El Nuevo Proyecto de Ley de Seguridad, propuesto y aprobado por la Cámara Baja del Parlamento de Francia, está creando una gran controversia en todo el país. El proyecto de se refiere a una amplia gama de cuestiones, como la seguridad vial, los drones y la organización de la policía municipal. Sin embargo, en el centro está la lucha contra el «separatismo islamista».
Se trata de una de las más recientes iniciativas de las autoridades francesas luego del brutal asesinato del maestro de escuela Samuel Paty, el 16 de octubre de 2020, en un suburbio de París. Fue decapitado por un terrorista islámico llamado Abdoullakh Abouyedovich Anzorov, un refugiado de etnia chechena que vivía en Francia.
El asesino «argumentó» que Paty había cometido el crimen de mostrar a sus estudiantes, en una clase sobre la libertad de expresión, las caricaturas del profeta Mahoma que la revista humorística Charlie Hebdo publicó en 2012. El espantoso asesinato llevó a las calles a miles de personas para exigir una acción inmediata del Gobierno contra los crecientes incidentes de terror islamista..
No es un hecho aislado
Pero el asesinato del profesor, en octubre del año pasado, no es un hecho aislado. Francia ha experimentado una ola de violencia desde los ataques terroristas de 2015 contra la revista satírica Charlie Hebdo. También luego del tiroteo en una escuela judía en Toulouse en 2012, en el que murieron siete personas, incluidos tres niños.
Francia sigue traumatizada. Los brutales asesinatos de los redactores y caricaturistas de Charlie Hebdo y de un profesor atacan dos pilares de la República Francesa. Es decir, el sistema de escuelas públicas laicas y el derecho a la libertad de expresión.
Después de los recientes ataques, el presidente, Emmanuel Macron, se comprometió a enfrentar el desafío. Algunas declaraciones iniciales de miembros de su gobierno, que luego fueron aclaradas, se volvieron controvertidas. Muchos jefes de Estado y gobiernos de países de mayoría musulmana lo acusaron de islamofobia.
Para el presidente Macron, Francia está siendo atacada por terroristas debido a su «libertad de expresión, derecho a creer o no, y su forma de vida». Afirma que una forma de «separatismo islámico» ha encontrado un terreno fértil para sus ideales en algunos sitios del país.
Contra el separatismo
En respuesta a estos acontecimientos, Macron ha presentado un proyecto de ley diseñado para frenar el «separatismo islamista». La propuesta, que será discutida este mes en la cámara baja, incluye una extensión del principio de «neutralidad» en los servicios públicos a empresas del sector privado si son contratados por las autoridades. Esta norma prohíbe a los funcionarios llevar símbolos religiosos ostentosos, por ejemplo.
Además, al luchar contra el terrorismo islámico y reconocer el acto de Paty como un ataque a libertad de expresión, Macron destaca la importancia de la seguridad nacional y de los valores básicos establecidos por la Constitución de Francia.
También describe el separatismo islámico como una desviación del islam que es “un proyecto político-religioso consciente, teorizado, que se materializa en repetidas discrepancias con los valores de la República, que a menudo resulta en la creación de una contrasociedad y cuyas manifestaciones son el abandono escolar y el desarrollo de prácticas deportivas, culturales y comunitarias que usan como el pretexto para la enseñanza de principios que no se ajustan a las leyes de la República ».
Una abrumadora mayoría de la ciudadanía francesa, en todo el espectro político, apoya al presidente que se presentará a la reelección en 2022. Muchos creen que «la forma distintiva de laicidad o secularismo de Francia está en peligro».
La educación y el idioma como bastiones
La nueva ley buscará abordar la separación y la segregación impidiendo la educación privada a manos de predicadores islamistas y aboliendo las llamadas organizaciones y sociedades de «caridad», que pretenden eliminar la dependencia de los musulmanes de las instituciones estatales.
Uno de los bastiones de la propuesta, en el aspecto educativo, es la enseñanza del francés. El idioma común es una fuerza de cohesión de los valores, la cultura y la identidad nacional. La polémica se mantiene. «La enseñanza del francés es la matriz de nuestra identidad. La lengua, la escuela, la educación y la cultura triunfarán sobre la barbarie», dijo en octubre pasado, en el marco del homenaje al profesor Samuel Paty.
Los ministerios de Cultura y Educación, por su parte, luchan a diario contra las tentaciones de «separatismo musulmán» que defienden el uso de otras lenguas, especialmente el árabe, en la enseñanza escolar y la vida pública.
