
rLas organizaciones LGBTQ+ los han considerado como importantes gestos de una iglesia que tradicionalmente ha enseñado que los actos homosexuales son “intrínsecamente contra natura».
Carla Segovia, una trabajadora sexual argentina, de 46 años de edad, ve que es una oportunidad para acercarse a la fe de su bautismo, la cual había abandonado tras declararse trans. «Francisco me acerca a encontrar una serenidad absoluta”, afirma.
Claudia Vittoria Salas, una costurera y limpiadora de casas transgénero, de 55 años de edad, ya ha ejercido como madrina en bautizos. Conmovida, recuerda cómo su antiguo trabajo como prostituta le permitió financiar la educación de sus ahijados. “Ser padrino es una gran responsabilidad”, dice. En un gesto de cercanía cultural, llevó al papa empanadas argentinas de pollo. La respuesta de Francisco fue personal y conmovedora: “Me los llevo para el almuerzo”. Salas se emocionó hasta las lágrimas.
Hijos de Dios
En un verano romano de 2022, Laura, vestida con una blusa rosa vibrante y jeans, se preparaba, junto a otras mujeres trans y una pareja del mismo sexo, para un encuentro que cambiaría su vida. La noche anterior, había compartido sus dudas con don Andrea. Durante su audiencia, Francisco se encontró con la mirada de Laura. “Soy una transexual de Paraguay”, declaró ella. Con una sonrisa, el papa respondió: “Tú también eres un hijo de Dios”. La bendición que siguió fue un momento de humanidad y aceptación. No fue un hecho aislado.
Dos meses antes, la hermana Geneviève Jeanningros, una monja francesa, llevó a un grupo de mujeres trans a una audiencia papal sin solicitud formal y sin previo aviso, lideradas por don Andrea. Claudia Victoria Salas, una argentina de 60 años de edad, fue una de las primeras en recibir la bendición papal. Años atrás, la noche que Francisco se convirtió en papa, Claudia Victoria ondeó la bandera argentina en la Plaza de San Pedro. En el día de su encuentro, se levantó antes del amanecer y le preparó empanadas al papa.
La apertura de Francisco se convirtió en un mensaje claro: “Quiero verlos. Deben venir todos, todos, todos”. Las visitas se hicieron habituales, y el papa incluso compartió con sus compañeros jesuitas en Lisboa como se sentían rechazadas y como él tratar de cambiar esa conducta.
Fin de mundo en el Vaticano
El video del almuerzo con las mujeres trans en el auditorio del Vaticano se convirtió en un punto focal para los críticos. Las reacciones variaron desde la preocupación expresada en las redes sociales hasta artículos de opinión como el que publicó el obispo emérito Héctor Aguer, que se atrevió a acusar el pontificado de Francisco de promover una “mala teología”. Las tensiones se reflejan en los comentarios de figuras como Evan Dyer y John-Henry Westen, que señalan una incoherencia de las actuaciones del papa con las enseñanzas tradicionales de la Iglesia. “¿Cómo entendemos que el papa Francisco diga que la ideología de género es una de las colonizaciones ideológicas más peligrosas y luego el mismo Francisco bendice el comportamiento de las personas transgénero?”, pregunta Westen.
El cardenal Gerhard Ludwig Müller también expresó su preocupación. Señaló que Francisco adaptaba su mensaje a la “cultura digital” y que las acciones de inclusión podrían ser malinterpretadas como una justificación del comportamiento transgénero, que es todo lo contrario al llamamiento a la conversión. Argumentó que as mujeres trans “habían dicho públicamente que el encuentro con el papa justificaba su propio comportamiento»
Ovejas descarriadas y perdidas de la fe
En Francisco, unas mujeres que han estado marcadas por el rechazo, el vicio y la violencia, y que en algunos casos habían perdido la fe, encontraron un refugio de compasión y aceptación. El almuerzo de acogida recuerda la enseñanza de la parábola de la oveja perdida:
“Todos los publicanos y los pecadores se acercaban a Jesús para oírle, y los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: «Este acoge a los pecadores y come con ellos». Entonces les dijo esta parábola: «¿Quién de vosotros que tiene cien ovejas, si pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto, y va a buscar la que se perdió hasta que la encuentra? Y cuando la encuentra, la pone contento sobre sus hombros; y llegando a casa, convoca a los amigos y vecinos, y les dice: “Alegraos conmigo, porque he hallado la oveja perdida”. Os digo que, de igual modo, habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no tengan necesidad de conversión”.