En Francia, como otros países europeos, se hablan distintas lenguas minoritarias. Entre ellas, están el corso y el bretón. El sistema educativo galo defiende estos idiomas, pero prioriza la protección de la lengua nacional. El francés es la quinta lengua más hablada del mundo. Le aventajan el mandarín, el inglés, el español y el árabe.
Un problema complejo
La ley de laïcité de 1905 destaca que para la República Francesa la religión es un asunto privado y que el Estado debe permanecer neutral en esta materia. Los desafíos al Estado francés en este sentido son múltiples y complejos.
En el contexto europeo, Francia tiene una de las mayores poblaciones musulmanas con diversos orígenes étnicos. Aunque la mayoría proviene de la región del Magreb y de las antiguas colonias francesas: Argelia, Marruecos y Túnez.
Se estima que la población musulmana francesa ronda el 8,8%. Francia, como muchos países europeos, necesita inmigrantes jóvenes. La edad media es de 41,5 años y la población de más de 65 años es del 19,84%. La tasa de fecundidad es del 1,9%, menor que la tasa de reemplazo del 2,1%.
Una de las distinciones vitales del proyecto político francés es que es de facto una sociedad multicultural y multiconfesional. Pero de jure sus instituciones están moldeadas por la laïcité, no por el multiculturalismo.
Muy poco y muy tarde
En un extremo de las opiniones, hay quienes piensan que esta propuesta llega muy tarde. Han pasado casi cinco meses de la decapitación del profesor Samuel Patti, y cinco años del ataque terrorista contra el semanario satírico Charlie Hebdo. Además, han ocurrido docenas de ataques terroristas islamistas en Francia.
Estiman que, finalmente, el presidente Emmanuel Macron y su gobierno decidieron cumplir con el deber de mantener la seguridad de sus ciudadanos, tanto a través de un operativo policial más vigoroso como de la legislación.
Estos sectores muestran preocupación por el creciente fenómeno de la minoría musulmana que actúa como «un estado dentro de un estado» y que «ignora» las reglas y principios que guían a la República Francesa.
Mientras tanto, la líder de extrema derecha y apuntada a ser la principal rival de Macron en las elecciones presidenciales de 2022, Marine le Pen ha dicho: «Esta situación requiere una estrategia de reconquista. El islamismo es una ideología belicosa cuyo medio de conquista es el terrorismo».
De hecho, su partido ha estado apuntando a los musulmanes y los inmigrantes durante el último medio siglo. Asegura que las autoridades francesas no han comprendido los peligros que representa el separatismo islámico.
Las críticas a la iniciativa
No obstante, quienes rechazan la iniciativa, consideran que el proyecto de Ley contradice a la Constitución de 1958. La carta fundamental dice claramente que “todos los ciudadanos, independientemente de su origen, raza o religión, son tratados como iguales ante la ley y respetando todas las creencias religiosas”. Les parece que el NSB viola esos principios.
El principio constitucional francés de laïcité impone una estricta neutralidad religiosa tanto en el Estado como en todo tipo de servicios públicos. De hecho, este principio simboliza un pilar de la identidad secular de la República Francesa. Por ello, aseguran que el NSB está listo para cambiar esta base en nombre de proteger al estado del terror. Dicen que es una nueva forma de coerción política lanzada por el gobierno de Macron en nombre de la seguridad nacional.
Una seguridad necesaria
En respuesta, los legisladores franceses han enfatizado que no tienen la intención de infringir la libertad religiosa, sino de evitar que la religión se convierta en una herramienta política y subversiva.
Macron y quienes apoyan la Ley han advertido que en el transcurso de los últimos años la minoría musulmana se ha alejado cada vez más de la población en general, en parte gracias al surgimiento de la tendencia liberal a priorizar cada grupo étnico, religioso o cultural, a expensas del interés del público en general. El separatismo no es, por supuesto, un asunto únicamente del islam, ni siquiera de la religión. Los nacionalismos y regionalismos extremos son también una amenaza.
El presidente ha hecho una clara distinción entre la mayoría musulmana y una minoría islamista que tiene objetivos políticos extremos. No obstante, cada vez es más difícil establecer una clara distinción entre ambos grupos, especialmente cuando se trata de jóvenes que son fácilmente influenciados por los sermones islamistas radicales en las mezquitas, que llevaron a muchos de ellos a manos de grupos extremistas, como el Estado Islámico.
Enfrentar el separatismo islámico y sus consecuencias no es un problema sencillo. Pero Emmanuel Macro ha mostrado la disposición de resolverlo. Es un comienzo.
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