Evangelio de Lucas 15, 1-7
Misericordia
La parábola destaca la misericordia divina hacia los pecadores y la distinción entre el pecado y el pecador. La teología cristiana ve en la misericordia el atributo supremo de Dios, presente en toda su obra. El pastor de la parábola, lejos de la ira, está movido por la preocupación y el deseo de encontrar a la oveja perdida. Francisco, en la bula Misericordiae Vultus que convocó el Jubileo extraordinario de la misericordia, resalta la alegría como elemento esencial: «Las enseñanzas de Jesús sobre la misericordia muestran a Dios como un padre que nunca se rinde, que supera el pecado y el rechazo con compasión y misericordia».
Francisco no es el único
Existen otros líderes religiosos que han mostrado una postura similar con relación a las personas LGBTQ+. Uno de los más conocidos era el arzobispo Desmond Tutu, defensor activo de los derechos de las personas LGBTQ+ y consideraba que la homofobia era contraria al amor universal de Jesucristo. Tutu enfatizó la importancia de la igualdad en el matrimonio y la ordenación.
Insistía en que la Iglesia Católica Ecuménica había demostrado que las personas abiertamente homosexuales, las mujeres y las personas casadas son plenamente capaces de servir a Dios en el sacerdocio. Y que los matrimonios de dos hombres o dos mujeres pueden ser un reflejo del amor de Cristo por la Iglesia. Francis DeBernardo, director ejecutivo del Ministerio New Ways, ha destacado la declaración Francisco como una señal de que adoptará un enfoque más conciliador hacia los problemas LGBT que sus predecesores inmediatos.
Compleja realidad en la casa de Dios
La realidad de las mujeres trans es compleja y a menudo trágica. Don Andrea, en su misión pastoral, celebra funerales y misas, uniendo a la comunidad trans de Torvaianica en el duelo y la fe. A pesar de la bienvenida en la iglesia, la desconfianza y el prejuicio persisten entre algunos feligreses. Don Andrea reflexionaba sobre las preguntas que le hacen: ¿Es pecado ser homosexual? ¿Están rezando las mujeres trans? ¿Tienen la intención de cambiar sus vidas? Su respuesta reflejaba la complejidad de la situación. Algunos deseaban cambiar, pero para muchos es la vida que conocen.
Francisco ha mostrado empatía y apoyo a las personas LGBTQ+. Pero la Iglesia sigue sujeta a presiones internas y externas. Hay marcadas diferencias de criterio en torno a los significativos cambios doctrinales que implica. Con más de 1.400 millones de feligreses en el mundo difícilmente podría ser de otra manera. Aún hay quienes en su seno están en desacuerdo con las reformas que introdujo el Concilio Vaticano II en el siglo pasado y quieren retornar a las misas en latín.
Tras dos milenios de existencia la Iglesia Católica se han caracterizado por el debate y el disenso, ha vivido varios cismas. El debate sobre la posición que debe adoptar ante las nuevas realidades sociales se enmarca en las tradiciones y enseñanzas históricas, pero también en las realidades de nuestros días. Son los papas, como Vicarios de Cristo los que han marcado la pauta. Francisco decidió abrirle las puertas del Vaticano a estos “Hijos de Dios” que la intolerancia ha alejado de su casa, pero no reniega su rechazo frontal a la ideología de género.